miércoles, octubre 16, 2019

MANCHA REAL, MARZO 1939

Iglesia catedral de Mancha Real (Jaén) que ardió -la cúpula, por la parte de detrás- el 18 de julio de 1936 como única respuesta al Alzamiento militar. La dominación roja fue allí particularmente dura, más si cabe que lo fue en el resto de Andalucía. Como lo ilustran las sacas –y asesinatos (sin más trámite) que allí tuvieron lugar, en las tapias del cementerio, (3 de abril de 1937) en una espiral de violencia que dio inicio con los bombardeos repetidos de Córdoba (Capital) –sobre todo el 1 de abril 1937- que precedieron –en el mismo día- al de la capital, Jaén, y antes precedidos de los de los trenes de la muerte -en Madrid, provenientes de Jaén (11 y 12 agosto 1936) y seguidos de los bombardeos de Cabra (7 de noviembre de 1938, y después) que ignoran olímpicamente la historiografía, y la memoria/histórica)
Mancha Real, provincia de Jaén, "la Mancha" para sus habitantes y forasteros más o menos vecinos también y que la conocen de cerca. La Andalucía profunda –olivarera, de cortijos, de paro rural (calamitas calamitatis!) donde se coció más que en ninguna otra region española el odio de la guerra civil y de la lucha de clases (…) o más bien la excepción que confirma la regla (entonce como ahora) de aquel pueblo tan atípico y emblemático al mismo tiempo (…). A saber la que conforma el autor de estas líneas, proveniente -por la vía paterna- de allí, de "la Mancha" –aunque nací en Madrid- el `pueblo mas rojo (o casi) de España cuando la guerra civil, del que habré salido yo, andaluz y castellano a la vez, y que me reivindico a mí mismo sin miedo ni reproche –al cabo de mi larga expatriación belga- de una Andalucía, la “otra”, la de la paz social de la España del Sur, que yo palpé y sentí palpitar –años cincuenta, sesenta y setenta- en aquellos veraneos inolvidables de mi infancia y mi adolescencia (…)


El 18 de Julio el Alzamiento tuvo allí unas formas un tanto inéditas, comparadas a las de muchos otros pueblos y ciudades de España. Y es que la iglesia –barroco/hererriana del hispano/flamenco Vandelbira- ardió sin más en respuesta a la sublevación militar. Y en la Casa del Pueblo, se empezaron a dar nombres –y apellidos- de las familias aún por definir (políticamente hablando), lo que equivalía a un serio aviso o amenaza. O a una declaración de guerra. Pero por aquello de que no hay mal que por bien no venga, eso obligo a los míos a definirse (como se lo oí una vez a mi progenitor) lo que les valio efectivamente un registro domiciliario en el que fueron confiscados –conforme al acta del registro que acabo pasando por mis manos- un boletín de información y propaganda anticomunista, un manifiesto de los Legionarios de Albiñana, y la encíclica Rerum Novarum. Lo que a su vez valió persecución y encarcelamiento. Tales aguas tales lodos. “Tu padre fue un perseguido”, me comentó una vez un familiar lejano –ya en democracia- como queriendo glosar su trayectoria, la de mi difunto padre, y dar cuenta a la vez de la mía o propia (…) o explicarla (sin justificarla (…)

Y efectivamente, fue (preso) a la cárcel –a la cárcel provincial que no a la Catedral (lo que tal vez le salvó la vida, porque en esta última las sacas fueron mas frecuentes conforme se acababa la guerra)- de donde no saldría ya hasta el final de la guerra en aquella zona geográfica de la provincia de Jaén, ultimo bastión de la zona roja, donde los nacionales no entraron más que a finales de marzo del 39, cuando se desmoronó lo que aún quedaba de líneas de frente, justo antes del último parte de guerra. Y entraron sin violencias, como lo conté en la conferencia que di hace ya ocho años –octubre del 2011-  en la Casa de la Cultura de la localidad –con alcaldesa PSOE entonces como ahora- sobre Memoria histórica (…) Donde conté con pelos y señales lo que le había oído a menudo a mi difunto padre. Y era que inmediatamente liberado de la cárcel, se incorporó a una expedición –todos forasteros menos él y el médico del pueblo, padre de un amigo suyo- de una bandera de Falange -franco falangistas (de camisa azul), que me diga, lo que había allí y entonces (…)- en una camioneta que entró por la parte de arriba del pueblo, calle Maestra abajo –la que cruza por la mitad el pueblo de Norte a Sur (y Este a Oeste)- por la noche, sin luces y con el motor apagado. Y cuando llegaron a la plaza del pueblo –en medio de la localidad-, donde se encontraba el ayuntamiento se hicieron entregar las llaves del consistorio por las autoridades republicanas presentes en su puerta, voluntariamente y con unas palabras que dan idea del clima y ambiente en que discurrió todo aquello. “Don Francisco” –dijo el que entregaba las llaves- dirigiéndose al médico del pueblo que mandaba la expedición, en señal de adhesión –auténtica o fingida-, “les estábamos esperando”, lo que mi difunto padre le oí contar repetidas veces, del tono socarrón invariable –y sin acrimonia- que acertaba a imprimir a sus palabras (…)

