viernes, enero 25, 2019
VENEZUELA ¡NO A LA GUERRA CIVIL!
Marcos Pérez Jiménez, presidente de facto de Venezuela (diciembre 1952, abril 1953), presidente constitucional (hasta enero del 58). Modernizó el país, le proveyó de grandes infraestructuras (entre otras, la autopista Caracas-la Guaira), supo explotar sus riquezas petrolíferas, le dio paz y orden, fortaleció (grosso modo hasta los niveles de hoy día) a sus Fuerzas Armadas y acogió con generosidad y brazos abiertos a la mayor corriente migratoria española en la historia de la posguerra. Y gobernó con justicia y firmeza, a su manera. A los obreros que construían un puente –de una anécdota (sabrosa) que me contó un emigrante venezolano aquí en Bélgica- les hacía montar los primeros en la locomotora del tren que pasaba por encima la primera vez para probar su resistencia(---) De mano dura pero con justicia, así me lo glosó mi amigo (apolítico), que no se había leído (o creído) a todas luces los chismes y mentiras -o medias verdades- que de él o por cuenta de él difundieron los del boom latino/ché (Umbral díxit) de los sesenta, de los que el autor nombrado da buena cuenta también en el plano literario y no sólo. Desafío los intereses geoestratégicos de los States en la región como lo deja a entender en una de sus novelas –“La sangre vagabunda”- James Ellroy (fuera de toda sospecha) Esa fue toda su culpa. ¿Más dictador él, o el mismo Trujillo –blancos e hispanos los dos- que el negro Duvalier (y sus Ton-ton Macoute”), que duró en el machito mucho más que él (con visto bueno USA)? Ni en broma. Murió y está enterrado en España que le dio acogida. El chavismo (mutatis mutandis) viene de ahí, y Nicolás Maduro, de ahí también, lo mismo que José Mari Aznar viene de Franco o del franquismo. Aunque aparenten él y los suyos haber perdido la memoria. ¿Cuando volveremos a tener una política internacional que merezca ese nombre, propia y sin vasallajes (nacidos de una derrota)? ¡Sí a la reconciliación! ¡No la injerencia guerracivilista en Venezuela!
Venezuela al borde de la guerra civil y los españoles de buena o mala fe parece que se lo están ganando a pulso. No me caso con nadie. Aquí ya lo saben todos.Y menos que nadie con los de Podemos a los que dediqué un libro –a ellos y a su lider de la coleta- del que no me retracto ni una jota. Y lo digo ahora que este artículo escrito de urgencia y en caliente y con el corazón en la mano puede que me ponga en malas compañías. ¿Más comprometedor entre paréntesis el dinero venzolano que el iraní, el de un gobierno “totalitario que el de un grupo terrorista (o de antiguos terroristas)? Aunque parezcamos ingenuos por demás haciéndonos ese tipo de preguntas. Que ignorábamos a fe mía lo fácil que es el encontrar –en política- financiación extranjera. Como decía el Caudillo, no hay mal que por bien no venga y la crisis venezolana nos habrá quitado a fe mía las escamas de los ojos y no pocos complejos e inhibiciones –de pijos, de buenos¨chicos- de nuestras cabezas.
¿Me estoy dando (de nuevo) la cabeza contra el muro, en la soledad mas rigurosa? ¿Abrazando una causa que todos o casi todos están ya dando por perdida, contra la primera potencia del planeta (y su imprevisible presidente a la cabeza)? No lo veo yo así, tal vez porque lo veo desde fuera, y también porque el tiempo que viví y deambulé del otro lado del charco (año y medio) me di cuenta y pude calibrar el prestigio y la influencia y por via de consecuencia el rol de mediadores que puede jugar -en nuestro favor- la presencia alli francesa. Y los franceses están haciendo en esta crisis unos analisis y avanzando unos diágnosticos –algunos de lo mas significativos entre ellos por lo menos-muy diferentes de los que esta vertiendo la prensa global en lengua española. Tal y como lo ilustra un enlace del ultimo minuto del sitio digital –Egalité et Reconciliation-, de Alain Soral al que dedique una de mis últimas entradas.
