viernes, abril 21, 2017

ANTI-CRISTIANO ¿Y QUÉ? (AL CENTRO TOMÁS MORO)

El papa Francisco canonizará en su próxima visita a Fátima -en el centenario de las apariciones- a dos de los protagonistas infantiles de aquello. Y los dos videntes en vísperas de canonización -menores que la otra vidente, Lucía- lo serán, se viene a precisar, no como mártires. Con ese motivo no obstante, el obispo de Fátima aludió a la persecución de la que fueron (dice) objeto por parte de la masonería. El anti-clericalismo va parejo con la obsesión anti-masónica. Odio por odio. En su lugar -y no se tome a mal- el papa argentino podría canonizar a todas las victimas infantiles -auténticos mártires en vida (si se puede llamar así a unas vidas rotas)-, de los abusos de eclesiásticos a escala del planeta, algo a lo que no consigue poner coto el papa actual, no más que los que le precedieron. Por más que lo aparente
Llevaba muchos años alejado de la realidad española física como psicológicamente hablando cuando empezó a re-aproximarme de ella el fenómeno de la comunicación digital por Internet que empezó a cobrar particular auge ya avanzada la década de los años dos mil. Y recuerdo que por vuelta del 2007 vine a saber de unos foros de opinión que llevaban por título Santo Tomás Moro, y fue por los ecos que me llegaron en la red de unos comentarios -un tanto inconvenientes- vertidos en esos foros por cuenta de mi persona. Inocente e ingenuo de mi decidí entrar en ellos para responder (o comentar) -sin la menor animosidad ni ánimo beligerante alguno- aquellos comentarios lo que me valió el “baneamiento” -un termino que aprendí entonces por cierto, y que se podría traducir por exclusión o si se prefiere, en lenguaje eclesiastico, por una excomunión versión digital- la única vez que me habrá ocurrido en los años ya largos años que llevo navegando en la red con mi nombre y (dos) apellidos por montera.

Y por cierto que tomé nota. Desde entonces, ese nombre o razón social (o religiosa) -como una denominación protestante/evangélica que tanto pululan por los Estados Unidos-, simplemente el verlo aparecer, en mi navegación por la red o en la prensa diaria, me habrá movido siempre a echar el freno de mano, de inmediato. En los procesos por ejemplo en los que se vieron mezclado, siempre del lado de la acusación particular, y en los que por ese mismo instinto reflejo me posicioné siempre por sistema del otro lado, como fue en el caso del proceso contra Javier Krahe (que en paz descanse) con el que no me ligaba nada y sigue sin ligarme post mortem, o en el tema del asalto a la capilla de la capilla complutense del que ya me posicioné y me expliqué en este blog repetidas veces. Y ahora me llega el anuncio de la creación por parte de un colectivo que responde a esa denominación -Centro jurídico Tomás Moro- de un observatorio (sic) contra la cristofobia que se ve saludado y aplaudido desde sectores que me merecen no obstante crédito.

Gato escaldado del agua fría huye, ya digo. Quiero decir que me habré dado de inmediato por aludido. Anti-cristiano ¿palabra tabú, sinónimo de odio léase de cristofobia y de beligerancia por motivos religiosos? La cuestión viene a plantearse fatalmente con la aparición de este curioso “observatorio”, y se le plantea en particular al autor de este blog, que en alguna ocasión ya osé definirme así en verdad, y que en los últimos tiempos habré esgrimido en varios artículos de este blog la obra cumbre de Federico Nietzsche, que lleva por titulo precisamente “El Anticristo”

Y a fe mía que la evocación del filosofo del Superhombre y del Eterno Retorno no es anodina o trivial (ni mucho menos!) entre españoles, y tratándose de asuntos de religión o de fe o de creencias mucho menos todavía. Federico Nietzsche como no dejé de hacerlo observar a menudo en este blog, fue objeto (implacablemente) de censura eclesiástica en España desde que sus escritos empezaron a alcanzar difusión en el último tercio del siglo XIX y alguna de sus obras como la más arriba mencionada se verían incluidas en el indice de libros prohibidos, lo que en España, país de catolicismo sociológico y uno de los últimos estados confesionales existentes (como en gran parte lo sigue siendo) a escala del planeta, no iba ayuno de consecuencias ni mucho menos.

Y de hecho, Nietzsche como ya lo dejé sentado en mis últimos libros llevaría colgada la etiqueta de autor “'maldito” entre españoles, por partida doble incluso a partir del 45, cuando se vería doblemente excluido y anatematizado tanto a izquierdas -por razón de anti-fascismo y anti-nazismo- como a derechas, por su anti-cristianismo (pagano) explicito y declarado. Hasta el punto que se puede hablar de una excomunión post mortem tanto de su figura y de su memoria. En paralelo al endiosiamiento de Carlos Marx -y de Sigmund Freud-, por cierto. Lo que a fe mía contribuiría en gran parte a identificarme con aquél y a que lo enarbolase como bandera lo que llevo haciendo -sin miedo y sin reproche- de un tiempo a esta parte. Como un estandarte de combate. Pagano y europeo

Una solidaridad o empatía de excomulgado, como así lo es -y así se siente- el autor de estas lineas, tal y como ya lo tengo aquí sobradamente explicado. Blanco -como lo fui- de una exclusión latae sententiae (cc. 1370), hipócrita y solapada a fuer de oculta y no declarada, y que vendría a ponerse al destape o de manifiesto en reacciones fugaces y no menos sintomáticas como el baneamiento de los foros Santo Tomás Moro al que aludí mas arriba, o en el boicot tenaz (y sistemático) del que me vi objeto durante treinta años por parte de los sectores patriotas -salvo honrosas excepciones- durante más de treinta años como aquí ya lo tengo también denunciado. Y de los que provengo como es de notoriedad pública.

Anti-cristiano, sí, así me defino en lo sucesivo, sin ambages. A riesgo de que en ese observatorio anti-cristófobo me hagan un proceso. Que se atrevan, que se atrevan a procesar -por delito de anti-cristianismo- al cura papicida. De una estirpe católica española que se pierde en la noche de los tiempos

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