Y así fue, así fueron las detenciones y ejecuciones en el pueblo aquel –todo por la vía legal- como discurrirían más tarde pero sin la presencia de mi padre soy formal y categórico en lo que afirmo- al que mi abuelo paterno ordenó que se viniese a Madrid –donde había estado, de estudiante, antes de la guerra- para alejarlo del pueblo: así me lo dijo y así me creo su testimonio verídico de memoria, tan verídico como lo puedan ser (pongamos por ejemplo) lo de quienes defienden la memoria de las trece rosas. Y sin embargo la vindicta –sin nombres y sin rostro- le acompañó siempre después, algo de lo que me di cabal cuenta solo después de su muerte. Y era lo que no le perdonaban, muchos, no su actuación –decisiva- en la entrada en el pueblo del bando nacional- sino su comportamiento a seguir, y fue que justo después de aquello mi padre recorrió –él sólo- ,de arriba a bajo la calle de su domicilio familiar a los gritos de “¡Arriba España!”, ante un silencio (sepulcral) de muerte y a la que sólo salió –en señal de adhesión y bienvenida- un vecino bárbaramente perseguido (él y los suyos) durante la dominación roja. “A la buena nueva –la de Jesús- sucedió la peor de todas, la de San Pablo” dice Nietzsche en el Anticristo. Y así se puede glosar –con frío realismo y memoria fiel- cómo recibieron en el pueblo andaluz aquél, ganado de cuerpo y alma (su mayoría me refiero) -al lado de una minoría heroica y sacrificada- al bando de los vencidos, el anuncio de mi padre –que era a su vez la muerte de sus sueños y esperanzas en resumidas cuentas- -, lo que venia a ilustrar las puertas cerradas a cal y canto y las ventanas echadas. Y eso pesó quintales –de forma subliminal- en los míos. Más si cabe que el episodio que “señaló” –hasta hoy- a mi difunto padre como al resto de la familia.

Y fue la detención –a pecho descubierto- en Madrid, de un jefe de las juventudes comunistas de la Mancha (que lo había tenido a él preso durante la guerra) - en los primeros años de la posguerra, justo a seguir al final de la Segunda Guerra Mundial, en el 45, cuando los vencidos –como a una sola señal- empezaron a levantar cabeza y a mostrarse a la luz del día –con la amenaza de invasión que se daba ya por descontada y la Sexta Flota americana desplegada en orden de combate en aguas del puerto de Valencia (…), quien se hizo varias veces el encontradizo, encima de un andamio donde hacía que trabajaba, por el mismo trayecto que recorría vestido de uniforme a diario mi difunto padre. Quien vestido así se acercó a un policía urbano y le conminó a que procediera a la detención de aquel individuo, a lo que el otro sólo accedió ante las palabras –de advertencia- de mi difunto padre: “si Ud no lo hace, lo hago yo, pero aténgase a las consecuencias”. Y así fue la detención, perfectamente legal, sin violencias, de igual modo –¿comparaciones odiosas?- a como Ramón Ruiz Alonso (horresco referens) procedió a la luz del día y a la vista de todos, a la detención de García Lorca (….) “Ponerle el cascabel al gato”, lo que mi padre hizo, que mereció esa glosa de otro de mis familiares, de una generación más joven, cuando en la Transición se empezaron a desatar las lenguas y pude oír en un relato tan verídico como completo lo que hasta entonces había llegado hasta mis oídos solo en forma de rumores más o menos dispares e inconexos. Y lo que vino después, a él ya no le incumbía. Justicia (sumaria) militar de tiempos de guerra.