ADDENDA No me retracto de lo escrito más arriba ni una jota. La actualidad candente brama y ruge y amenaza con sus bramidos y rugidos de desmarcarnos no obstante a veces. Es así como nos sentimos, como españoles, y más aun el autor de esas y de estas líneas, oyendo la diatriba antiespañola de Nicolás Maduro –y el torrente de aplausos que cosechó- que por el contenido y sobre todo por lo emocional de la misma nos hace pensar al incidente que protagonizó el embajador Lojendio ante las cámaras televisivas con el mismísimo Fidel Castro en los inicios de la revolución cubana. ¿Querellas de familia? Es posible, no dejan de ser por en cuanto tan dolorosas e hirientes y ofensivas, a nuestro patriotismo y a nuestra memoria (en ascuas) Y la reafirmación en las palabras de Nicolas Maduro de su memoria bolivariana –léase antiespañola- no nos deja indiferentes, y sin duda que se merece una réplica pronta por mas que ellos estén habituados al papel de querellantes –o querulantes- y a ver, al mismo tiempo que nosotros damos como por sistema, a sus puyas y a sus desplantes la callada por respuesta, por aquello sin duda de quien calla otorga, del refrán de nuestra lengua, la que ellos de nosotros heredamos. América latina o ex - hispana, nacionalismo –católico o a secas- de todos los países del otro lado del charco, aparte de mi ese cáliz. Y hablo por propia experiencia, en Argentina en Méjico, en Colombia, y un poco o más a distancia o de oídas, es cierto, también en Venezuela.
Lo digo y lo repito, me insurjo de lo mas resuelto contra la puja al alza internacional a la que en las últimas horas venimos asistiendo contra el régimen actual venezolano y contra su máximo líder o representante. No le deseamos –¡válganos Dios!- la suerte del coronel Gadafi que algunos parecen ahora tenerla prometida. Ni a ellos ni a la dinastía Castro en Cuba. Abogamos en lo más hondo por una transición pacifica –en Cuba como en Venezuela- como la española que me diga, mejor que la española- sin ajuste de cuentas ni escarmientos urbi et orbe (como el del coronel libio) .con el visto bueno USA- por cuenta del honor y de la buena reputación –como una vestal ofendida y mancillada- de la diosa Democracia, y no desesperamos que la crisis profunda por la que atraviesa el país hermano pueda ser la ocasión que ni pintada de la reconciliación o del enterrar el hacha de guerra de dos memorias antagónicas por cuenta de la (llamada) emancipación americana.
¿Emancipación o rebelión mestiza (anti-española)? La polémica está servida y los reproches por muy vivos y viscerales que ellos sean- de racismo (sic), de arrogancia, de complejo de superioridad- no hacen nada a fe mía por arreglar las cosas. Y mejor plantear la situación de una vez en sus términos exactos por crudos y abruptos que ellos sean, y dejarnos de paños calientes a lo que habitúa la diplomacia y la política exterior española en su agenda americana. El que esté libre de pecado, etcétera, etcétera, y el autor de estas líneas llevaba la cabeza llena de esos tópicos –de Hispanidad (marca, como un nihil obstat, “monseñor -vasco- Zacarias de Vizcarra”)- cuando crucé el charco en espíritu misionero hace la friolera (casi) de cuarenta años, tras los pasos de Monseñor Lefebvre, prisionero él también –aunque francés- de aquella ensoñación de la memoria (hispanoamericana) Hasta que me di de bruces con la realidad de la emancipación, léase de la rebelión (racista) anti-española en ascuas en las mentes y en las almas, aún en los mas confesadamente hispanófilos allí de todos los “hijos” de la Madre Patria (…)
Y fue en el seminario de la FFSPX en Buenos Aires que el autor de estas líneas fundó junto con un compañero francés (solos los dos), y en el que al cabo de unos meses -sin verlas yo venir, lo reconozco- tuvimos que hacer frente a una rebelión de los seminaristas (todos ellos provenientes de varios paises hispanomericanos), sorda y confusa en su pretextos y motivos que al final (y a fe mia que me costó trabajo y tiempo el comprenderlo) iba dirigida contra mí. Léase contra el español del grupo. Y fue eso -la primera vez que lo confieso en publico-, ese brusco (y aciago) despertar de duendes y de fantasmas de un sueño de siglos lo que me hizo levar el ancla o levantar el vuelo a unos meses escasos (deo gratias!) de la guerra de las Malvinas (….) Y recalar en Europa, la auténtica patria mía y de todos los españoles.
