martes, abril 27, 2021

EL PASADO QUE NO PASA. EN MANCHA REAL

 

Mancha Real, provincia de Jaén, entre Sierra Mágina y el Guadalquivir. El pueblo de mi familia paterna. Sólo hace unos días leí en la red lo que la foto que acompaña este articulo tan gráficamente muestra (y que, mi palabra, nunca oí) Que esa localidad jiennense fundada en tiempos de Carlos V por Juan de Olid –compañero y adversario de Hernán  Cortes (...)-, adoptó el trazado ortogonal que inspiraron a aquél las ciudades aztecas (….) Una originalidad y excepción urbanística, –y cultural- inseparable en mi opinión de la (trágica) singularidad histórica de aquel pueblo andaluz durante la guerra civil

Me tenia hecho propósito firme –mi palabra- de dejar el tema en paz (un decir), me explico, dejarlo en ascuas arder y sin echar (más) leña al fuego de la discordia y de la polémica, y sigo animado de ese propósito con las espaldas (bien) guardadas y la frente bien alta y el honor intacto (por descontado) Y esto último es lo que me hace reaccionar –tras bien pensado, y pesado y sobre  pesado- al articulo que cae ante mi vista navegando en la Red, de la pluma (y de la tecla) de un vecino (o lo parece) de Mancha Real, en el “Diario Jaén”. Con todo el aire de tratarse su autor de algo más que eso, me explico, de vocero o portavoz de unos medios mucho más autorizados (y poderosos) de lo que aparenta serlo él. ¿Con la Iglesia hemos topado (otra vez) querido Sancho? ¿Como me la topé una vez mas en mi antiguo blog de la blogosfera de Periodista Digita, con un blog de olivos (sic) y curas con sotana, de un cura de Jaén (o su provincia) poderoso e influyente –por lo que escribía o dejaba (en la foto) aparentar- y respetable (faltaría) y serio y austero todo eso y mucho mas (y a más no poder)?

El articulo que aquí abordo, como sea, y al que me he propuesto rebatir de pe a pa, es claro y diáfano y hasta didáctico se diría, a la altura y a la medida de su autor, profesor de la Enseñaza media y que se  metió por lo que dice entre ceja y ceja el (loable) propósito de instruir –objetiva e imparcialmente cabe suponer- a sus alumnos (de edades tiernas cabe también suponer) sobre el tema en ascuas de nuestra (interminable) guerra civil, que me diga de la guerra civil precisamente allí. En Mancha Real, (casi) a orillas del Guadalquivir (…) Localidad jiennense de la que procedo –como aquí todos ya saben- por la vía paterna, y que no es -como poco o a poco voy cayendo en la cuenta- una localidad andaluza como otra cualquiera hasta el punto –y no hay que echar más que una ojeada en la Red- que acaba (fatalmente) hoy erigiéndose en lugar emblemático de la memoria y en jalón insoslayable de los esfuerzos e indagaciones –como el articulo en cuestión fehacientemente lo muestra- del trabajo de cronistas e historiadores sobre nuestra guerra civil. O más exactamente del capítulo (aparte) andaluz sobre “nuestra” guerra civil. Con documentación profusa y reciente –¿de su propia cosecha?-, y una tesis en extremo diáfana, de la claridad que da la luz o la que da más bien el fuego –de la polémica, y de insidia y de la discordia- que arde en ella a todo arder. 

¿Causa (según él) de la guerra civil? (como ahí se puede leer) Las desamortizaciones eclesiásticas de los liberales –del ministro Madoz y de otro ministro de un protagonismo aún mayor, el judío Mendizábal o Mendizábal a secas (que eso otro no lo escribe él sino que me atrevo a escribirlo yo)-, que despojando a la Iglesia –y en menor medida a los ayuntamientos- de las llamadas “manos muertas”, puestas a la venta (y subasta) en lo sucesivo, dejaban fatalmente a la intemperie toda una naciente clase social –jornaleros sin tierra- sumiéndolos así en el paro agrícola (calamitas calamitatis!) y en la pobreza y en la miseria, y así sembrando los vientos de la lucha de clases, del enfrentamiento fratricida y de la guerra civil? Punto y amén.

