Pedro Teotonio
Pereira, embajador del Estado Nuovo (de Salazar) en la España de Franco (en guerra). Un portugués
brillante –y señero-, de otra época. Monárquico y partidario de Dom Duarte de
Braganca, con gente como él (y como Rolao Preto) –a quienes el labriego
Oliveira Salazar se negó (obstinadamente) a prestar oídos (...)-, el glorioso Ejercito portugués
("Ditosa Patria que tais filhos tem") no hubiera caído en manos de quienes le apuñalaron (vilmente) por la espalda
Una novedad editorial –que viene a mi vista navegando en la red en lengua portuguesa- me trae como flor de primavera –y en una estampa nostálgica, color sepia, impresa- el recuerdo de una vieja amistad de los tiempos (ya idos) de mi paso por las cárceles lisboetas. Y es de Waldemar Paradela de Abreu, todo un señor y todo a su honor como dicen en lengua francesa. Editor de mi libro en portugués y principal contacto que tuve el tiempo que estuve preso allí, del que hoy todo bien pesado y bien pensado me sale a modo de balance un juicio netamente positivo de su papel y de sus intenciones –me refiero con respecto a mí- y del conjunto de su trayectoria. “Los últimos gobernadores del Imperio” es un libro a su medida (es cierto), que no podía venir sino de él, me explico de su actividad y de su carrera de editor de choque en el Portugal bravío –de justo después de la Revolución de Abril- que es el que conocí y el que a mí me toco vivir. De él, que como aquellos últimos -y miticos- gobernadores (civiles y militares) sobrevivió al derrumbe del Imperio portugués de Ultramar como yo lo aprendí a leer y a decir desde muy pequeño Y porque yo también de cerca o de muy cerca vi todo eso morir, por eso tal vez me siento mas próximo en su recuerdo y más ligado a un deber de memoria y de recordación en culto y homenaje a unas raíces que no son propiamente las mías, pero como si lo fueran, porque las hice un poco mías en lucha contra la amenaza del desarraigo todo el tiempo –¡tantos años ya"!- que llevo mundo a través, y contra el oprobio y el desprestigio y la calumnia de los que las vi sistemáticamente objeto, que calibré más en su alcance y gravedad precisamente por eso, porque las conocí (de cerca) y en cierto modo las viví
Y en ese esfuerzo de introspección en tema portugués que
me exige la entrada que aquí estoy vertiendo, es como si me quitase de un golpe o
de un soplo de aire fresco, de la vista y de la mente todo ese tufo (agobiante)
de embarazo y de sofoco que me embarga sin quererlo en todo lo que de cerca o
de lejos se relaciona con el mundo (emigrante) portugués con el que me veo obligado a cohabitar
desde hace ya tanto tiempo. Paradela de Abreu era -me doy ahora cabal cuenta
cuando y como con la ayuda de un retrovisor lo contemplo- un portugués señero,
de otros tiempos o de los tiempos del Imperio, por no decir el último o uno de
los últimos de todos ellos.
Una especie de Pimpinela Escarlata en versión luisiada
(y lisboeta) –y con sigos de retraso- en la imagen en todo caso que de él dieron
los medios, que se vio envuelto en el vendaval
que arreció contra su propio país tal vez en uno de los momentos más críticos y
más sombríos de toda su historia, y de lo que salió indemne sin dejarse más que
plumas en el empeño. Así desde luego es como hoy todavía lo recuerdo. Y en ese
enfoque o prisma dominante es como acierto a recordarle hoy, al conjunto de su
figura y de su silueta como a todas las anécdotas y frases y comentarios que de él
conservo. Como las confidencias que me hizo de Humberto Delgado del que por lo
que daba él a entender estuvo de lo más cerca –hasta llevarle y manejarle
incluso su propia agenda ()- al final de su vida casi hasta en sus últimos
momentos.
Imposible para mi el disociarlos, es cierto, el editor aventurero y el que figura
de mártir o de protomártir del Portugal de después del Estado Nuovo, hasta el
punto que un haz de rayos de luz, se me antoja, proyectan ambos sobre la vida
azarosa y aventurera del infortunado militar y político portugués y aclaran
auque sólo sea un poco las circunstancias que rodearon su final tan luctuoso y
tan macabro por múltiples conceptos A aclararlos y explicarlos lo que aquí me he
propuesto, lo confieso, a riesgo -y lo siento de verdad por él (el segundo de lo aludidos y no el primero)- de quitarle de
golpe todo el aura que le acompaña de martirologio, de mito y de misterio. A
comenzar por el perfil de los principales protagonistas de aquello y por el
verdadero rostro o silueta de lo que cubría y arropaba y escondía y protegía
–como una Esfinge misteriosa- a la vez a todos y cada uno de ellos. Policía (Internacional)
de Defensa del Estado. La PIDE
de nuestras culpas y pecados (¡y que dios nos proteja!)