Y si me he decidido a poner este testimonio de terceros por escrito, lo es sin duda por la reacción -operando en mí a modo de revulsivo- de un belga con un pasado a cuestas el también a todas luces (de cuando la Segunda Guerra Mundial en Bélgica)- al que se lo conté (ingenuo de mí) y que reaccionó escandalizado a todas luces, tratando (en tono pedante e hipócrita) de disculpar como un pecadillo de juventud o una tontería irresponsable lo que me pareció a mí y me sigue pareciendo una conducta heroica. Que memoria tenemos todos y no sólo el inquilino de la Moncloa. O como dice el refrán, donde las dan las toman. Y solo habiendo vertido ese testimonio –la mente bien resuelta y el alma en paz-, dejo de darle a la tecla

6 comentarios:

  1. Anónimo12:40 p. m.

    QUIZAS LE INTERESE LEER ESTO:

    https://www.xn--elespaoldigital-3qb.com/cataluna-sera-un-tema-clave-el-10n/

    ResponderEliminar
  2. Buenas Juan.
    Creo que defiendes la idea de que Franco se rindió como Estado al Vaticano.¿tienes algún libro escrito por ti o por otros donde se explique ese pensamiento?
    Gracias

    ResponderEliminar
  3. Hola Isidro, he estado por razones ajenas a mi voluntad imposibilitado de acceso a mi blog, lo que explica mi tardanza en contestarte. No he escrito sobre ese asunto en especial, aunque esa idea -la rendicion de Franco a los aliados por mediación vaticana (en el 45)- gravita de cerca desde hace mucho en este blog, y a menudo de forma expresa, como por un repaso de sus artículos -por somero que sea- tu mismo lo podrás comprobar. Tengo no obstante escrito un libro sobre Fátima, pendiente desde hace ya algun tiempo de publicaciõn, en el que creo recordar que me explayo más detenidamente y en detalle sobre el tema. Lo voy a repasar y si es así, podría hacerte llegar por vía digital los párrafos que a ello se refieran, y si te interesase, la versión del proyecto del libro en su totalidad, y por qué no? Te dejo pues a la espera de mis noticias. Gracias de nuevo y recibe un fuerte abrazo

    ResponderEliminar
  4. Buenas tardes Juan.
    Gracias por tu respuesta, si que me gustaría recibir tus escritos para poder comprender algo mas de la historia del franquismo, que cuanto más se mira se vuelve más compleja y menos obvia.
    He encontrado que don Vicente Talón tiene publicados dos libros en ediciónes Fides sobre este asunto, se titulan "El suicidio por harakiri del régimen franquista(1966-1977)"y "Franco y la Iglesia, historia de una sumisión (1936-1935)". No se si los conoces, si es así me gustaría conocer tu opinión, yo desconozco totalmente el contenido de las obras y al autor tampoco lo conozco, pero el título me parece sugerente.
    Disculpa que me haya tomado unos días para contestar .
    Abrazos.

    ResponderEliminar
  5. Disculpa mi tardanza Isidro, he repasado mi libro de “Krohn el cura papicida”, que es donde mas me explayo sobre la cuestión –y no en mi otro libro sobre Fátima contra lo que yo creía- y he resumido tratando de responderte los párrafos y pasajes que abordan aunque sea de una forma indirecta esa cuestión, de la rendición de Franco (por mediación vaticana) a los aliados, reuniendo lo mas breve y sucintamente posible las principales ideas que en ellos expongo, a modo de repuesta a tu pregunta. La “clericalización” del régimen en la posguerra en paralelo al proceso de lo que se podría llamar desnazificación o desfacistizació –a saber desfalangistizacion en su version española - es una prueba palpable del poder politico temporal que alcanzo el Vaticano en la España de la posguerra –y un grande (e irritante) anacronismo en el mundo de entonces-, y con él el papa de Roma, y una secuela apenas a la vez de la rendición a los aliados por mediación vaticana (como yo lo mantengo). Era la alternativa a la otra/salida, la invasión armada de la Península y la reanudación de la guerra civil.

