Mohamed Ben Mizziam. Amigo de España de los tiempos de la guerra de Marruecos, de heroica actuación entonces y más tarde en la guerra civil y en la División Azul, en donde se alistó. Hombre fuerte, más tarde, del régimen de Hassan II. Y se puede decir que si hoy España –pese al descubierto flagrante de la OTAN- tiene las espaldas relativamente seguras en el Mediterráneo y en el Estrecho se debe en gran parte a él. Y en la decisión (difícil) pues que les cupo al general Gutiérrez Mellado y a Carlos Arias Navarro en el momento de la Marcha Verde, esa alianza de guerra a la que aquél siempre supo ser fiel, pesaría con certezaCuarenta Aniversario de la Marcha Verde. Una de las fechas más infaustas de la historia de España en la posguerra. Cuánto la lloramos por dentro muchos españoles –con lagrimas de sangre-, aunque a decir verdad el autor de estas líneas se sintió más solo que nunca entonces, a tenor del ambiente –de derrotismo y de desmoralización colectiva- que se respiraba en la Universidad, de la que yo acaba de salir y en los medios, a izquierdas como a derechas.
Y hoy, cuarenta años después, las lágrimas ya secas y la heridas restañadas de todo aquello, parece llegada la hora de la revisión de aquel capitulo tan doloroso de nuestra historia. Nunca defendí al general Gutiérrez Mellado, me curo en salud de inmediato, y aunque me pilló el 23-F fuera de España compartí mucho tiempo la opinión de los que vituperaban –incluso entre mis allegados- a aquél y le echaban todas las culpas de lo que ocurrió aquella (otra) efemérides y de su desenlace.
La correspondencia epistolar que desvela hoy no obstante el diario el País que el controvertido militar tuvo con el entonces jefe del gobierno Carlos Arias Navarro en aquellos días tan cruciales, vierte una luz muy distinta sobre el general Gutiérrez Mellado y los motivos que le llevaron a aconsejar de forma determinante y decisiva -como el propio interesado lo confesaría en la comisión parlamentaria que se constituyo sobre el tema-, al entonces jefe de gobierno Carlos Arias Navarro la entrega del Sahara a Marruecos.
Haría falta sin duda un examen completo y exhaustivo del conjunto de la correspondencia ahora desvelada para formarnos un juicio mínimamente concluyente, lo que publica hoy el diario madrileño se revela no obstante de una contundencia tal que nos mueve a reflexión a muchos. Porque a fe mia que la postura (en solitario por lo que él mismo da a entender) del general Gutiérrez Mellado, se muestra cargada de razones. La postura pro Argelia de los medios –mayoritariamente en los medios españoles de entonces y generalizada en la mentalidad progre entonces fuera de discusión y de sospecha- era, siempre lo pensé, indefendible entre españoles y cuarenta años después, la historia parece haber dado la razón al general espía (como le apodaron algunos) de parte a parte.
La entrega del Sahara español fue sin duda una tragedia, y al mismo tiempo una fatalidad ineluctable en el marco general de la derrota española en el 45, y de la rendición pactada (por mediación del Vaticano) del régimen de Franco entonces. El general Gutiérrez Mellado fue -algo rodeado siempre de espesos tabú y verdad del barquero al mismo tiempo- de los que perdieron la guerra mundial en el 45, o digamos de los que la asumieron de una manera u otra mientras que los que optaron por lo contrario, es decir por no reconocerlo, medraron mucho más y mejor que él en el mundo de la posguerra. Y eso le creó enemigos irreconciliables.
No fue un traidor, hoy lo tengo claro como la luz. Jugó las cartas que le dejaban el mundo y la España vencida en donde le toco vivir. Y con la perspectiva del tiempo transcurrido, cabe seriamente preguntarse si el triunfo del golpe que tantos añoramos y deseamos en lo más hondo con rabia y pasión (españolas) no hubiera acabado siendo –al ejemplo de Grecia me remito- un mal mayor de lo que dio como resultado el desenlace de aquella jornada interminable.
La postura del general Gutiérrez Mellado era, con la perspectiva del tiempo transcurrida, perfectamente defendible, ya digo. La Argelia de un FLN triunfante del ejército francés, anti-occidentalizada y en la órbita estrecha de una Unión Soviética de mucho antes de la caída del Muro, era una amenaza aterradora en potencia, como lo ilustraría el santuario que ofrecieron a los terroristas de la ETA –y a asociales españoles indeseables de toda laya 8doy fe de ello de mi po por la carcel portuguesa)- los años que se siguieron. El general Gutiérrez Mellado tenía razones sobradas también para mostrarse pro marroquí.
El Marruecos que surgió de la independencia era grosso modo ese Marruecos profundo colonizado –musulmán, de cáfilas y cofradías- que apoyo el levantamiento del ejército español en África y que durante la guerra mundial optó por el bando aliado –como lo hizo a su aire el propio Franco (que el que esté libre de pecado tire la primera piedra)- ya en la conferencia de Casablanca (1943), cuando la suerte estaba ya echada a favor de los anglo/aliados y en contra de Alemania.
Lo menos malo que nos pudo ocurrir, la Marcha Verde, y un hipotético triunfo del general Ufkir en 1970 en su tentativa de golpe de estado que pagó con la vida –suicidándose- o de la tendencia Ben Barka (del que hoy se vuelve a hablar) hubiera puesto al FLN en el poder en Rabat, anti-francés y anti-occidental y por extensión anti-español.
Así eran entonces las reglas del juego en la palestra de la política internacional. Y la triste realidad era que a España contra lo que nos predicaba la propaganda fide de la prensa del régimen –y de la iglesia- no le quedaba ya baza entonces ninguna, ni en Europa ni en el Mediterráneo, ni siquiera en la América hispana. Todo ello de resulta de nuestra derrota en el 45, que siempre nos negamos a admitir los españoles.´
La guerra de Argelia estaba aún muy cerca además en la memoria, y el general Gutiérrez Mellado había estado sin duda enmarcado entonces en ese sector del régimen de Franco que apostó -a fondo- por la OAS y el general Salan y apoyó sin reservas la causa de la Argelia francesa. Un pasado que no pasaba aún ni en Francia ni en España y que sigue sin pasar, en Francia por lo menos.
¡Justicia al general Gutiérrez Mellado y a Carlos Arias Navarro en la memoria!
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