Cayetana Álvarez de Toledo, y Peralta-Ramos y Madero, todo junto, de corrido y todo derecho. Lo que insiste y recalca ella a cada vez, como con cuidado o de miedo que se pase por alto su ascendencia argentina. Y a mucha honra. Y más honrosos sin duda todavía los esfuerzos que hace por adaptar su acento a la pronunciación española cuando habla de “yo” y de “ellos” y no de “essos” o de “sso(o)”. Y con eso y otros muchos guiños y detalles –de una tan carismática (y encantadora) personalidad- se está llevando de calle a un gran sector de la sociedad y de la opinión publica española. Ante la aprensión e inquietud y revuelo, obvios, del sector mas implacable –y guerra civilista- de sus tenaces adversarios que la esperan –¡que no se haga ilusiones!- a la vuelta de la esquina, para echarle encima bólidos de los más malolientes (“boules puantes” en francés), como sus (presuntos) lazos familiares con las Juntas militares argentinas. ¿No te arredres Cayetana, que tienes más seguidores –y admiradores (…) de los que tú misma te imaginas!
Marcel Lefebvre, durante la misa de Lille (29 de abril 1976) que selló su ruptura con la Iglesia oficial y el pontífice Pablo VI que le acababa de suspender “a divinis. En aquel acto de gran repercusión (polémica) en los medios españoles de inicios de la Transición –que empezaron a tildar a sus seguidores de “lefebvristas”-, el obispo francés tuvo palabras de elogio hacia la figura del general Franco y a la Junta militar argentina, ante el gran revuelo de los medios de lengua francesa. Unos meses mas tarde se procedería a la fundación en Buenos Aires de un seminario y de la rama argentina de su Fraternidad, con el concurso del “abbé” Jean Michel Faure –hoy obispo tradicionalista-, y del autor de estas líneas. En la Argentina pues de la Primera Junta, del General Videla
(No es Perón -con bigote-, aunque lo parezca) Teniente coronel Jorge Osinde, de la vieja guardia –política y sindical- peronista. Llevó hasta hoy el sambenito a rastras (entre otros) de principal responsable de la masacre de Ezeiza (20 de junio 1973), cuando la llegada –al aeropuerto de Buenos Aires- del general Perón tras su largo exilio español, en la Segunda Presidencia. Y a la vez, de la guerra civil larvada que se siguió al interior del movimiento justicialista, de preludio a su vez a la guerra (justa) de los militares, en las Juntas (operativo anti-terrorista) Y en un relato (argentino) de aquellos acontecimientos se recogía la escena en la que aquel militar peronista (de derechas) observaba de mirada sombría y amenazadora, tras un mitin presidencial, el alejarse del cortejo de los Montoneros (juventud dela izquierda peronista), con sus cantos y eslóganes desafiantes –y amenazas de muerte (….)-, tan característicos de aquella época, mientras que el General Perón en el otro lado de la escena se dirigía a él, declarando en publico: “¡Mucho cuidado con mis chicos!” (o algo así) Lo que algunos interpretaban como una advertencia y otros en cambio -entre ellos yo-, como una mera coartada (hipócrita y demagógica) de la estrategia maquiavélica de regreso al poder del general, que contaba con el sacrificio -plenamente consentido por él- de ese segmento importante de la juventud argentina (de la izquierda peronista) Y quien declaraba por aquel entonces, que “en otras circunstancias él hubiera sido el primer Fidel Castro de América (…)
General Jorge Rafael Videla, presidente de la Argentina en la Primera Junta Militar (29 de marzo de 1976, 29 de marzo de 1981) Militar insigne, patriota y hombre de honor. Nunca reconoció ninguno de los cargos de los que se le acusaban (tras la guerra de las Malvinas). De guerra justa –y no “sucia- habló en su defensa. Asumiendo y justificando así unos operativos y unos métodos antiterroristas –contra un fenómeno de guerilla urbana e insurgencia (armada) juvenil sin parangón en movimientos europeos comparables de aquella época, ni en Francia ni en Italia ni en España-, que venían en parte inspirados de la actuación del ejército francés durante la guerra de Argelia. El (escandaloso) acoso judicial del que se vio blanco –tras el indulto del que benefició del presidente Saúl Carlos Menem- y su condena y su suerte final (y linchamiento consiguiente en los medios de allí, y no digamos acá) es algo inseparable del contexto en el que todo aquello tuvo lugar, de la derrota en las Malvinas (y de la guerra civil espaola interminable, faltaría) Y es todo ello inseparable también –y el rigor a su vez del que se vio blanco comparado a la suerte reservada a otras figuras de las Juntas- de su condición de argentino de ascendencia española (no criolla o mestiza) He dicho (A ti, Cayetana, va dedicada esta pagina de historia argentina que es en parte la mía)