    La única que nos quedaba tras la derrota de nuestros (fieles) aliados de la guerra civil, la Alemania nazi y la Italia fascista. Una secuela a su vez en suma, pues, de la decisión –pesada de consecuencias- de neutralidad (pactada) de Franco y de la no entrada en guerra, contra el parecer de muchos de sus partidarios y contra el sentir casi unánime de la población (mayoritaria) que le era adicta en la España de entonces (de la Victoria). La lealtad a las alianzas de guerra fue una de las líneas mayores que presidieron la expansión –y duración- del Imperio romano como lo ilustra la batalla de los Campos Cataláunicos (451) en la que formaron juntos romanos y visigodos contra los Hunos de Atila, uno de los trances mas decisivos de la historia de la civilización europea. Franco no lo vio o juzgó así, y prefirió hacer –en la Segunda Guerra Mundial- de su capa un sayo, con la bendición papal -de “Su Santidad”-, el beneplácito de Roma (y del Vaticano) de (santa) coartada como digo, condenándonos así –durante décadas- al aislamiento y a la marginación y a la hipoteca total del futuro de los españoles colectiva o individualmente considerados –de su juventud sobre todo-, como lo pueden fehacientemente comprobar aquellos que se arriesgan por su cuenta y riesgo en poner un pie por cima de los Pirineos, condenados fatalmente a sufrir la suerte de ciudadanos de segunda o de tercera –de vencidos o derrotados en resumidas cuentas (y sé de lo que hablo)

    Y ello a menos que prefirieran hacer valer –como es el caso de la mayoría de emigrantes españoles (años cincuenta- en Europa y sus descendientes (salvo excepciones honrosas) su beligerancia –de izquierdas- en la guerra asimétrica –sobre todo de puertas afuera- en que se acabo traduciendo la guerra civil española (que todavía dura), pudiendo beneficiarse así del clientelismo de la clase política –mayormente de izquierdas o centro izquierda- que rige desde el 45 (y hasta nueva orden) en los países europeos. O de otros, de una corriente migratoria mas actual y reciente (y más joven) que prefieren consentir en verse reducidos a un estatuto de subalternos/modelos que es como así prefieren vernos, allí y un poco por todas partes (para evitarse así problemas), dimisionarios pues del papel y de la vocación ineludible -de adelantados y en suma de liderazgo- de Españoles en Europa...!..

    ResponderEliminar
  6. .../...Y a los que prefieren o preferimos –por un deber ineludible e inexcusable de memoria- el mantenernos al margen de la fiesta (de la democracia), pan negro (lo reconozcan sus victimas o no lo reconozcan) de la exclusión y de la denigración, del fracaso (social y profesional) y del ajuste de cuentas, por muy antiguas que ellas sean. Y los españoles, en Bélgica por ejemplo pagamos por la guerra del 36 –quiero decir por la Victoria- , por la Segunda Guerra Mundial (y si se me apura, tamben por la Primera) y también por las guerras de religión (o guerras de Flandes) de hace varios siglos, Y el traidor Puigdemont que escogió el buscar refugio precisamente aquí lo comprendió bien, mucho mejor desde luego que sus enemigos. Al principio de mis cavilaciones en estos temas, pensé que Franco, a la vista del espectáculo (macabro) de los cadáveres del Duce y de la Petacci colgando y flotando al aire bajo la cólera de la muchedumbre, decidió morir con las botas puestas, o sea el negarse a dejar el poder como muchos se lo pedían.

    Hoy en cambio, todos nos hicimos -como decía Nietzsche- mucho más serios “en las cosas del espíritu”, y pienso que lo suyo fue un meterse debajo de la cama, léase de faldones y sotanas, ya digo que como última alternativa. Por todo eso estuve tentado de ponerme yo también de perfil en la movida de la exhumación de sus restos. Pero algo me movió a obrar en sentido contrario. El que este libre de pecado que tire la primera piedra. Y no se la tiraría yo por sus decisiones de entonces en aquella encrucijada tan terrible en la que se vio metida España, pero eso no nos exime de un deber de rendirnos a la más elemental de las evidencias –de nuestra derrota en la Segunda Guerra Mundial (y si se me apura también en la Primera)-, y es si queremos sacudirnos la hipoteca de futuro a la que la Historia reciente tiene a España condenada. Por el futuro de las generaciones mas jóvenes en resumidas cuentas.

    Hasta qui mi repuesta Isidro. Y espero dar así tu respuesta por satisfecha

    PD No conozco esos títulos que me indicas. Sí que me dice algo en cambio Vicente Talón, mis respetos. Un nombre (ilustre) de otra época. No sabía en cambio que abordaba en su obra la politica religiosa. Lo del suicidio por harkiri es tal vez, por lo que dices, una idea de su cosecha, pero estaba no obstante muy extendida en ciertos sectores. Sigfredo Hillers por ejemplo, lider y fundador del FES, la difundiría. Y no es más que una secuela -la última en el orden del iempo, y por remota que sea- de la rendicion del regimen a los aliadis, en resumidas cuentas. Y por supuesto justo en simultaneo con la sumisión (sic) a la Iglesia, léase la claricalización (de la que hablo en mi respuesta)

    ResponderEliminar