Que tiene todos los visos de verdad histórica, de lo que fue o de lo que nos parece que fue, del pasado como posible que diría Heidegger –que pudo ser y de un tris no fue- y asi me lo parece a mi también. Y es si se tiene en cuenta sobre todo, que lo que en ese articulo con aires de novedad se presenta -por cuenta de las desamortizaciones (eclesiasticas) del liberalismo español- no es nada inédito sino que no fue más que la versión o el testimonio de memoria de un bando beligerante, y como tal sometida a caución y litigioso, del carlismo vencido medio siglo antes, en otra historia (o historias) de guerra civil

Y lo que me hizo sobre todo reaccionar y dar sobre todo botes en el asiento fue la memoria eclesiástica que a pesar mío llevo a rastras (aún  bien viva y fresca en mí) De mis años del seminario tradicionalista de Ecône y de sa-cer-do-te de la FFSPX de Monseñor Lefebvre (Fraternidad Sacerdotal San Pío X) Que me hacen ver o percibir mucho mejor que (muchos) otros lo que de hipocresía clerical o hábil coartada (con níhil obstat) –en la guerra de memorias- se trasluce (a ojos vista) en ese postulado histórico que en el artículo aquel se vierte sobre la causalidad primera y principal en el estallido de nuestra guerra civil, tan piadoso y tan edificante, y tan convincente y con tanta fuerza de persuasión, y tan falaz y engañoso al mismo tiempo si nos ponemos a ver. 

Que si el grupo de familias que se señalan en ese articulo con el dedo –que me diga con nombres y apellidos bien notorios y bien sonoros- poniéndolos así en la picota y echándolos (o poco menos) de comida a los puercos, a saber los malfamados terratenientes de Mancha Real, herederos por línea directa de los compradores (“sacrílegos”) de esos Bienes Nacionales, no eran más que testigos o espectadores (impotentes) y en cierto modo involuntarios protagonistas por activa o por pasiva -o pobres víctimas en resumidas cuentas- de la situación y del (ruinoso) estado de cosas creado en el conjunto de la geografía (social y económica) española y más exactamente en la región andaluza, tras el desenlace de aquella serie de guerra civiles, con su corolario de derrota carlista y de triunfo de los liberales o alfonsinos, exponentes estos últimos de ese liberalismo (ferozmente anticlerical) con el que la Iglesia no llegó a tenerlo nunca claro –ni hoy ni ayer-, tal y como lo vi yo en cambio claro como la luz en mis estudios del seminario de Ecône-, que en un pontificado –el de Pio IX- se condenaba y anatematizaba (y excomulgaba) con todas las amenazas de sanciones y castigos y condenas (en esta vida y en la otra) habidas y por haber, y que en el pontificado "demócrata" (de León XIII) a seguir, reconciliaba -canónicamente incluso sin necesario fuera-, sobre las tumbas y los restos de los carlistas vencidos (que todo hay que decir)

Lo que (ubicuamente) planea –ese (inelegante y oportunista) “desmarque” de la iglesia, de con el carlismo que la defendía, junto con la condena pontificia de la Acción  Francesa (no se olvide)- en la lectura –a modo de telón de fondo y de hilo conductor- del “libro prohibido” de Rafael Sanchez Mazas al que tanto aludí en las entradas de este blog, y que la autoridad eclesiástica le obligó a quemar (sic), lo que a pie juntillas –y por la cuenta que le traía- automáticamente cumplió. 

