Crecí amor entre “toros bravos”:
no eran fieras sino hombres
más cerca de los corderos
que de las bestias feroces
Salvo cuando los movió el amor
En la horas crepusculares
-que se es lo que se es (semper idem)-
Y en lo que de trágico tienen
Mas allá de la canción romántica
Y de su tono triste y fúnebre
Mirando bien lejos del suelo
Y mas allá de las nubes
Cantando así amor al triunfo
el del Amor al galope
Entre los polvos y el barro
Y
entre la Mugre y la Suerte
Al triunfo de la Vida
Que muere y resucita ¡Siempre!
Ley de Vida y de la Historia
De los (medio) hombres/dioses
Como resucitó también mi amor
Que por ti sigue indeleble
Y resucitaremos los dos
En la Memoria de las gentes
Que opté y dije un Sí a la Vida
Plantándole cara a la Muerte
Y soltando un salvaje reír
Que es lo que tú (amor) te mereces
Que al conjuro de estos versos
Se me va mi amor la fiebre
Y mi alma se serena
Que mi mente fortalece
En la fe en el Triunfo ¡al fin!
Y en Amor que todo puede
Mas allá de la derrota
(de un dios que nunca muere)
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