viernes, septiembre 25, 2020

CORONA, FRANCIA SE DESPIERTA

Doctor Raoult, en el ojo del ciclón. Ante el anuncio del ministro francés de la Salud de medidas (draconianas) en Marsella. Mientras que el linchamiento del que viene siendo blanco en los medios se acentúa. “Marsella está en manos de un loco”, acaba de declarar un conocido presentador de la pequeña pantalla, sin complejos, en (descarado) apoyo del ministro francés de la Salud en visita precipitada para tratar de dar mate a la revuelta. en la ciudad en estado de emergencia. ¿Un charlatán, un curandero, un druida? Un medico y virólogo que ha devuelto la esperanza –y la tranquilidad- a mucha gente. De tratamiento y de curación, frente a los sembradores –en los hospitales y en los medios- de pánico y de malas nuevas. Y tras sus palabras y su ejemplo, Francia entera se despierta. ¡Vivir para ver fantasmas míos y almas en pena!

“Fronda en Marsella”. “Verba volant”, rezan los clásicos. Las palabras se las lleva el viento, pero no hay quien las pare una vez que se dejan sueltas. Lo que hace que una gran parte de la Red, léase del conjunto del planeta (virtual), tenga la mirada puesta en lo que está sucediendo en Francia, y en particular en esa grande urbe mediterránea las ultimas horas. Todo o casi todo arrancó con el anuncio de la agravación de la pandemia por las máximas autoridades sanitarias del país galo y la toma de medidas a continuación, de cierre de restaurantes en Marsella y en la isla de Guadalupe, y de bares a partir de las 22 horas en una zona de alerta comprendiendo la principales ciudades francesas (Paris, Lyon, Toulouse, Niza, Burdeos y Lille) Y la fronda unánime de la clase política y de las organizaciones profesionales de los ramos afectados por las medidas no se habrá hecho esperar. Hasta el punto que el ministro de Sanidad –del  gobierno de Emmanuel Macron- , Olivier Veran, se plantó de inmediato con gran cobertura mediática en la ciudad epicentro de la revuelta. Y un nombre en todas las bocas, como se deja traslucir en ciertas declaraciones de los altos responsables de la prensa: el del doctor Didier Raoult, “enfant terrible” de la opinión pública en Francia, drásticamente polarizada en torno suyo y a causa de sus declaraciones y sus evaluaciones de la situación sanitaria –a contracorriente de los diagnósticos y consignas de las altas instancias médicas o medico/científicas- que le ponen en el ojo del volcán o en el vértice del torbellino desde hace algunas semanas, y del que se diría que a medida que la campaña de linchamiento mediático en contra suya arrecia y se prolonga, se crece un poco mas cada día y se intensifica la dureza de sus ataques a la clase sanitaria o político/sanitaria –¿como llamarla de otra forma?- a la que acusa (con pruebas) de colusión de intereses con los Big Farma (alta industria farmacéutica), de incapacidad sin remedio en evaluar la situación de forma correcta, de manejar (tendenciosamente) cifras erróneas, y de lanzar mensajes alarmistas, en una flecha -esto último- destinada a los establecimientos hospitalarios de la ciudad, a los que endosa (en bloque) “la responsabilidad de las medidas insensatas del ministro de Sanidad contra la villa de Marsella” Y para dar una idea del clima engendrado por la polémica hacia a su persona y del ambiente creado en la ciudad mediterránea en torno suyo, uno de los presentadores vedette de una de las cadenas punteras en la pequeña pantalla en Francia acaba de declarar sin complejos que “Marsella está en manos de un loco”, mientras uno de los reportajes periodísticos por cuenta de la crisis sanitaria noticiaba en cambio del camión con altavoz recorriendo las principales arterias de la capital con una pantalla gigante digital en la que aparece de repente la foto del célebre y controvertidovirólogo con una leyenda en letras grandes al pie de la foto: PROFESOR RAOULT,MARSELLA Y EL MUNDO ENTERO OS QUIEREN Y OS SOSTIENEN, ante el aplauso espontáneode los transeúntes (…) Y en el reportaje se precisa que no se trata de un simple golpe publicitario, sino que la iniciativa se debe al responsable de una agencia al que el Profesor Raoult curó del corona. “Didier (nombre del doctor) es el único