Una biografía políticamente
correcta que rinde homenaje no obstante a la grandeza e importancia histórica
de la figura del Mariscal. La que estoy “atacando” precisamente ahora. Recogiendo
así el guante del desafío de la diabolización, que Marine Le Pen pronuncia (en
bloque) contra la Colaboración (francesa)
Y del régimen de Vichy (de mi articulo anterior), en estas líneas, al que fue indiscutiblemente su director de orquesta, el Mariscal Petain, piedra de escándalo en la historia francesa contemporánea –como lo es Franco en la española- y signo (magno) de contradicción. ¿Ingerencia inconveniente e improcedente en los asuntos internos –de su pasado y de su presente- estos artículos míos sobre tema francés? No lo creo, no es esa en cualquier caso mi intención, y si así fuera tengo en mi abono una clara justificación y es la que me otorga la guerra civil española interminable que no es ni fue –como aquí ya lo defendí y expliqué- más que un capítulo o episodio de “la guerra civil europea”, entre comunismos y nazi-fascismos (y repito que no quiero discusión) La que en España se transmutó hasta hoy en guerra asimétrica y en Francia amaga con re-encenderse de un omento a otro, tantos años ya transcurridos del final de la Segunda Guerra Mundial. Francia, los franceses –como ya lo dije y mantuve también aquí- escarmentaron en cabeza ajena con la guerra civil española (del 36), sobre todo su clase obrera, y fue sin duda lo que hizo que no llegase (hasta hoy) a mayores ese conflicto irreductible - entre Resistencia y Colaboración –en ascuas y echando chispas (hasta hoy) como lo prueba e ilustra (entre otros muchos signos y testimonios) la implosión del Frente Nacional tal y como lo expliqué en artículo anterior de mi blog. Que como ya lo dije en repuesta a un amigo con el que correspondí en las redes sociales, mejor reñir nuestros contenciosos –por cuenta del pasado y del presente- en el terreno de la historia que, como fue el caso “entonces”, a tiros en las esquinas y en las callejuelas. Que después de todo y como diría Umbral, pasados tantos años –cuarenta o cincuenta o qué sé yo- “la Historia se convierte en Literatura”. Y eso vale tanto para españoles como para franceses, nuestros vecinos a los que nos liga la voz de la sangre, amen de lazos (europeos) de solidaridad cultural, y de vernos embarcados en un mismo destino. Es lo que yo pienso, aquí ya lo saben todos, y lo proclamo aquí una vez más por razón de urgencia y no en guisa de adulación (bobalicona) o de puro oportunismo. Los españoles, eso es cierto, no vivimos (propiamente hablando) la Segunda Guerra Mundial, ni -por vía de consecuencia- tampoco los rigores (y terrores) de la ocupación alemana en Francia y sus secuelas, pero eso no nos quita en modo alguno el derecho a ofrecer nuestra visión por muy refractada que ella se vea. Y en nuestra memoria transmitida y a la vez óptica y visual de la ocupación alemana, de Vichy y de la Colaboración, no podemos hacer abstracción o pasar por alto el contexto histórico inmediato que fue el de nuestra guerra civil (del 36): así –y es solo un botón de muestra apenas- en un mensaje a la Nación tras el primer atentado de la Resistencia –el 21 de agosto de 1941-, el mariscal Pétain evocaba a modo de advertencia y de repuesta a la agresión la Victoria (del primero de abril) “gracias a la fe y al sacrificio de una juventud (….) En el preciso momento (nota bene) en que la Segunda Guerra Mundial en Francia tomaba unos rumbos –de guerra civil- tras el primer atentado de la Resistencia -del "coronel Fabian" (al mando justo después de rojos españoles) (...)- controlada por los comunistas-, y de espiral de la violencia -de resistencia y de represión-, después de un año (pacíficamente) transcurrido bajo el signo de la Colaboración. Y fue a seguir al lanzamiento de la Operación Barbarroja contra la Unión Soviética (22 de junio 1941) y la ruptura de la entente entre los dos países (tratado de No Agresión) (continúa)
Paul Collette, autor, con 21 años de edad –el 27 de agosto de 1941-, de un atentado contra Laval (y Marcel Déat) durante el régimen de Vichy, recibiendo años después (en la foto) –el 26 de mayo de 1984- la Legión de Honor de manos de Charles Hernu, ministro socialista del Interior (del gobierno Mitterrand). Nunca se esclarecieron los motivos reales de aquel acto, que su autor, habiendo transitado anteriormente por formaciones (paramilitares) de “extrema derecha” –“Cruces de fuego” del coronel de La Rocque, jóvenes (Camelots du Roi) de la Acción Francesa, y “la Cagoule”, la más radical y extremista y violenta de todas-, conseguiría hacer pasar por un acto de la Resistencia, y otros en cambio pusieron por cuenta del ala más radical de la Colaboración, que veían en Laval (jefe del gobierno de Vichy) poco menos que un traidor. Y al juicio y justificación (prevalecientes) del autor ayudó su suerte posterior, condenado a muerte por un tribunal del régimen de Vichy y deportado a Alemania (Mauthausen) de donde fue liberado al final de la guerra. En el programa –en el que intervine, entrevistado- de “reality show” –“Los matadores” (“Les tueurs”)- de una de las principales cadenas de televisión francesa TF1 de la serie “Tout est possible”, en marzo de 1994, presentado por Jean Marc Morandini, y en el debate que el presentador del programa organizó entre los jóvenes asistentes presentes en el plató –tras lo que mi presencia allí, después de mi intervención en el programa, fuera, por iniciativa del presentador, sometida a votación y plebiscitada (abrumadoramente, a mi favor)- intervino también el escritor Alphonse Boudard –hoy fallecido y que fue mi amigo- quien se refirió a mí en términos amables y graciables. Y comparó con el atentado de Collette mi gesto de Fátima. No todo fue malo –o “diabólico”-, (piensen lo que piense Marine Le Pen y proclame lo que proclame en lo sucesivo la postura oficial de su movimiento, heredero -por vía de la implosióN- del Frente Nacional), en las filas de la Colaboración
“Todos Nuestros respetos a Dominique Venner cuyo gesto eminentemente político habrá sido de intentar despertar al pueblo de Francia”, del “twitter” de Marine Lepen después del suicidio del escritor en el altar mayor de Notre Dame. “Verba volant, scripta manent”, rezan los clásicos. Y lo que defiende ahora ella en materia de Historia está en las antípodas de lo que defendía –con genio y `precisión- esa obra (capital) de Dominique Venner sobre la Colaboración
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