Y de entrada me curo en salud –al precio de servirme de un lenguaje de viejas (díxit Francisco Umbral)- o me pongo en guardia (mejor) ante las criticas de índole personal y familiar incluso, que ya me estoy viendo venir: no tengo (estrictamente) nada que ver con esa familias, las de los terratenientes de Mancha Real, y más concretamente, las de los nombrados –y emplazados- en el articulo tampoco del Diario Jaén. Ni yo ni mi familia tampoco. 

Les conocí y con ellos jugué y correteé -¿como no?- junto con los demás chicos del pueblo, en aquellos veraneos inolvidables de mi infancia y adolescencia (años cincuenta y principios de los sesenta) que entonces parecían borradas como a golpe de varita mágica, entre niños por lo menos, las huellas y cicatrices de la guerra civil. Craso error, cruel ilusión, como hoy no es obligado el concluir. 

Les traté, ya digo, como unos más, como ellos me trataron a mí, con un salvedad y era la barrera tenue pero no invisible que creaba entre ellos y yo el sentimiento o la impresión que a los demás daban ellos (sin remedio) de pertenencia a un clan (más o menos familiar), al que para mí estaba claro que no pertenecía yo. “Los primos” (o primos/hermanos), como así se llamaban entre ellos y como inocentemente yo les llamaba en casa, ante el asentimiento y jolgorio familiar. 

El que esté libre de pecado que tire (no obstante) la primera piedra. Y lo digo ante la propensión o afición de la que el autor del articulo en cuestión da muestras de citas bíblicas (o evangélicas), por ejemplo sobre la ley del Talion, léase la que practicaron los rojos, en Mancha Real (...) 

Que si los terratenientes “manchegos” “pecaron” –de grave/sacrilegio y de no sé cuantas otras cosas más, pero no de robo que no confiscaron  ni expropiaron sino que compraron ante notario y de su dinero (...)-, lo menos que se puede decir es que lo pagaron contante y sonante en el fuego de la persecución en Mancha Real en zona roja durante la guerra civil. Que un miembro de una de esas (dos) familias en el referido articulo puestas (alegremente) en la picota, militar (joven)  en activo y de vacaciones en el pueblo al estallar el Alzamiento, lo fueron a buscar y lo arrastró agarrado al parachoques de su automóvil por todo el pueblo -Calle Maestra arriba y abajo- uno de los mandamases del partido comunista allí, “Pilarillo” de su mote, paralítico de nacimiento y en aquel trance en estado de ebriedad, como así lo oí siempre contar. ¡Horripilante escena, no me digan, digna de la novela de Hemingway! 

Y a Francisco Solís, el coadjutor, cura progre con casi un siglo de adelanto y especie de convidado de piedra del articulo que aquí me ha dado por comentar, al producirse el Alzamiento se vio enredado en una discusión en la plaza del pueblo y ante la fuerza de persuasión de la que parecía dar muestras con sus oyentes, se adelantó un mandamás de aquellos (armado hasta los dientes), que gritó en voz alta “¡y no hay nadie que tenga h….de cargarse a este tío!”. Y dicho y hecho, así sin más. 

¿Mártir (como así se le recuerda hoy) ? Sí, si bien se mira, pero con él no vale -con lo suyos que me diga- lo de la otra mejilla, que al acabar la guerra cuando se desplomó el frente y lo que quedaba de zona roja (en donde se encontraba Mancha Real) -fines de marzo del 39- el que pasaba por ser culpable de su muerte, lo arrastraron a patadas (sic), en señal de venganza (y escarmiento) todo el pueblo a través. ¿Quiénes? Los hermanos del cura (sic), así al menos lo oí siempre contar. 

Lo que me hace recordar sin remedio a Francisco Umbral y su novela guerra civilista “Capital del Dolor” sobre la guerra (y el Alzamiento) en Valladolid, que en la presentación del libro en Madrid se mereció el comentario del dirigente del PSOE (fuera de toda sospecha) Txiki Benegas, asistente al acto, quien declaró (solemnemente) entonces que Umbral cargaba las tintas a ojos vista sobre la Falange y los falangistas, y que la Iglesia tuvo un papel considerable  en la represión durante la guerra en Valladolid. 