Me gusta Europa –y que piense de mi lo que quiera Nicolás Maduro- como me dijo que le gustaba, ayer en un encuentro casual en el autobús aquí en Bruselas, un turista boliviano (puro), de cierta edad, que parecía perdido (una simple apariencia) por el tiempo lluvioso y por el cielo gris Me gusta Europa, sí, y oírselo decir .de forma tan cándida tan espontánea- a aquel latino/ché me gustó a mí, y me levantó de golpe la moral y catalizó en mi un proceso de toma de conciencia. Me gusta Europa sí, y no me gusta en cambio el eterno reproche como un lamento bíblico que nos sigue llegando (y persiguiendo) de la America (ex) hispana. “Queremos a España porque no nos gusta”, es o era un tópico de lo más manido del viejo patriotismo ancestral: no nos gusta la America ex - hispana, no nos gustan sus reproches y sus complejos (raciales) anti-españoles. (de superioridad o de inferioridad o lo que sean) ¿Señal será que los lazos –de afecto y de estima y aprecio recíprocos no están definitivamente rotos, tras la catástrofe de la Emancipación americana? Que así sea, y así se cumpla. En Venezuela
Posdata- Dedico esta adenda (urgente) a los españoles que sufrieron persecución –hasta el punto de verse algunos de ellos obligados a dejar el país- por el régimen actual en Venezuela. Victimas sin duda, más que de las torpezas y servidumbres de nuestra política exterior allí, de un malentendido histórico, recíproco, trágico y patético en torno a la Emancipación-
Americana.
Addenda bis (domingo. 11 h.) Los acontecimiento se precipitan a ritmo de vértigo en las ultimas horas en Venezuela y el escenario se va a marchas perfilando en el horizonte de una intervención aliada –con el visto bueno del Consejo de Seguridad- como en el Irak, en Siria o en Libia: ante eso que no se vea en nuestra actitud medias tintas. ¡No a la guerra civil, no a la ingerencia extranjera en Venezuela! Y no a la manipulación de las redes sociales que (como en el 15-M) han provocado la actual situación, tras las que especuladores estilo Soros -o él mismo quizás- aguarda su vez. Maduro tiene razón, Europa no es la UE, y si quieren elecciones, que empiecen en España ¿Por qué no?
Y que nuestro grito se vuelva un c-l-a-m-o-r (en español)
Venezuela al borde de la guerra civil y los españoles de buena o mala fe parece que se lo están ganando a pulso. No me caso con nadie. Aquí ya lo saben todos.Y menos que nadie con los de Podemos a los que dediqué un libro –a ellos y a su lider de la coleta- del que no me retracto ni una jota. Y lo digo ahora que este artículo escrito de urgencia y en caliente y con el corazón en la mano puede que me ponga en malas compañías. ¿Más comprometedor entre paréntesis el dinero venzolano que el iraní, el de un gobierno “totalitario que el de un grupo terrorista (o de antiguos terroristas)? Aunque parezcamos ingenuos por demás haciéndonos ese tipo de preguntas. Que ignorábamos a fe mía lo fácil que es el encontrar –en política- financiación extranjera. Como decía el Caudillo, no hay mal que por bien no venga y la crisis venezolana nos habrá quitado a fe mía las escamas de los ojos y no pocos complejos e inhibiciones –de pijos, de buenos¨chicos- de nuestras cabezas.