que nos dio esperanza de un tratamiento y curación en unos momentos en los que se aconsejaba a la gente de meterse en casa a base de paracetamol” Cualquier parecido con la realidad (española), pura coincidencia. No soy negacionista, me curo en salud de inmediato, como lo precisé no hace mucho en una de mis entradas, que me ha valido puyas y arremetidas (arteras) Reacio al principio (lo confieso), acabé poniéndome (como casi todo el mundo) a marcar el paso con la mascarilla puesta y a guardar la distancia social de seguridad y demás, tal y como nos manda la santa/madre/iglesia, pero no se me escapa –porque no soy tonto o por lo que sea- la magnitud y el alcance del desafío que esta emergencia (de dimensiones planetarias) nos plantea al conjunto de los habitantes de la Tierra aunque más a unos países que a otros, y más a un cierto tipo de personas que llevamos en ese y en otros grandes temas de actualidad la mosca detrás de la oreja (…) Poder médico o médico/farmacéutico, he ahí el problema. Un problema de naturaleza compleja, en el que se entremezclan la ciencia medica –con (nobles) raíces en la Antigüedad clásica (y helénica)-, la sociología (de masas, y de los medios de comunicación de masas), y la teoría económica (científica y a la vez ideológica) , y dentro de esta última la corriente de mayor fuerza y prestigio en los dos últimos siglos y me refiero naturalmente al análisis marxista y más exactamente a la laguna clamorosa de la que este último adolece –comparable a esas otras de la temática etno/racial, o en demografía (….)- y me refiero al poder –omnímodo y sin limites en democracia- de la casta sanitaria (o médica) En un sistema -como salta (clamorosamente) a la luz ahora, qu no duda -si la ncesidad e aprieta- en erigirle en juez o árbitro supremo, en fuente suprema de legitimidad. A falta de otras (...)  Aunque pronunciándome en esos términos no se me escapa la extrañeza e incredulidad -o invencible fobia o alergia- que una postura del cariz de la que aquí estoy formulando fatalmente suscita en todos los que –sobre todo por razón de edad- no se hayan “topado con la Iglesia”, que me diga con la casta médica. Error médico –a falta de “otra opinión” (….)- un fantasma (horresco referens!) que puebla o poblaba el horizonte de nuestra vida cotidiana sin que de ello nos diésemos cuenta (…) Y que hace que algunos como yo criados en el estamento militar (nota bene) y educados en una fe ciega en médicos (y enfermeras, y enfermeros y ordenanzas) nos diéramos de bruces –como de cabeza contra un muro- de improviso  sin sospecharlo, sin “verlas venir” tan siquiera  contra un lobby tan temible, como una fatalidad o una diosa antigua. En España y fuera de ella (…) Por eso y muchas más razones, estoy a favor del Doctor Raoult, desde el principio -y pueden dar fe de ello los lectores (en francés) de mis entradas-, desde que empezó a sonar su nombre en lengua española y antes incluso (nota bene) de que de él se hicieran eco Donald Trump y otros grandes de la tierra, y llevo o llevamos su nombre por montera en lo sucesivo, como un estandarte o una bandera () Y, sobre todo, no por su nivel científico o profesional –de una solvencia no obstante fuer de toda sospecha-, sino por el soplo de esperanza que con su tratamiento y su quehacer médico e investigador y su entrega habrá sabido hacer llegar, en Marsella, en Francia dentro y fuera de ella, a tantos y tantos que de una manera u otra se sintieron amenazados por la pandemia y más aún, por el viento de pánico que se viene aventando desde lo alto –o de lo muy alto- por su cuenta (…) ¿Complotistas, conspiranoicos, u otras lindezas que se usan (libremente) de munición en la furiosa guerra de propaganda que acompaña a la difusión y  los avatares de la pandemia, pendiendo como espada de Damocles por encima de nuestras cabezas? Sentido común, y ganas (rabiosas)  de vivir y esperanza en el futuro y en la juventud prometedora. Y por la tercera o cuarta edad, compasión sincera y auténtica de verlos tan desarbolados en medio de la tormenta. Vivir aunque en el empeño nos cueste la vida. Sin miedos, ni confinamientos. ¡Y sin el costal de la Culpa a cuestas! (…)   

 


No hay comentarios: