jueves, agosto 01, 2019
"MATANZA DE MALMEDY", OTRA "HISTORIA BELGA"
(El presente artículo es en reaccion al mensaje colgado recientemente en su cuenta FB por Pedro Pablo Peña, dirigente de Alianza Nacional, y figura conocida de la política española)
Joachim (o Jochen) Pfeiffer, “el verdugo de Malmedy” como se le conoce en Bélgica. Personificación del estilo (heroico) -y jovial- Waffen SS, –de la que él formó parte con el mayor realce, con el grado de teniente coronel-, el mismo que le dio a Leon Degrelle ese brillo y magnetismo y ese estrellato mediático incombustible (o poco menos) hasta hoy que le reconocen hasta sus mayores detractores belgas, comparado sobre todo a lo opaco y gris de la mayor parte de las figuras de sus enemigos de la Resistencia, olímpicamente olvidados como reconoce la prensa belga sin pena. Pfeiffer fue victima al final de la guerra de una campaña de denuncia y de linchamiento mediático del diario francés (comunista) “L’Humanité” y del ataque con bombas incendiarias a su lugar de residencia en Francia que -justo después de aquello- se seguiría, del que se recogería su cadáver calcinado “Un aviso a tiempo evita un ciento”, reza (sabiamente) un refrán castellano que recuerda Francisco Umbral (quien no gustaba de refranes) ¿Completamente en seguridad –me puedo sentir yo- después de treinta y un años de residencia en Bélgica –en absoluta legalidad y emplazado no obstante con frecuencia en la picota de los medios, de las tintas mas negras por cunte de mi pasado*-, y al abrigo de escraches (democráticos, antifascistas) de todo tipo, como otros -con peligro de muerte- que ya sufrí aquí, o como el de Peiffer o como el que estuvo a punto al final de la Segunda Guerra Mundial de llevar a morir ahogado al escritor fascista francés, Maurice Bardèche, por una multitud enfurecida –gritando consignas hostiles y amenazas de muerte- agolpada en torno a su domicilio parisino, junto al Sena (ante la pasividad y la ausencia de las fuerzas del orden) quien le vio allí las orejas al lobo, se quitó con aquello complejos de encima y emprendió desde entonces una resuelta campaña histórica de signo revisionista? ("Nuremberg o la Tierra Prometida")? La guerra continúa (…)
Me habrás obligado con tu interesante mensaje, Pedro Pablo, a documentarme un poco sobre lo de Malmedy de lo que oí sin parar desde que llegué a Bélgica pero siempre de pasada, estuve allí, en Malmedy incluso una vez, hace varios años al final de la etapa estival y con un aire fuertemente otoñal en el ambiente y en el paisaje que retuve perfectamente hasta hoy. Malmedy junto con Eupen –y otras localidades menores- forman lo que aquí llaman Cantones de Este (en flamenco, Oost-Cantonen) Hacía buen tiempo y estaban de fiesta el domingo que estuve de visita (yo solo) allí. Fiesta de la Cerveza, lo que te da ya una idea (...), y todos los jóvenes, chicos y chicas ataviados no de uniforme pero sí de un mismo estilo o manera, y unas masas corales de espontáneos entre ellos que transportaba al turista inadvertido al Tirol o por allí muy cerca. Y un mismo aire (teutón) en aquellos con los que me crucé curiosos por demás (detalle todo menos trivial) oyéndome hablar sin duda por el acento –y todo en esa curiosidad o ese interés a salvo no obstante de un aire o deje cualquiera de desprecio, a lo que llevo ya tiempo habituado aquí (lo confieso)
Matanza (“massacre”) de Malmedy (diciembre 1944) En el marco (nota bene) de la batalla de las Ardenas. Otra historia para no dormir –u otra ”historia belga”-, de de propaganda de guerra de la Segunda Guerra Mundial aquí en Bélgica (que todavía dura). Una ejecución de prisioneros –a las ordenes del teniente coronel Waffen SS, Joachim (o Jochen) Peiffer-, con tantos visos (o más) de legalidad, y con menos trazos de inhumanidad desde luego que los bombardeos anglo/aliados de localidades flamencas –Kortrijk (26 marzo 1944) Mortsel (5 abril 1943)- o de Bruselas (Ixelles, 7 de septiembre 1943: trescientas cuarenta y dos victimas civiles, centenas de soldados alemanes, y veintisiete prisioneros de guerra), por cuenta de la democracia. Otra “historia belga” (como oyó a menudo en plan de rechifla durante su estancia en Francia el autor de estas líneas)
Nada en cambio, ni una sencilla lápida a cruzarme en mi recorrido allí en recuerdo del luctuoso acontecimiento. Y se me ocurre que ese nimio detalle algo quiere decir, ¿no es verdad? Los Cantones del Este (germanófonos) fueron un regalo al gobierno –y al monarca belga - de entonces del Tratado de Versalles, y son un reliquia al mismo tiempo de la presencia española por estas tierras. Y si en alguien dudas caben, no tiene más que recorrerse de arriba a abajo como yo lo hice la localidad de Eupen, y no os lo creeréis pero era el mismo trazado –de calle/maestra- del de algunas localidades españolas, por ejemplo de la que procedo por la via paterna -Mancha Real (Jaen)- sin ir mas lejos: sello imperial (marca Carlos V) en ambas localidades –la andaluza y la flamenca-, y vestigio de una época fuertemente marcada por Carlos V y Felipe II, monarcas legítimos de estas tierras, aunque los denigre la Leyenda Negra. Y de donde no nos echó nadie, aunque el fantoche Puigdemont se empeñe en contar la película de otra manera. Cuenta Leon Degrelle en sus memorias que le propuso a Hitler –la respuesta del Führer, ésa en cambio es algo que no menciona- un plebiscito o referéndum –supervisado por uno y otro en persona (…)- como el del Sarre, para dirimir la suerte -Bélgica o Alemania- de aquellas tierras. La población de Eupen (pronunciado con "oi" al comienzo) es muy amable y a la vez curiosa (de los forasteros) y pintoresca. Son trilingües, y hablan al tiempo un francés sin reproche y sin acento alemán alguno, y un algo, un no sé qué rural (o pueblerino o provinciano) hispano inconfundible y se diría que destinado a registrarlo yo (sin poderlo remediar) (---) ¿Se sienten más alemanes o belgas? Eso a mí desde luego no me lo iban a decir. Yo los veía como un poco perdidos o extraviados en una de esas muchas encrucijadas que ofrece al turista y al expatriado la vieja Europa. Matanza (“massacre”) de Malmedy (…). Wikipedia habla en cambio de incidente (sic) (fuera de toda sospecha) y faltarán quizás años todavía para que el tiempo –que todo lo disuelve- restablezca una verdad histórica (oficial u oficiosa) como lo acabó haciendo con las matanzas de Dinant no muy lejos de allí, en la Primera Guerra Mundial en Bélgica valona, en la que los historiadores se acuerdan hoy unánimes en ver una simple operación de represalia alemana por los francotiradores (sic) emboscados entre la población civil (belga) Y queda dicho, con todas las consecuencias (…)
(*) Más, muchísimo más que por mi gesto de Fátima, por mi etiqueta -"extrême/droite"- y todo lo que eso aquí comporta y representa (...)
Joachim (o Jochen) Pfeiffer, “el verdugo de Malmedy” como se le conoce en Bélgica. Personificación del estilo (heroico) -y jovial- Waffen SS, –de la que él formó parte con el mayor realce, con el grado de teniente coronel-, el mismo que le dio a Leon Degrelle ese brillo y magnetismo y ese estrellato mediático incombustible (o poco menos) hasta hoy que le reconocen hasta sus mayores detractores belgas, comparado sobre todo a lo opaco y gris de la mayor parte de las figuras de sus enemigos de la Resistencia, olímpicamente olvidados como reconoce la prensa belga sin pena. Pfeiffer fue victima al final de la guerra de una campaña de denuncia y de linchamiento mediático del diario francés (comunista) “L’Humanité” y del ataque con bombas incendiarias a su lugar de residencia en Francia que -justo después de aquello- se seguiría, del que se recogería su cadáver calcinado “Un aviso a tiempo evita un ciento”, reza (sabiamente) un refrán castellano que recuerda Francisco Umbral (quien no gustaba de refranes) ¿Completamente en seguridad –me puedo sentir yo- después de treinta y un años de residencia en Bélgica –en absoluta legalidad y emplazado no obstante con frecuencia en la picota de los medios, de las tintas mas negras por cunte de mi pasado*-, y al abrigo de escraches (democráticos, antifascistas) de todo tipo, como otros -con peligro de muerte- que ya sufrí aquí, o como el de Peiffer o como el que estuvo a punto al final de la Segunda Guerra Mundial de llevar a morir ahogado al escritor fascista francés, Maurice Bardèche, por una multitud enfurecida –gritando consignas hostiles y amenazas de muerte- agolpada en torno a su domicilio parisino, junto al Sena (ante la pasividad y la ausencia de las fuerzas del orden) quien le vio allí las orejas al lobo, se quitó con aquello complejos de encima y emprendió desde entonces una resuelta campaña histórica de signo revisionista? ("Nuremberg o la Tierra Prometida")? La guerra continúa (…)
