domingo, agosto 28, 2016

Recogimiento de Amor

“La dueña del hostal me dio la bienvenida y pasó a informarme de mi nuevo alojamiento, viniendo a comentar que vivía con ellos una sobrina joven y casadera. Y yo me recogí al oír aquello”

(De las memorias de Casanova, a su paso por Spa, la estación balneario de moda en la Europa de las Luces)


Te “labré” lo que pude amor
como tierra fértil, virgen
llena de vida y promesas
a poco que se la cuide

a poco que te dé de mí,
por poco que se te mire,
de esas miradas que hablan,
que mis ojos te acaricien,

por poco que tú me entiendas
esos piropos tan dulces,
por poco que te enternezcan
y que mi amor te susurren

por poco que ellos te digan
de lo que en mi mente cruje
en sueños y en mil anhelos
en mis soledades lúgubres

y en esas largas esperas
que hace ya tanto me infliges
pensando en ti noche y día
recogido ¡no te burles!

Como si fuera un novicio
o un pájaro de altitudes
o un pastor o un pobre errante
entre barrancos y aludes

un enfermo o un poseso
de ti, reina de las nubes
trabajándome tu amor
y cociéndome en tu lumbre

y te seguiré trabajando
día y noche ¡no lo dudes!
Hasta que te diga que sí
ese duende que te asiste

que no te deja ni en broma
cuando ruges o me embistes
o cuando te pones tierna
y me pierdo en tus mohínes

Sé tú de una vez, princesa
con los que te son afines
tú que bien supiste domar
a tantos perros mastines

que esa es la impresión que das
¿o acaso no es cierto, dime,
que sabes torear hombres
y reírte de ellos (infelices)?

De mí ríete si quieres
por ahí se empieza (eso dicen)
que el que ríe el último,
reza el refrán, repite,

Lo que nos reiremos tú y yo
cuando otras lloren (¡a miles!)


Domingo de sol de agosto
amable y surcado de nubes
y de una brisa suave
¿Justo antes de despedirse

hasta otro año? ¿quién sabe?
Pero yo no cejo impasible
y no le vuelvo la espalda
antes de que tú me mires

que vuelvas a mí tu rostro
y barras mi incertidumbre
y embalsames mis heridas
y me arropes y me cures,

mientras, seguiré esperando
yo sólo en medio del cruce
en el andén del destino
que las cerezas maduren

que de este pobre te apiades,
que de escucharme te dignes
que venzas al fin los miedos
que te inhiben y te oprimen

y no juegues más conmigo
al parchís o al escondite
como una niña inconsciente
de lacito e imperdibles

que ya no eres tan niña
¿o quieres que te lo grite?
¿o es que sí, lo sigues siendo?
Y por eso aún más terrible

más cruel y más despiadada
más dura e imprevisible
mas mujer, más tentadora,
más diabla y mas terrible,

y me deje de fantasmas
a costa de tus virtudes,
tus defectos y tus vicios
que te quiero justo así ¡Libre!

Y es que no quiero cambiarte
aunque tú me martirices,
que más te querré ¡lo juro!
cuanto más loba (y más tigre)

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