¿Me estoy dando (de nuevo) la cabeza contra el muro, en la soledad mas rigurosa? ¿Abrazando una causa que todos o casi todos están ya dando por perdida, contra la primera potencia del planeta (y su imprevisible presidente a la cabeza)? No lo veo yo así, tal vez porque lo veo desde fuera, y también porque el tiempo que viví y deambulé del otro lado del charco (año y medio) me di cuenta y pude calibrar el prestigio y la influencia y por via de consecuencia el rol de mediadores que puede jugar -en nuestro favor- la presencia alli francesa. Y los franceses están haciendo en esta crisis unos analisis y avanzando unos diágnosticos –algunos de lo mas significativos entre ellos por lo menos-muy diferentes de los que esta vertiendo la prensa global en lengua española. Tal y como lo ilustra un enlace del ultimo minuto del sitio digital –Egalité et Reconciliation-, de Alain Soral al que dedique una de mis últimas entradas.
ADDENDA No me retracto de lo escrito más arriba ni una jota. La actualidad candente brama y ruge y amenaza con sus bramidos y rugidos de desmarcarnos no obstante a veces. Es así como nos sentimos, como españoles, y más aun el autor de esas y de estas líneas, oyendo la diatriba antiespañola de Nicolás Maduro –y el torrente de aplausos que cosechó- que por el contenido y sobre todo por lo emocional de la misma nos hace pensar al incidente que protagonizó el embajador Lojendio ante las cámaras televisivas con el mismísimo Fidel Castro en los inicios de la revolución cubana. ¿Querellas de familia? Es posible, no dejan de ser por en cuanto tan dolorosas e hirientes y ofensivas, a nuestro patriotismo y a nuestra memoria (en ascuas) Y la reafirmación en las palabras de Nicolas Maduro de su memoria bolivariana –léase antiespañola- no nos deja indiferentes, y sin duda que se merece una réplica pronta por mas que ellos estén habituados al papel de querellantes –o querulantes- y a ver, al mismo tiempo que nosotros damos como por sistema, a sus puyas y a sus desplantes la callada por respuesta, por aquello sin duda de quien calla otorga, del refrán de nuestra lengua, la que ellos de nosotros heredamos. América latina o ex - hispana, nacionalismo –católico o a secas- de todos los países del otro lado del charco, aparte de mi ese cáliz. Y hablo por propia experiencia, en Argentina en Méjico, en Colombia, y un poco o más a distancia o de oídas, es cierto, también en Venezuela.
Lo digo y lo repito, me insurjo de lo mas resuelto contra la puja al alza internacional a la que en las últimas horas venimos asistiendo contra el régimen actual venezolano y contra su máximo líder o representante. No le deseamos –¡válganos Dios!- la suerte del coronel Gadafi que algunos parecen ahora tenerla prometida. Ni a ellos ni a la dinastía Castro en Cuba. Abogamos en lo más hondo por una transición pacifica –en Cuba como en Venezuela- como la española que me diga, mejor que la española- sin ajuste de cuentas ni escarmientos urbi et orbe (como el del coronel libio) .con el visto bueno USA- por cuenta del honor y de la buena reputación –como una vestal ofendida y mancillada- de la diosa Democracia, y no desesperamos que la crisis profunda por la que atraviesa el país hermano pueda ser la ocasión que ni pintada de la reconciliación o del enterrar el hacha de guerra de dos memorias antagónicas por cuenta de la (llamada) emancipación americana.