No un retoño o simple criatura, no, de la GESTAPO como más les es
dado creer a muchos () la antigua (y temibe) policia política portuguesa, sino del MI5 –y del
SOE-, del Servicio de Inteligencia de su Graciosa Majestad fuera de toda
sospecha, como en un homenaje de pleitesía (y sumisión) a "la alianza más antigua",
tal y como lo oi jactarse a muchos de ellos allí (dentro), de toda la historia europea. Una policía
(política) valiosa, eficaz -de tiempos de guerra-, y un enjambre –o una pléyade- de
patriotas y valiosos hombres de acción a su servicio, de la cabeza hasta los
pies de su nomenclatura ¿Hasta que ocurrió lo que ocurrió en la frontera hispanoportuguesa
por sus franjas extremeñas? Como dijo Jack, vamos por partes
Que endiosar (debidamente) o erigir alguien al rango más alto del martirologio exige (por propia definición) el criminalizar y rodear de la leyenda más negra a los otros protagonistas del drama o de la tragedia, y de ellos sobre todo al que va de malo de la película o del más malo de todos ellos, un soldado -los franceses le dicen “soldats perdus”- de un imperio (de Ultramar) en su fase de derrumbe eso desde luego, que ya presenté en este blog sin tapujos ni complejos Que había tomado parte (para más INRI) en nuestra guerra civil del lado de los malos por supuesto. De traca, como ahora dicen los expertos
¿Una chapuza –en francés "bavure"- lo que ocurrió en Villanueva del Fresno? Una operación de guerra -y que nadie se escandalice-, de la guerra civil portuguesa en paralelo a la española y variantes una y otra de la guerra civil europea (sic), que conocía entonces sus últimos coletazos o escarceos (principios de los sesenta) O en otros términos -los del veredicto de la Justicia portugesa que asi falló-, y para así dejarnos de eufemismos, "una operación de policía política secreta que salió mal" Frente a una tentativa de golpe o de insurrección armada -como así fue el caso en los inicios de la Segunda Guerra Mundial-, contra la legislación internacional entonces en plena vigencia que penalizaba y proscribía y penalizaba lo que más tarde se conocería y se exaltaría como la Resistance (Resistencia), sobre un ordenamiento legalmente establecido, y el Estado Nuovo lo sería en el concierto internacional de todas todas, pese a la guerra colonial que le tenían declarada y en la que en sus últimos años se vería envuelto “orgullosamente sós” (en la soledad internacional más absoluta)
Una operación de guerra lograda en sus principales objetivos y resultados –el descabezamiento de una insurrección armada- si no en todos en casi todos ellos y a costa de daños o estragos colaterales (sic) como reza el relato o el guión (en vigor) de los últimos conflictos de la actualidad internacional más candente (estrictamente) conforme a los patrones de lo políticamente correcto. Y me extraña que los medios españoles ("patriotas"), los más llamados –por razones históricas, políticas e ideológicas- a entender todo eso, optaran bien al contrario por subirse al carro de los ganadores y al linchamiento de los medios ()
E ilustra a modo de colofón
de lo que aquí decir estoy queriendo el final que (los PIDE) tuvieron en su sede principal
en Lisboa -rúa Antonio María Cardoso- en el tiroteo que protagonizaron en
respuesta a la tentativa de asalto en la que se vieron envueltos y donde vendieron
cara la piel y con ella los títulos de legitimidad patria e internacional que
algunos todavía les reconocemos. Y lo que les salvó (nota bene) de un inicuo proceso ()
Desenmascarando así en su verdadero rostro -de asonada o golpe insurreccional (militar)- la llamada Revolución de Abril. Punto. Y me pongo en guardia escribiendo todo esto que ya les estoy oyendo En homenaje de afecto y de admiración a todo un pueblo “irmao” (como muchos de ellos no sin retintín, tan a menudo dicen ¡qué complejo!) Tan lejos y tan cerca a la vez de nosotros españoles por tantos y tantos conceptos
"Los últimos gobernadores del Imperio" La ultima producción -de lo que me entero sólo ahora- del editor de mi libro “Acuso al Papa”, escrito en las cárceles portuguesas. Waldemar Paradela de Abreu era un hombre de acción, un agente secreto (con varios siglos de retraso), nimbado de gloria y de polémica y de leyenda (y de estruendo) Un portugués señero de los que se llevó a rastras un Imperio en el momento de su derrumbe. Y un homenaje sincero estas líneas a unas mismas raíces tan suyas como nuestras. Pese a la leyenda. A él que fue mi (buen) amigo en la cárcel portuguesa (a través de las rejas) In Memoriam
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