jueves, abril 20, 2017

LA NUEVE Y LA CARLOMAGNO

Mariscal Philippe Leclerc De Hauteclocque (nacido Philippe De Hauteclocque) jefe de la Segunda Dvisión Blindada a las órdenes de De Gaulle, integrada en el tercer ejército aliado (al mando del general Patton) De rancia nobleza y monárquico y de Acción Francesa hasta 1940. Tuvo bajo su mando a la Nueve -la compañía de los rojos republicanos españoles-, que se verían asociados directamente -formando parte de los pelotones de ejecución-, en el fusilamiento de doce voluntarios franceses de la División SS Carlomagno, ordenado por aquél, el episodio que empaña para la posteridad la trayectoria militar -brillante sin la menor duda- del mariscal Leclerc. Y es eso sin duda -además de otros excesos en la represión de los republicanos españoles en Francia-lo que explica la sordina de la que la Nueve y otros protagonistas rojo/españoles de episodios de la Segunda Guerra Mundial en suelo francés (como Cristino García) se ven objeto, sistemáticamente relegados al olvido en la memoria oficial francesa de la Segunda Guerra Mundial. Por más que se empeñen en rememorarlos algunos guerracivilistas españoles
La Segunda Guerra Mundial dividió profundamente a los franceses, hasta hoy. Que no consiguen ponerse del todo de acuerdo en ese importante capitulo de su historia contemporánea en el siglo XX marcado sobre todo por dos fenómenos dominantes, a saberla Resistencia y la Colaboración. Ya dejé sentado a menudo en este blog y no sólo, que la guerra civil española del 36 escarmento a la clase obrera francesa en cabeza ajena, lo que se vería ilustrado durante la ocupacion alemana y las dos secuelas principales de signo antagónico de la misma, a saber la Colaboración y la Resistencia que comparativamente se verían caracterizadas por un importante protagonismo de la clase obrera, la primera, a través de un sector significativo de la misma procedente de la izquierda, y “pari passu” por la presencia innegable de las clases medias y altas e incluso la aristocracia en bloque en la segunda como ocurriría también -de forma todavía más emblemática- en Bélgica.

Y la Nueve, esa unidad de rojo republicanos españoles que combatió con las tropas francesas dependientes del gobierno de Londres en la Libération -integrada en la Segunda División Blindada- se verían mandados por paradójico que parecer pueda, por un aristócrata, el mariscal Leclercq (De Hauteclocque) de vieja y rancia nobleza y antiguo partidario de Charles Maurras y de la Acción Francesa. Y sin duda partidario de los nacionales durante la guerra civil española. Como lo había sido el mismo De Gaulle, y como lo fueron sin duda en gran parte los altos mandos del ejercito de la Libération a comenzar por el propio De Gaulle. Lo que se ve ilustrado mas gráficamente aún en las fotos que de esos rojo republicanos españoles se conservan, donde las imágenes zarrapastrosas de los milicianos del ejército rojo de la guerra civil parecen haber dado paso a uniformes irreprochables de un ejercito regular, sometido a pases en revista como dios/manda, sin barbas, ni fachas o pintas a lo Pancho Villa, como seria la tónica en la guerra civil español en zona roja. Cualquier parecido pues con la realidad pura coincidencia.

La Nueve por las razones que sean se verían oscurecida entre franceses en una relación inversamente proporcional a la exaltación in crescendo de la que se verían objeto en España por parte de los celadores de la memoria de los vencidos del 36. Por las razones que fueran. Y en parte sin duda porque sus planes no coincidían con los del alto mando francés que al mismo tiempo que la unidad en la que aquellos se hallaban integrados, entraban en París, y avanzaban por el resto de la geografía francesa, hacía abortar la incursión guerrillera por el Valle de Arán dirigida por el partido comunista. En su (muy documentada) Historia de la Colaboración, Dominique Venner -que aquí ya habré evocado repetidas veces- trata de probar la tesis que la Resistencia en su origen tuvo una marca o un sello “de derechas” indiscutible, y que la entrada en liza del partido comunista tuvo no poco de fenómeno tardío a toro pasado.
8 de mayo de 1945. Bad Reichenhall (en la afueras de Berlín) Instantánea del incidente que va a llevar a la muerte momentos después a doce prisioneros franceses de la División SS Charlemagne por orden del futuro mariscal Leclerc (en la foto) que les interrogaba. Fueron fusilados (no se olvide) por los españoles de la Once. Lo que se habrán olvidado en cambio de recordar en los actos conmemorativos en su homenaje organizados por la alcaldesa Carmena. ¿Crimen de guerra? yo no diría tanto, no cabe duda no obstante que los rojos republicanos alistados en el ejército franceses a las ordenes de De Gaulle o activos en la Resistencia se verían sistemáticamente objeto de olvido entre franceses por los excesos que cometieron en la represión y por el papel de verdugos que fatalmente se verían asignados por sus mandos, en Francia y en Alemania. Comparable al de otras tropas extrajeras alistadas en el ejército francés (como los senegaleses, y otras tropas coloniales)
Lo que vendría a dar la clave de explicación de ese otro fenómeno tan emblemático -y no poco desconcertante (y engañoso) a ojos de españoles- de la política francesa en las últimas décadas como lo fue la ascensión fulgurante – a partir de la primera mitad de la década de los ochenta- del Frente Nacional de Jean Marie Le Pen y del protagonismo tan decisivo que cupo en su irrupción -como aquí ya lo tengo harto explicado- al entonces presidente (socialista) François Mitterrand, él mismo lastrado con una trayectoria anterior a su deportación en Alemania durante la Segunda Guerra Mundial asociada al régimen de Vichy y antes incluso a grupos fascistas franceses partidario de los nacionales durante la guerra civil española.

Para Dominique Venner y toda la escuela de la que se le puede considerar padre fundador, el capitulo de la Segunda Guerra Mundial no fue más que la historia de un grandioso malentendido, que abriría las puertas a un proceso de reconciliación entre franceses mucho más logrado que por debajo de los Pirineos a día de hoy, sin duda porque no había tanta sangre que restañar entre aquellos como la que había entre españoles. Y eso explica la sordina de la que se vería objeto en la historiografía en curso en lengua francesa y en la memoria oficial del estado francés esa participación de rojo republicanos españoles en Francia que los guerracivilistas irreconciliables tanto se empeñan en recordar por debajo de los Pirineos.

Como lo ilustra la presencia en los actos conmemorativos de aquella en Madrid de la alcaldesa (“oriundo/española”) de París, miembro de un partido del que todo anuncia que a partir de las elecciones del domingo se verá arrojado sin remedio a las alcantarillas de la historia (y de la política francesa) Y como lo será ella misma sin duda a seguir, tras los pasos de Manuel Valls, otro guerra civilista español de marca de la política francesa en las últimas décadas. Y el fracaso de ambos viene a sellar el rechazo de ese guerra civilismo español endémico en el exilio y en la emigración, por parte de la sociedad francesa. La noticia mas terrible y más extraordinaria (Nietzsche díxit) de nuestra época.

ADDENDA Y terminando estas líneas como a modo de colofón o de confirmación vengo a saber del protagonismo directo de la Nueve en el fusilamiento en la afueras de Berlín de doce voluntarios franceses de la Carlomagno, el episodio -evocado ya repetidamente en este blog- que empaña la memoria del mariscal De Clercq para la posteridad, y que explica sin duda mejor que nada esa sordina a la que aludí más arriba de la que se ven objeto en la memoria oficial aquellos rojo republicanos españoles (y otros como ellos) en Francia

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