(Continúa) (…)
(Dedicado a Alberto, mi amigo fiel de la Universidad, nacido y crecido en Buenos Aires –de padres españoles-, ferviente discípulo de los padres Leonardo Castellani y Julio Meinvielle, y de Hugo Wast. Miembro de Tacuara y peronista en cuerpo y alma, del que me separó la muerte definitivamente, después de haberlo hecho mi gesto de Fátima. Al que pongo por testigo –junto a Cayetana- de este escrito, a un mismo tiempo acto de afirmación de mi pasado y de mis raíces, testamento/deposición, y no sé cuantas cosas más)
Cayetana hispano-, o franco-hispano-argentina como se define “técnicamente” la interesada, lo que los medios y las redes no se cansan de glosar (…) Y a mucha honra. Ustedes me dirán: echamos (amargamente) de menos el cosmopolitismo en nuestros compatriotas y cuando nos cruzamos con una compatriota y cosmopolita de veras nos cuesta el reconocerla como tal, por imposibilidad o razón de fuerza mayor (¿genética?) se diría, porque puestos a comparar, en la misma o análoga tesitura se encuentra desde hace mucho el autor de estas líneas, al que sus compatriotas emigrantes en Bélgica se diría que no le reconocen –¡o lo que les cuesta el reconocerle como tal! (…) Y el cosmopolitismo le viene a Cayetana tal vez –no, ¡a no dudar!- de su ascendencia argentina. Argentina como un lamento o un grito (a lo Joan Báez) o como una bandera que se alza, que se estaba haciendo tarde ya (….) Secuela de la derrota en las Malvinas de la que escapé de un tris y tal vez por eso mismo, el costarme tanto asumirla como propia, como mía o como nuestra, como lo hago resuelto ahora, gracias a Cayetana argentina que habrá hecho (sólo ella) posible el milagro, pese a la distancia de tiempo y de lugar (…)Y es por ver que tal vez sea esa la única bandera –la de la reconciliación hispano-americana- que nos pueda y que la pueda a ella salvar, amenazada aunque ella tal vez no se de siquiera cuenta de un pasado que no pasa ni en Argentina ni en España y que la puede de un golpe atrapar (….) Guerra sucia de los setenta (Primera y Segunda Juntas), “locas” de la plaza de Mayo, hijos/desaparecidos (y demás) que algunos se empeñan en convocar en el recuerdo mientras ella –¡con todo el derecho!- se resuelve en convocar al FRAP (….) En la guerra como en la guerra, más madera, que decían los hermanos Marx, y yo me meto bien dentro-hasta las cejas- en esta guerra, con Cayetana como bandera, porque no me queda otra opción (preferencial) Porque salvándome a mí
trato de salvarla a ella, y viceversa (entienda el que pueda el acertijo de la historia o su moral) Salvar mi pasado argentino que me sigue y persigue tantos años ya (….)
Me pasé cerca de dos años allí recluido en un convento –si así a aquello se le podía llamar- en el centro de Buenos Aires (Venezuela “al” 1318) diciendo misa (en latín, tradicional), confesando y dando de comulgar (de rodillas) y predicando sermones que eran más que nada discursos ideológicos (incorrectos, natural) ante la aprobación y el predicamento de la feligresía aquella (un tanto absorta o espantada, la verdad). Y en un ambiente de lo que traslucía allí dentro y de lo que se respiraba cuando poníamos el pie fuera, de imperio (absoluto) de la Ley y del Orden, y de (absoluta) tranquilidad. Y que lo digan testimonios fuera de toda sospecha como lo eran los ocupantes de la sede de la comunidad vasco/argentina -calle Belgrano- a pocos metros de allí y con el balcón ondeando “ikurriñas” a todo ondear, y que lo diga, y lo cuente si aún sigue (no lo creo) en vida, el capellán de aquellos niño y jóvenes ataviados en plan regional en permanencia, el padre (jesuita) Iñaki De Aspiazu, figura emblemática de la inmigración y el exilio vasco en la capital porteña, nacionalista vasco y antifranquista, y partidario ardiente de las Juntas y del general Videla (como no podía faltar) No niego la evidencia –me curo en salud de inmediato- y era de la guerra civil larvada que ardía a todo arder desde la caída de Perón (primera presidencia) y que como ya lo señalé en este blog, en España lo ignoramos por el calculo político del régimen de entonces que decidió el ignorarla (sin más) Pero ello, a mí y muchos como yo, soldados o ciudadanos de a pie, no se nos podia reprochar (….) Y la versión que nos llegaba de todo aquello allí dentro –en aquel convento- no podía ser por menos sesgada a fuer de sincera y además con la fuerza que da lo vivido y la experiencia propia, como eran los testimonios de argentinos que nos rodeaban en aquel centro de nuestra fraternidad SSPX (sacerdotal)
