1. Semana Santa. Una fachada, la pascua judía. Una realidad, el equinoccio de primavera, cuando florecen las flores y la natura se despierta y ríe la primavera. Eso es lo que en el fondo celebra la Semana Santa. Una fiesta pagana con un un contrapunto cristiano o judeo/cristiano: la muerte de Cristo en la Cruz, única realidad propiamente histórica del relato evangélico. Hubo solo un cristiano, el que murió en la cruz (Nietzsche en el Anticristo) Un realidad histórica que se presta al análisis histórico (comparativo) La muerte del coronel Gadafi, alegoría retrospectiva de la muerte de la cruz. Como la campada del Sol lo fue del Pentecostés del cristianismo primitivo, una religión de indignados y de perros flautas (del mundo antiguo)
2. La madre de todas las bombas. Un confirmación de la tesis del bluf (Thierry Meyssan) del ataque norteamericano a la base siria de Shayrat, destinado a sus aliados británicos, para convencerles de la nueva estrategia anti-EI de la Casa Blanca. EI, responsables del uso a gran escala del arma química. Una sombra no deja de gravitar sin embargo sobre la actualidad de la guerra en Siria, y es la de la marca USA innegable de la insurrección anti-Asad -como en el conjunto de las “primaveras árabes”-, en sus inicios (como lo hace observar en su ultimo cuaderno de a bordo Jean Marie Le Pen)
3. “Madrugá” sevillana. Unos incidentes (reprobables) comparables al asalto (reprobable) a la capilla complutense -marzo del 2011, que sirvió -o felix culpa!- para poner al descubierto el anacronismo de capillas y del ministerio sacerdotal en medio universitario. Como aquellos -condenables por supuesto- viene a poner ahora al descubierto el declive irresistible de la Semana Santa española reliquia de nuestra gran derrota histórica en las guerras de religión (Guerra de o Treinta Años)
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