Dresde, “la Florencia del Elba”, antes de la tempestad de fuego que la destruiría. Joya del barroco y reliquia de cultura católica en Alemania: prueba por el nueve de lo que tuvo (la ultima de todas) de "guerra de religión" –Dominique Venner díxit- la Segunda Guerra Mundial, además de confrontación ideológica
Dresde, trece de febrero del 45. Cincuenta y cinco aniversario de la (trágica) efemérides que viene fatalmente ahora al centro de la escena cuando signos infalibles nos anuncian que los alemanes (por el empuje de la AFD) se están sacudiendo –de una vez por todas- el complejo de culpa y la cultura del arrepentimiento democrático (propia e indisoluble con la democracia) Democracia y judeocristianismo, las cosas claras, que así acabamos viéndolas tras años –decenios- de zozobra , perdidos (y expatriados) en el mundo de hoy .con toda una cultura –y moral, judeo/cristianas- a cuestas del arrepentimiento y del pedir perdón y de la penitencia - sin horizonte de futuro y sin esperanza (s) –en la tierra (…) Y la celebración masiva entre alemanes –por impulso sobre todo, insisto, del empuje de la AFD - habrá desatado la señal de la alarma en los medios, que lanzan el grueso de su artillería en la contabilidad de daños y perjuicios, léase en el numero de victimas del bombardeo, que me diga de aquella tempestad de fuego en nombre o por cuenta de la democracia (…)
“La hora del juicio para la Alemania nazi”, así la calificó –a modo de subtitulo- David Irving primera época –es decir el que precedió, como si fuera otra persona, al que escribió (sin escamas en los ojos) las ultimas paginas de su obra reveladora- él, que fue el precursor de esta polémica de las cifras- que rebrota ahora con brío y con fuerza. ¿Veinticinco mil (sólo) en una ciudad sepultada en la tempestad de fuego y vecina del millón de habitantes (o aún con creces) en aquellos momentos, presa de las riadas en aluvión de refugiados huyendo en tromba el avance incontenible del Ejercito Rojo? Si los jóvenes investigadores (“chercheurs”) celadores de lo político e históricamente correcto –y belgas de preferencia (…)- se quieren seguir tragando y saboreando esos sapos y culebras (enormes), con su pan se lo coman (…) Cien mil -100.000 (cien mil) se avanza hora conforme a todos los testimonios de los supervivientes –y sus descendiente y herederos-, o ¿es que el valor de lo testimonial –y de la memoria- solo cuenta y vale en una investigación histórica con geometría o geografía variable según quienes sean los culpables y las víctimas: “según que seáis poderosos o miserables”, reza un cliché de pauperismo literario en lengua francesa -Lafontaine, 1678-, del que aficionan particularmente las izquierdas. Y según que las victimas sean del bando de los vencedores o de los vencidos (en el 45), así se contabilizan (continua)
(.../...) Era noche de fiesta en Dresde en medio de la guerra (y repito de corrido lo que escribí hace tanto ya como pegado a la sangre –de la memoria-, mujeres, ancianos y niños, las mujeres, auxiliares militares o enfermeras, los ancianos camino de la ópera y los niños con sus trajecitos de fiesta o de uniforme (poco importa) Y de pronto, a la vista de las luces señalizantes en el cielo, estalló una carcajada inmensa, antes de que empezaran a caer las bombas. Carcajada infantil, carcajada eterna. Dresde 13 de febrero del 45, esa es mi religión- la del verdadero holocausto (de más de cien mil achicharrados vivos entre tempestades de fuego)- no tengo otra, la que me inspiró el relato de David Irving en su obra famosa. Y ahora que la veo renacer entre los descendientes de las víctimas de aquello la profeso y grito a los cuatro vientos con más brío y con más fuerza que nunca (…) Aunque el cielo se hunda (otra vez) sobre mi cabeza (…)
Bombardeo de civiles, ley de bronce de la Historia. dirán algunos, y si se trata de bombardeos de simple atrición sin mas objetivos estratégicos que los de aterrorizar a la población o de llevarles a la insurrección, he ahí el auténtico crimen de guerra. Que no fue una excepción en el campo aliado, sino que vino a ser la regla, en Alemania -Dresde, Hamburgo, Colonia, Essen- como en toda la Europa ocupada –o adherida al Nuevo Orden-, en Francia (del Norte y la Normandía), como en Suiza (alemana) como en Austria como en Bélgica. A uno y a otro lado aquí de la frontera lingüística, y sobre todo en zona flamenca, por hispana y por católica –en conventos, lugar predilecto de refugio de la población) de preferencia-, y también en Bruselas –Ixelles, en la estación de Etterbeek- de lo que vi siempre correr un tupido velo de silencio los años que viví aquí (Flandes y Bruselas) (…)
¿Y el bombardeo (ruso) de Alepo?-saltará aquí alguno en aprendiz de brujo (que parece que le estoy oyendo) -, la excepcion que confirma la regla, por tratarse de una guerra civil –como en Guernica- y de hallarse justo al lado de frente o en ruptura del mismo (que fue lo que ocurrió en Durango, en Guernica. o en Stalingrado) (....) Ley de bronce de la guerra total (Totale Krieg), en nombre o por cuenta de la democracia (…) diosa a fe ia de las mas anchas espaldas (…)
¿Purgativo de la misericordia judeo/cristiana, la tragedia aquella conforme a la más pura y estricta doxa nazi/alemana? ¿Y a la Antigüedad clásica griega (conforme al Anticristo de Nietzsche para más señas)? Sea, pero eso no nos quita el deseo y el impulso irreprimible de llorar (virilmente) las victimas de aquello tantos años después, como parece que esta ocurriendo ahora. Llorar sin sensiblería y a la vez con todas las ganas, alemanes o hispano/alemanes, prestando así oídos a "la voz de la sangre que nos liga a los destinos de Europa" (José Antonio Primo de Rivera) dejando a un lado o echando por tierra toda una cultura y una moral (judeo/cristianas) de arrepentimiento y del mea culpa (…), la consigna de la hora (…) de un deber ineludible de memoria (…)
De punto de partida del olvido, y de un recomenzar de nuevo, recobrando asi las ganas de vivir, la fe en el futuro y nuevas (flamantes) esperanzas (…) Lo que no vio, lo que se quedó –de un tris- por ver el profesor NOLTE, mi amigo, que siguió hasta el fin fiel a la Memoria pero sin esperanza, de futuro, y de victoria (…) Y por eso al final me dio la espalda (…) IN MEMORIAM
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