lunes, marzo 16, 2020

¿ESTADO DE EXCEPCIÓN?

¿Estado (encubierto) de excepción, en mucho más riguroso y constringente -y de más disciplina social (sic)- que el de entonces aún, so pretexto del corona virus –¿guerra bacteriológica?-, con vistas a ganar la guerra civil interminable de una vez por todas? No creo en las meigas pero hay las. Mi voz de alerta
No hay que exagerar, dicho sea de entrada, y tenemos todos aun el recuerdo de la anterior pandemia de gripe (A) en la mente, aunque algunos en honor a la verdad la tengamos a la vez un poco olvidada. Que esto es otra cosa. Y que la situación no hace mas que agravarse y los contagiados y las victimas mortales se amontonan a ojos vista y a pasos agigantados y una psicosis nunca vista hasta hoy se va apoderando de todos nosotros lo queramos o no lo queramos, de forma paulatina y silenciosa. ¿Guerra bacteriológica? Verba volant, rezan los clásicos, y las palabras que nadie se atreve a pronunciar o a escribir saltan aquí con mas ganas de volar y de hacerse ver y oír y leer que la que algunos tienen de borrarlas –a toda costa- del mapa y de nuestras retinas. Y la comparación odiosa se impone a fe mía con la más grande guerra bacteriológica –que eso es lo que fue – que haya conocido la Humanidad (occidental) y me refiero a la Peste Negra. En el contexto como aquella fue de la expansión tártaro- mongólica después que desde las montañas del Harakorum, el gran consejo de las hordas de Genghis Khan hubiese declarado (sic) la guerra mundial, como lo leí, narrado con gran colorido y detalle, no hace mucho en una revista de historia de lo mas correcta, lo que me sorprendió, por lo insólito e inaudito y lo obvio y evidente a la vez, la verdad sea dicha.

Y es también en el marco del Corona Virus, a saber la amenaza latente de la expansión (hegemónica) de una de las primeras potencias del planeta, y en ciertos planos –por ejemplo el del ritmo de crecimiento económico y de la pujanza demográfica- la primera de todas ellas, a saber la China popular (sic), el ultimo o de los últimos estado oficialmente marxistas de la tierra. ¿Que sabemos nosotros de los designios de nuestros pastores?, decía el recordado Abbe de Nantes, con un innegable deje de melancolía ante las posturas del episcopado frances de su época, de una iglesia que de santa/madre se erigía espectralmente ante él y ante buen número de católicos, franceses o no franceses, como una madrastra cruel que no sabia más que regañar y condenar, tras esgrimir sin parar la amenaza de las sanciones y penas canónicas (en nombre o por cuenta de la santa/democracia) Y ¿qué sabemos nosotros de los designios de tan grande potencia del planeta? Sabemos lo que acertamos a leer y a descifrar entre líneas de lo que nos cuentan los medios. De una explosión de la crisis a la que asistimos que nació en China (sic) y que el régimen chino se habrá mostrado poco capaz por no decir flagrantemente incapaz de controlar y neutralizar , y de unas causas de la misma que tienen no poco que ver con la idiosincrasia cultural y alimenticia de la población allí, concretamente de su costumbre hondamente arraigada a fuer de ancestral de comer (vivos) cierto tipo de animales primitivos (y allí en vías de extinción), que habrá llevado a un político italiana a hacer declaraciones con las que habrá armado grande ruido pero que no se habrán visto hasta ahora (oficialmente) desautorizadas o contradichas.

Por su parte, el secretario de VOX, Javier Ortega Smith con unas declaraciones que habrán incendiado (sic) las redes sociales habrá desatado también la cólera del gigante –o dragón- asiático en forma de una respuesta diplomática (y no poco indignada) de su embajada en Madrid, llamada a traer cola más de lo que algunos piensan, y ello pese al escándalo que entre los bien pensantes explota. Gripe china, sí, ¿por qué no se puede decir? ¿No habló el mundo entero y lo sigue haciendo de “gripe española”, que nos endilgaron los medios, que hizo mucho más estragos fuera que dentro, y que no careció también del nombre clínico adecuado (como el del COVID-19) sin duda alguna? ¿Racismo, xenofobia? ¿Aquí o allá? ¿Racismo blanco o anti-blanco? Vamos a dejar el tema, y la fiesta en paz. De verdad. Porque lo más preocupante y acuciante lo es no sólo la extensión y la dimensiones (apocalípticas) que la crisis va tomando sino también las secuelas que fatalmente le acompañan, inevitables, se me dirá, con una crisis de esa naturaleza, pero agravada por la natura y el carácter expeditivo –un eufemismo a penas- de los políticos que nos gobiernan (me refiero a la política española) Estado de alarma sine die y con perspectivas de su prolongación al antojo o capricho del actual gobierno socialista. ¿Fuera de toda sospecha el PSOE, de tentaciones de romper la baraja, la del juego constitucional y democrático cualquieras? Ahí esta la Historia para reabatirlo (y demostrárnoslo)

Y un presidente que habrá mostrado tan a las claras su voluntad revanchista y guerra civista desde mucho antes de su llegada al poder, no se ve por qué debería desaprovechar la gran oportunidad que el corona virus le presenta –insólita y unica en nuestra historia más reciente que -como la cifra de los mil millones (“milliard”) de los exiliados ("émigrés”) franceses de la Restauración, votados en la Asamblea Nacional-“no se volverá (ni volveremos) a ver” (…) Léase la oportunidad de ganar la guerra que perdieron hace ochenta años, de una vez por todas. Una tentación a fe mía demasiado fuerte para él. ¿Exagero? Cosas mas maravillosas –o terribles- veredes querido Sancho, lo que diría hoy su maestro, en tratándose de la política española. Estado de alarma, cierre de fronteras, confinamiento o puesta en cuarentena (léase en régimen de arresto domiciliario) –como en Italia y en mucha mayor medida y extensión que allí- de la población, el ejército entre tanto de manos atadas –y a merced y al antojo y al capricho del gobierno y de su máximo jerarca- más que nunca por razón o pretexto de la actual emergencia, y mientras tanto paños calientes –como siempre- en Cataluña. Sin obviar el capítulo socioeconómico de la acción gubernamental, a saber la beligerancia (descarada) de clase, contra los autonomos (léase la clase media) Y en un estado pues de excepción –en la practica-, mucho más constringente y riguroso en suma, que el que conocimos en el tardo/franquismo (España de los setenta) No creo en las meigas pero hay las, y me negaría a mi mismo si no acababa poniendo aquí por escrito las dudas y los presentimientos que me irreprimiblemente me asaltan, ante lo que se nos avecina

No hay comentarios: