sábado, junio 11, 2016

DEBATE A CUATRO DE MUJERES: "MI" GANADORA

Espejito, espejito ¿dime quién fue la más bella de las cuatro, la que mas gustó? Eso a fe mía que no lo diré yo. La corona -de flores y de laurel- no obstante se la llevó una de las cuatro, como debía fatalmente ocurrir en el jurado honorifico que entendimos erigir en este blog la hora de juzgar el debate a cuatro. Y juzgo que fue porque consiguió pillar a su principal contrincante con el paso cambiado. En ese juego sutil de tuteos y de usteos -léase de marcar distancias- en el que se mostraron maestros consumados desde la transición los socialistas
No seguí el debate a cuatro de mujeres por entero o paso a paso, y fue por razón de fuerza mayor, aunque sí pude seguir las presentaciones, y algún que otro lance en retransmisión diferida del mismo. Cuatro mujeres de padre y muy señor mío, o de armas tomar como antes se decía, no sé si ahora suene a machista y se siga diciendo (como si tal cosa) La más amedrentadora la representante del PSOE, sin lugar a dudas, un estilo de mujer que no me arredró nunca en absoluto a la hora de tener que lidiar con ellas aunque raras veces me tocaran en suerte también es verdad, por razón de la expatriación tan larga que habrá sido la mía y a la que no se puede decir que ellas fueran completamente ajenas.

El tono de imprecación invariable hoy como ayer se diría que no hubiera cambiado oyéndola, la amenaza no asomó en sus labios obstante -o no lo creo de lo (poco) que vi- algo que no faltaba en cambio en el pasado en sus correligionarias (socialistas) y si ocupaban cargos públicos mas todavía como lo pude experimentar en propia carne -en el rostro con la cara cruzada de los cinco dedos de la mano (figuradamente me refiero) - de una empleada hace ya no pocos años (y diluvios) del Instituto Cervantes de Bruselas. ¡No le volveré a consentir ese tono! me lanzó de sopetón, sin esperármelo, sin tener yo conciencia ni entonces ni ahora de haber sobrepasado los límites de la corrección ni del comedimiento incluso.

Los tiempos y los vientos cambiaron desde entonces, y en la intervención de la Robles no dejaba eso de notarse, yo lo notaba desde luego. Dicho eso, me pareció un a señora importante -y con clase (pese a su socialismo)- y no me creí por supuesto eso que decía que vivía en la calle (¡qué cosas dicen algunas!) La Bencansa me sorprendió porque me esperaba una okupa de Lavapiés o de Tetuán (de las Victorias) y resulta ser -por lo que aprendo ahora- niña bien de papas ricos, y a fe mía que se le notaba, en un no se qué como un toque casi imperceptible de distinción y femineidad -en el calzado por ejemplo-, y como una fatalidad de nuestra historia (reciente) que los hijos y las hijas de los ricos vayan de defensores de los pobres por la vida, sin que lo sean ellos forzosamente desde luego. Ni los rojos de mi época universitaria ni los indignados -con fiebre alta o moderados- de ahora, a los que la Bencansa de una forma u otra representa.

Pasa este mujer político a la historia parlamentaria española por el episodio entre transgresor y teatral de presentarse en la campar con su bebe en los brazos. Yo no me creo -como lo insinuaba después Jiménez Losantos (en tono de broma)- que el bebé acabase en un contenedor (sic) o algo así, que si el honor de la mujer es sagrado su honor de madre esta fuera de sospecha aún más todavía (como la mujer del César) Digamos que salio aprobada (y con creces) del examen de mujer -como mujer- a la que sometimos involuntariamente, de forma casi inconsciente y sin quererlo, muchos tele espectadores, sin dejar de lamentar (nos) que se vea embarcada en una galera (como dicen los franceses) con tantas vías de agua como las que destapan Podemos y sus marcas en las diferentes regiones españolas.

La jerezana Inés Arrimada, a la que creí -sin duda como muchos oteros- catalana de nacimiento (que no de origen) lo tenía crudo a la hora de defender las posturas de la formación a la que representa a la que se habrá ido reduciendo o encogiéndosele fatalmente el espacio político tras el espectáculo tan torpe y tan comprometido -y propiamente bochornoso- que protagonizó su líder en las pasadas negociaciones de investidura en los que lo menos que se pude decir es que se le vio el plumero -como nunca hasta entonces- de sus inclinaciones más irresistibles. Se veía no obstante que su enemiga natural no lo era la Robles sino Andrea, lo mismo que en las negociaciones de investidura se vio claro que las miradas mas intensas de su líder iban hacia el candidato socialista (un eufemismo además, apenas) Lo que fatalmente -¡ay dolor!- la deslucía (y desmerecía de ella)

Y la representante del PP para terminar, a la que ya dedicamos una entrada en este blog no hace mucho -partiendo una lanza en su favor por cierto frente ataques poco elegantes de los que se veía objeto (por su ascendencia sefardí)- demostró también que ya es mayorcita y que sabe defenderse -de unas y dientes- frente a las otras tres leonas que arremetían (a una) sin piedad ni miramientos contra ella. “Y yo debo vivir en el cielo, señora”, respondió con sorna y estilo y sangre fría a la candidata socialista que presumía (ante ella) de vivir (sic) en la calle. Pillando así con el paso cambiado a su contrincante -a la que hasta ese momento había tratado de tú- en ese juego sutil de tuteos y de usteos en la que se muestran maestros los socialistas, léase en el arte de marcar distancias que se vienen arrogando ininterrumpidamente en exclusiva desde los tiempos de la transición democrática.

Cuatro mujeres de armas tomar, ya digo -cuatro bellezones que hubiera dicho también Francisco Umbral-, que a punto estuvieron de despedazarse vivas en retransmisión directa ante las cámaras. Gajes de la democracia. ¿Quién ganó? Mi apuesta aquí todos ya la conocen. Un bemol solamente, esa frase de Andrea en catalán al final, mal di chas. ¿A caso hecho? Se me antoja. ¿Estuvo nerviosa como en algunos medios se lo reprochan? Yo que ella no me preocuparía en exceso, que de flema (galaica) su superior jerárquico -y jefe político- anda mas que sobrado, como lo viene demostrando desde que se abrió la actual crisis política. Gallego si los haya, y si los hubo, don Tancredo

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