sábado, mayo 01, 2021

PRIMERO DE MAYO EN BRUSELAS

 


“Mayo del 21. La rebelión de los jóvenes” Portada de un semanario belga de actualidad sobre la rebelión juvenil en curso contra el estado de excepción (en la practica) que les impone la pandemia, y contra la pulsión liberticida (sic) que en él se manifiesta. Indignación típicamente belga. De ansias y de alegría de vivir (cualquier parecido con la realidad –de Mayo del 68, o del 15-M- pura coincidencia) (…)

 

Primero  de Mayo en Bruselas, nueva época. Me paseaba hoy un poco desconectado del calendario -lo que parece ser mi sino ( y no me duelen prendas)- por el parque (Bois de la Cambre) mayor y principal de Bruselas, como acostumbro en domingos y días de fiesta, pero a años luz de celebraciones de la dicha efemérides en la tradición de la izquierda (y de primeros de mayo cualquiera)  Y que pintaban bastos, ya lo me indicó la nutrida presencia de fuerzas del orden cada vez más numerosas a medida que me acercaba, pero ya digo, sin darme cuenta del todo de lo que se cocía por encima de mis hombros o a mis espaldas en resumidas cuentas. Y me lo confirmó -cuando me vi dentro- el recinto, al aire libre, y lleno a abarrotar de una muchedumbre de jóvenes congregados, bien juntos todos ellos y ellas, y sin máscaras –salvo la mía-, que no vi ni una siquiera- en claro desafío pero sin espíritu de enfrentamiento y en un ambiente de fiesta despreocupado y un tanto infantil ("bon enfant", en la expresión francesa). 

De indignados (sic) dirá alguno de mis compatriotas aquí, y no le quito la razón, pero una indignación a la belga (sic) (¿cualquier parecido con la realidad pura coincidencia? y no quiero entrar en polémicas)  Convocados por Internet y por las redes sociales en el mismo sitio –justo a la entrada del parque y con vistas al estanque allá al fondo- donde justo un mes antes –el primero de abril- protagonizaron serios incidentes que habrán desatado no poco las lenguas. Todo allí entre rostros apacibles y fachas de buenos chicos, que no dejaban nada presagiar a los paseantes que como yo por allí pasábamos, mitad curiosos y también sin duda en plan  (un poco) de reconocimiento, con el reportaje que aquí estoy vertiendo in mente como un mero proyecto (aunque no me diera cuenta) 

Hasta que sonaron las primeras cargas y descargas –de cañones de agua o eso creo- y toda la (joven) muchedumbre congregada se dispersó en estampida –y silenciosos- desparramándose y yo entre ellos, en jolgorio, entre las ramas y los arboles que circundaban la explanada donde estaban concentrados, remontándome así por el túnel del tiempo a las cargas de aquellos tiempos lejanas y aun frescas en el recuerdo al mismo tiempo. Pero otra época ya digo, y otros tiempos que para siempre se fueron. Otras latitudes sobre todo, y otras tierras y otros cielos (…) Y me volví, sin más, por donde había venido, sin que el ambiente festivo despareciese del todo incluso ante la llegada con gran estruendo y a toda mecha de nuevos refuerzos, camiones y vehículos blindados incluso unos detrás de otros. 

Y luego, de vuelta a casa, supe por el noticiario de otras manifestaciones del mismo signo que se habían producido hoy y no sólo en Bruselas sino también en Lieja. Nada trivial lo sucedido y que se merece aquí una moraleja. Y es que esa indignación juvenil habrá puesto al destape lo que se vio hasta ahora rodeado de espesos tabúes tanto en España como en Bélgica y es la pulsión descaradamente liberticida (sic) latente en todos los movimientos de protesta de izquierdas, y que se habrá desatado de nuevo ahora con ímpetu y furor por cuenta o so pretexto de la pandemia. Y digo e insisto que no quiero entrar en polémicas. “Prefiero el comunismo a la libertad, ¡qué c…!", dice o dicen que dijo el líder de los indignados españoles en un botón de muestra (flagrante e inimitable) de la indignación marca España de nuestras culpas y pecados (ya digo, cualquier parecido con esta realidad- típicamente belga- pura coincidencia) (….) 

Comparaciones odiosas, o sea que vamos a dejar el tema. Porque lo que más me habrá movido a darle a la tecla en este tema quizás no lo sean tanto esas libertades –fundamentales, primeras- que se ven bajo amenaza ahora, sino la (trágica) indefensión y el desamparo de los que la juventud aquí da muestras, harta -y confundida y perpleja- de confinamientos y encerramientos –delante de un ordenador (….)- y de controles y de estados de excepción (y no sé si toques de queda) que parecen haber venido para quedarse, y que habrán trastornado hasta en los más ínfimos detalles su ritmo y su modo de vida, a todos los niveles y en todos los órdenes de su existencia (por modesta y sencilla que ella fuera) 

“Vivir como antes”, el grito de angustia de un joven en el reportaje en una revista de actualidad belga sobre los incidentes. “Mayo del 21, la rebelión de los jóvenes”, lo titulan en la cubierta. Más puro o más auténtico, así me lo parece a mi al menos ese grito y la inquietud que tan gráficamente traduce que otros fenómenos juveniles de protesta (contemporáneos) –como las Sardinas, en Italia (de jóvenes anti-Salvini)- que se habrán ganado toda la atención y cobertura de los medios tras haberse visto encauzados como es debido (en el juego democrático) 

“Vivir como antes –continúa el mismo joven protestatario-, y no vencerán a la Muerte  al precio de nuestra asfixia” Y continúa en la misma onda de juventud y de optimismo: "¡Hagámosles la más grande demostración de ganas y de alegría de vivir que hayan visto nunca!”. Y habrán cumplido su palabra a fe mía (al precio, que todo ha que decir, de no sé cuantas detenciones administrativas, de las que sólo me habré enterado más tarde) (...) 

Y leyéndole, de vuelta del parque, me devuelve de un golpe esas ganas y esa alegría (de vivir) a mí (tan falto a veces de ella) Como un viento de profecía

 

ADDENDA El aviso de eliminación (sic) de mi blog parece confirmarse como una falsa alerta (y toco madera)  

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