Te arrastra la riada, Juan
Que ruge ahí al lado y te aplasta,
Déjala, apártate, vela pasar
Que hay un antes y un después de esa plaga
Y en busca de un asidero
Tus ojos clavan sus garras
Igual que la lava ardiente
Que me funde que me abrasan
Igual que un imán mágico
Que me atrae y que me llama
Y me fija e ilumina
Y despeja al trasluz mi mirada
Y salí de aquel trance curado
De tanta matadura extraña
tanta fatiga y tanto choque
¡y en trizas sueños y esperanzas!
O limpias más bien, más lisas
Más brillantes y expurgadas
Al cabo del desaliento
Sin tanta pega y tanta ganga
Y salí ufano y risueño
Y dispuesto a dar la cara
A conquistar todo un mundo,
A hacer mía esta tierra extraña
Y a enarbolar mis banderas
A cual más reina, (a cual más alta)
Para que me veas tú mi reina
Y me hagas signo en lontananza
Que si tu amor al final vienes
Como yo te espero –¡y cuanto tardas!-
Se me van las ideas negras
Y sigo en pie enhiesto –y sin mancha!-
Y tras mío, una jauría de perros
¡Cuanto rugen cuanto ladran!
Y cuando vuelvo la vista
No hay nadie, vacío, no hay nada
Y ahí está la clave del enigma
la Nada nauseabunda y calva
a trepar a la ligera
y a saltos y a zancadas
(sin que se me enganche el alma)
Un soplo, una liviandad, tu amor
Y sin él, no me queda nada
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