Como por ejemplo, el del padre Raúl Sánchez Abelenda, IN MEMORIAM –que rindio visita amable y cordial a mi familia en Madrid, después que me detuvieran en Fátima-, decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, bajo la presidencia de Isabelita, y que calificó públicamente de “gobernante cristiano” al general Perón, y al que oí en tono jocoso comentar, que “cuando se olvidaba (él) la pistola al salir a la calle era como si anduviese de pies descalzos (o algo así)” ante el consentimiento o conformidad (y jolgorio) general (…) Sin que nadie se escandalizase, vista la época –o tempora o mores!- y el clima que se respiraba en la calle y en todo el país (austral) “¡La historia de mi país en bloque!” como decía –tratando de asumirla- Napoleón. Y lo mismo se podría decirde mi pasado personal, y de sus capítulos más (aparentemente) engorrosos o comprometedores, como lo fue mi paso y mi estancia en la Argentina hace tantos años ya (…) Fui partidario (incondicional) de las Juntas y solidario (sin pensar) de la derecha peronista, que llevaba la voz cantante en sectores influyentes de aquellas. Ignacio Rucci (IN MEMORIAM), Jorge Asinde, López Rega (horresco réferens) Lorenzo Miguel y por encima de ellos, la presidenta Isabelita Perón (a la que no pudieron agarrar) Y que piensen algunos patriotas españoles o falange/auténticos lo que quieran, si su opción o apuesta fue allí diametralmente opuesta a la mía (algo querrá decir, ¿no?, que viéramos las cosas tan del revés, lógico, si bien se mira, “en el reino del revés”, como lo cantó, fuera de toda sospecha, María Elena Walsh)
Y junto con aquellos, peronistas (sin reproche) de después como Saúl Carlos Menem, pese a que le echen (en España) muertos encima en las que él no tuvo nada que ver (...) ¿Está claro lo que quiero decir y a donde quiero venir a parar? Fue una gran tragedia (sic) aquello, como decían los del PP (la boca llena) de la guerra civil española, en la época de José Mari Aznar. Y también una grande gesta –esta como aquella-, el que la Argentina saliera de aquello incólume y que justo después pudiera –aunque fuera por tan poco tiempo- desafiar a la primera (o segunda) potencia de la tierra, gran vencedora de la Segunda Guerra Mundial. ¿“Donde dije digo, digo Diego”?, y qué más da. “Erarre humanu est”
Y es de humanos también el perdonar y el olvidar como yo lo estoy haciendo ahora, los contenciosos de nuestra historia común, y aquel episodio (penoso) de la rebelión mestiza antiespañola como no habré dejado de denunciar. Mestiza y criolla, y “montonera”, no se olvide”, que es lo que me quedaba (en el tintero) por denunciar (…) Es todo lo que me habrá hecho madurar y reflexionar la defensa (cerrada) de Cayetana, la argentina o hispano/argentina. ¡A tus pies marquesa, vestigio o reliquia (joven) de aquella aristocracia porteña –y del Río de la Plata, y española- que tú te empeñaste en resucitar!
ADDENDA La sede de la Faternidad de Monseñor Lefevre en donde residí en el centro de Buenos Aires, calle Venezuela (al 1318), estaba justo al lado -puerta por puerta- de una de las sedes (o templo) de la "Escuela Científica Basilio", de cariz o tendencia teosófica, y próxima -lo que sólo supe al irme de Argentina, más tarde- de José Lopez Rega ("El Brujo") y del peronismo (a partir del final de la Primera Presidencia) ¿Pura casualidad? Todo apunta hoy a que no. Una muestra más por el contrario, de los lazos que matuvimos alli -en nombre de la religion, y de la Tradición- con la derecha peronista. Sin saber no obstante nada de ello y movido de mi celo católico (romano), embestí verbalmente por mi cuenta un día, acompañado de algun próximo, en la puerta de dicha sede. Y los que entonces me parecían poco menos que demonios, se me antojan hoy -no sin un tufo de nostalgia y con cierto deje de ternura- pobres diablos asustados. Triste secuela de "la persecucion religiosa" (contra la Iglesia), pretexto principal en la caída del peronismo y detonante de la (interminable) guerra civil argentina
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