Me habrás obligado con tu interesante mensaje, Pedro Pablo, a documentarme un poco sobre lo de Malmedy de lo que oí sin parar desde que llegué a Bélgica pero siempre de pasada, estuve allí, en Malmedy incluso una vez, hace varios años al final de la etapa estival y con un aire fuertemente otoñal en el ambiente y en el paisaje que retuve perfectamente hasta hoy. Malmedy junto con Eupen –y otras localidades menores- forman lo que aquí llaman Cantones de Este (en flamenco, Oost-Cantonen) Hacía buen tiempo y estaban de fiesta el domingo que estuve de visita (yo solo) allí. Fiesta de la Cerveza, lo que te da ya una idea (...), y todos los jóvenes, chicos y chicas ataviados no de uniforme pero sí de un mismo estilo o manera, y unas masas corales de espontáneos entre ellos que transportaba al turista inadvertido al Tirol o por allí muy cerca. Y un mismo aire (teutón) en aquellos con los que me crucé curiosos por demás (detalle todo menos trivial) oyéndome hablar sin duda por el acento –y todo en esa curiosidad o ese interés a salvo no obstante de un aire o deje cualquiera de desprecio, a lo que llevo ya tiempo habituado aquí (lo confieso)
Matanza (“massacre”) de Malmedy (diciembre 1944) En el marco (nota bene) de la batalla de las Ardenas. Otra historia para no dormir –u otra ”historia belga”-, de de propaganda de guerra de la Segunda Guerra Mundial aquí en Bélgica (que todavía dura). Una ejecución de prisioneros –a las ordenes del teniente coronel Waffen SS, Joachim (o Jochen) Peiffer-, con tantos visos (o más) de legalidad, y con menos trazos de inhumanidad desde luego que los bombardeos anglo/aliados de localidades flamencas –Kortrijk (26 marzo 1944) Mortsel (5 abril 1943)- o de Bruselas (Ixelles, 7 de septiembre 1943: trescientas cuarenta y dos victimas civiles, centenas de soldados alemanes, y veintisiete prisioneros de guerra), por cuenta de la democracia. Otra “historia belga” (como oyó a menudo en plan de rechifla durante su estancia en Francia el autor de estas líneas)
Nada en cambio, ni una sencilla lápida a cruzarme en mi recorrido allí en recuerdo del luctuoso acontecimiento. Y se me ocurre que ese nimio detalle algo quiere decir, ¿no es verdad? Los Cantones del Este (germanófonos) fueron un regalo al gobierno –y al monarca belga - de entonces del Tratado de Versalles, y son un reliquia al mismo tiempo de la presencia española por estas tierras. Y si en alguien dudas caben, no tiene más que recorrerse de arriba a abajo como yo lo hice la localidad de Eupen, y no os lo creeréis pero era el mismo trazado –de calle/maestra- del de algunas localidades españolas, por ejemplo de la que procedo por la via paterna -Mancha Real (Jaen)- sin ir mas lejos: sello imperial (marca Carlos V) en ambas localidades –la andaluza y la flamenca-, y vestigio de una época fuertemente marcada por Carlos V y Felipe II, monarcas legítimos de estas tierras, aunque los denigre la Leyenda Negra. Y de donde no nos echó nadie, aunque el fantoche Puigdemont se empeñe en contar la película de otra manera. Cuenta Leon Degrelle en sus memorias que le propuso a Hitler –la respuesta del Führer, ésa en cambio es algo que no menciona- un plebiscito o referéndum –supervisado por uno y otro en persona (…)- como el del Sarre, para dirimir la suerte -Bélgica o Alemania- de aquellas tierras. La población de Eupen (pronunciado con "oi" al comienzo) es muy amable y a la vez curiosa (de los forasteros) y pintoresca. Son trilingües, y hablan al tiempo un francés sin reproche y sin acento alemán alguno, y un algo, un no sé qué rural (o pueblerino o provinciano) hispano inconfundible y se diría que destinado a registrarlo yo (sin poderlo remediar) (---) ¿Se sienten más alemanes o belgas? Eso a mí desde luego no me lo iban a decir. Yo los veía como un poco perdidos o extraviados en una de esas muchas encrucijadas que ofrece al turista y al expatriado la vieja Europa. Matanza (“massacre”) de Malmedy (…). Wikipedia habla en cambio de incidente (sic) (fuera de toda sospecha) y faltarán quizás años todavía para que el tiempo –que todo lo disuelve- restablezca una verdad histórica (oficial u oficiosa) como lo acabó haciendo con las matanzas de Dinant no muy lejos de allí, en la Primera Guerra Mundial en Bélgica valona, en la que los historiadores se acuerdan hoy unánimes en ver una simple operación de represalia alemana por los francotiradores (sic) emboscados entre la población civil (belga) Y queda dicho, con todas las consecuencias (…)
(*) Más, muchísimo más que por mi gesto de Fátima, por mi etiqueta -"extrême/droite"- y todo lo que eso aquí comporta y representa (...)
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