¿Emancipación o rebelión mestiza (anti-española)? La polémica está servida y los reproches por muy vivos y viscerales que ellos sean- de racismo (sic), de arrogancia, de complejo de superioridad- no hacen nada a fe mía por arreglar las cosas. Y mejor plantear la situación de una vez en sus términos exactos por crudos y abruptos que ellos sean, y dejarnos de paños calientes a lo que habitúa la diplomacia y la política exterior española en su agenda americana. El que esté libre de pecado, etcétera, etcétera, y el autor de estas líneas llevaba la cabeza llena de esos tópicos –de Hispanidad (marca, como un nihil obstat, “monseñor -vasco- Zacarias de Vizcarra”)- cuando crucé el charco en espíritu misionero hace la friolera (casi) de cuarenta años, tras los pasos de Monseñor Lefebvre, prisionero él también –aunque francés- de aquella ensoñación de la memoria (hispanoamericana) Hasta que me di de bruces con la realidad de la emancipación, léase de la rebelión (racista) anti-española en ascuas en las mentes y en las almas, aún en los mas confesadamente hispanófilos allí de todos los “hijos” de la Madre Patria (…)
Y fue en el seminario de la FFSPX en Buenos Aires que el autor de estas líneas fundó junto con un compañero francés (solos los dos), y en el que al cabo de unos meses -sin verlas yo venir, lo reconozco- tuvimos que hacer frente a una rebelión de los seminaristas (todos ellos provenientes de varios paises hispanomericanos), sorda y confusa en su pretextos y motivos que al final (y a fe mia que me costó trabajo y tiempo el comprenderlo) iba dirigida contra mí. Léase contra el español del grupo. Y fue eso -la primera vez que lo confieso en publico-, ese brusco (y aciago) despertar de duendes y de fantasmas de un sueño de siglos lo que me hizo levar el ancla o levantar el vuelo a unos meses escasos (deo gratias!) de la guerra de las Malvinas (….) Y recalar en Europa, la auténtica patria mía y de todos los españoles.
Me gusta Europa –y que piense de mi lo que quiera Nicolás Maduro- como me dijo que le gustaba, ayer en un encuentro casual en el autobús aquí en Bruselas, un turista boliviano (puro), de cierta edad, que parecía perdido (una simple apariencia) por el tiempo lluvioso y por el cielo gris Me gusta Europa, sí, y oírselo decir .de forma tan cándida tan espontánea- a aquel latino/ché me gustó a mí, y me levantó de golpe la moral y catalizó en mi un proceso de toma de conciencia. Me gusta Europa sí, y no me gusta en cambio el eterno reproche como un lamento bíblico que nos sigue llegando (y persiguiendo) de la America (ex) hispana. “Queremos a España porque no nos gusta”, es o era un tópico de lo más manido del viejo patriotismo ancestral: no nos gusta la America ex - hispana, no nos gustan sus reproches y sus complejos (raciales) anti-españoles. (de superioridad o de inferioridad o lo que sean) ¿Señal será que los lazos –de afecto y de estima y aprecio recíprocos no están definitivamente rotos, tras la catástrofe de la Emancipación americana? Que así sea, y así se cumpla. En Venezuela
Posdata- Dedico esta adenda (urgente) a los españoles que sufrieron persecución –hasta el punto de verse algunos de ellos obligados a dejar el país- por el régimen actual en Venezuela. Victimas sin duda, más que de las torpezas y servidumbres de nuestra política exterior allí, de un malentendido histórico, recíproco, trágico y patético en torno a la Emancipación-
Americana.
Addenda bis (domingo. 11 h.) Los acontecimiento se precipitan a ritmo de vértigo en las ultimas horas en Venezuela y el escenario se va a marchas perfilando en el horizonte de una intervención aliada –con el visto bueno del Consejo de Seguridad- como en el Irak, en Siria o en Libia: ante eso que no se vea en nuestra actitud medias tintas. ¡No a la guerra civil, no a la ingerencia extranjera en Venezuela! Y no a la manipulación de las redes sociales que (como en el 15-M) han provocado la actual situación, tras las que especuladores estilo Soros -o él mismo quizás- aguarda su vez. Maduro tiene razón, Europa no es la UE, y si quieren elecciones, que empiecen en España ¿Por qué no?
Y que nuestro grito se vuelva un c-l-a-m-o-r (en español)
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1 comentario:
Hola! Me gustaría contactarle. Puede escribirme a alvaro_slopez@hotmail.com o darme su contacto? Saludos.
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