La Iglesia (de "la Mancha", y de la provincia de Jaén) ¿inocente y con la cabeza bien alta –y en lo alto de los olivos-, sobre el fango -y el oprobio- de chivos expiatorios que no están ya o no se les oye para poderse defender? 


Bombardeo de Cabra. El Guernica de los otros, como se atreven sólo ahora a llamarlo algunos, sin complejos. En el articulo del Diario de Jaén que aquí comento se defiende (insidiosamente) que las sacas y matanzas en masa de Mancha Real (del 4 de abril del 37) no fueron mas que un consecuencia dos días más tarde –la ley del Talión (en cita bíblica) acompañando- del bombardeo de Jaen (1 de abril 1937) Pero la ley del Talión –ley de guerra- presidió desde el principio hasta el fin la guerra civil española de uno y del otro lado de las trincheras. ¡Alto a la trampa (sic) de la guerra civil, y de la ley de la Memoria! 

Esa es la “Vulgata” que el autor del articulo que aquí abordamos parece (piadosamente) entonar. Y es la que parecía resonar en mis oídos ante el boicot (ensordecedor) del que fui victima allí va hacer ahora diez años (noviembre del 2011), cuando después de haber yo dado una conferencia en la casa de la Cultura –con notable asistencia- sobre la memoria histórica de la guerra civil en Mancha Real a principios de octubre del 2011, durante las fiestas, volví un mes después con la intención de dar otra –en el mismo lugar- sobre el Islam, el andalucismo y Blas Infante y demás, en una sala sobrecogedoramente vacía. Ir y volverme sobre mis pasos, hasta hoy, que así fue, que no volví allí nunca más.

Y no estuvo el PSOE detrás del boicot aquél (contra mí), está claro que no. Que a pesar de mi notoriedad –la mía y de mis posturas-, me otorgaron el permiso de la primera conferencia y me recibieron (educadamente) en sus despachos del ayuntamiento con ese fin. Pero Blas Infante es (nota bene) una gran figura de martirologio –y camino incluso de los altares (...)- en ese cuento de buenos y malos sobre la guerra civil (allí) que se nos cuenta en el articulo del Diario Jaén, y que habrá permitido (nota bene) a la Iglesia española y en particular a la iglesia andaluza el ponerse (cuidadosamente) de perfil en este tema de la ley de la Memoria histórica sobre la guerra civil. Él, como los jornaleros sin tierra (sic), habrían sido los principales damnificados de la guerra civil en Mancha Real, según el articulo del Diario de Jaén. 

Que nos hace sin remedio pensar en los jornaleros (moros o moriscos) desposeídos, de la (incendiaria) prosa andalucista de Blas Infante justo antes de estallar la guerra, a los que traduce -en árabe- por la expresión “fela-mengu” (origen del término, y de la polisemía del término “flamenco”), grandes víctimas (inocentes, según él) de la fase final de la Reconquista. Igual que esos jornaleros andaluces, "reos  de (simple) delito de opinión" -o de afiliación- tal y como se ven presentados en este artículo (insidioso, o diríamos más bien, chistoso) sobre Mancha Real en la guerra civil.

E igual de insidioso o de chistoso lo es el artículo en la referencia (cómplice y elogiosa) a Marcelino Domingo y a la Reforma Agraria (confiscatoria) de la República -tal y como lo que se vio en Portugal tras la Revolución  del 25 de Abril, léase, la extension a los campos de labor de la guerra civil-, como lo es la alusion (crítica e hipócrita) de este último a los bienes comunales (sic) y a la desamortización eclesiastica. En un "radical" (y masón) como él (...)

¿Bienes comunales, de los que habla aquél? Quizás, pero no de la Iglesia ni del Ayuntamiento, sino de la FAI o de la CNT (o del PSOE y de la UGT) . De reír. O de llorar más bien.

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