Hugo Claus, el astro/rey de la literatura belga en lengua neerlandesa, atacado del mal de Alzeimer, acaba de fallecer hace unos dias. Su muerte -por euthanasia (decidida libremente o consentida)- habra commocionado profundamente la opinion publica aqui, desatando a la vez o reabriendo mas bien el debate (en ascuas) sobre tan candente tema. Y para los que habremos leido y releido no se ya cuantas veces -de una pulsion como obsesiva...- su obra cumbre "La pena de Belgica" (o de los belgas) su muerte se reviste de una carga particularmente simbolica: que se diria que tras la publicacion de tan grande "bestseller", que ahora ademas, con la muerte du su autor, y desde justo antes, coincidiendo con el veintinco aniversario de su publicacion,(en 1983, "nota bene" un año despues de mi detencion en Fatima y semanas a penas despues de la celebracion de mi juicio, tan cacareado en la prensa) conoce un nuevo exito fulgurante de ventas; que tan prolifico autor como digo habia ya cumplido su mision y podia ya descansar (como Francisco Umbral en su ultimo libro) contemplando su obra magna...
Y me temo mucho que la traduccion española -si se la puede llamar asi, que a mi juicio cabria hablar mas bien de atentado, no menos grave e irreversible a fuer de literario, a partir ademas de la version francesa...- no lo deje ver, o que de una forma u otra lo haya conseguido escamotear (¿peras al olmo?...) al publico español, hispanico o hispanofono de hoy, pero "la pena de los belgas" tal y como rebosa y rezuma en la obra de Hugo Claus no nos puede dejar indiferentes de modo ninguno, por la secilla razon que es un dolor o una herida o un lamento colectivo compartido de españoles y belgas, y esa obra, mas que levantar ampollas lo que hace es dejar las heridas y las llagas en carne viva otra vez, revelando a la vez o reexhumando o desenterrando todo un universo mental que llevamos aun los españoles como dormido o anestesiado en la cabeza o como semi/enterrado en la memoria colectiva, de cuando la Polar brillaba grande y alto (hace tres siglos) y el Norte seguia todavia fijo entre nosotros, de una unida de destino....
La obra maestra de Hugo Claus -en neerlandais "Het Verdriet van België"- mas que una simple novela, se diria que se pretende, en mi opinion al menos, una especie de atestado (por escrito) de una memoria colectiva -de los vencidos belgas (flamencos) de la segunda guerra mundial-....puesta en la picota por los propios memorantes -y de entre ellos Hugo Claus sobre todo, testigo autobiografico numero/uno-…como unica forma o manera realista, posible o imaginable siquiera tal vez (dicho sea en su descargo) de presentarla en sociedad, o de hacerla comparecer en publico en la sociedad belga de los años ochenta, heredera de unas realidades politicas inexorables e invariablememente omnipresentes en Belgica desde el 45. Una memoria belga, flameca, en lengua neerlandesa, y a la vez por paradojico (o maravilloso) que les pueda parecer a muchos hispanica y yo diria hasta española (y hasta castiza)como en un desdoblamiento o desplazamiento "magico" de latitudes y de fronteras....
El joven adolescente belga flamenco (doble del autor) lo mismo que la familia catolica, flamenca (y "nacionalista") que el autor retrata y a la vez desnuda en esas paginas se expresan en una lengua barbara, germanica, nordica y extranjera, pero por detras del espejismo linguistico (hecho añicos), lo que al final aparece retratado (a la mas grande sorpresa del lector que esto escribe) no habra sido otra cosa que un pedazo de Hispanidad -del Norte europeo...- en visperas y en el momento mismo de su naufragio.....El protagonista/Luis comienza su relato autobiografico en el convento o colegio de monjas en donde se encontro interno desde muy pequeño. Son los años treinta -de todas las esperanzas y de todos los riesgos y peligros-, con la guerra cvil española a todo arder que es una de las referencias o telonde fondo mas llamativos de la novela, para españoles desde luego.
La formacion y la educacion eran las mismas, hasta en los mas nimios detalles incluso, que la que recibirian generaciones y generaciones de españoles antes y despues de la guerra civil, pero sobre todo en las decadas primeras de la posguerra, y el autor, en la ironia que muestra en su relato, en la distancia calculada y en la vision obllicua o "efraccionada" que demuestra, no hace mas que poner al descubierto un fenomeno frecuente en la literatura autobiografica -en el español Francisco Umbral sin ir mas lejos-, y es el de una mente, que me diga de toda una educacion, de toda una formacion de adolescente y no solo de niño, malograda, renegada, echada a perder, en estado de ruina o echa escombros, de resultas de una implosion o deflagracion (interna), indisociablemente ligadas …o a un fracaso (intimo e indivual) o a una derrota colectiva.....
Se habra acusado a Hugo Claus de escandalizar, de una voluntad de corrupcion deliberada -en los medios incluso que eran "grosso modo" aquellos mismos de donde el propio autor procedia...- y en gran medida es ello cierto, pero su sinceridad, el valor indesmentible de su testimonio, el retrato inmarcesible de dolor colectivo (y de sufirmiento infantil....) plasmado en esas paginas, el genio y la calidad literaria ademas que en ellas derrocha el autor (a manos llenas) le hacian merecedor -en mi opinion no menos que Francisco Umbral..- de un proceso (sic) en el terreno de la justicia literaria o poetica (para comezar), como el que aqui me estoy permitiendo....Y si alguna duda aun persitia en mi las habra puesto a un lado desde luego su muerte ttragica.
El nacionalismo/flamenco, que es un poco como el "humus" cultural (sociologico y familiar) en el que discurre la infancia del autor/protagonista, es una vieja historia, no menos familiar para españoles (o asi deberia serlo) que el nacionalismo catalan o el vasco incluso, con una diferencia de talla en lo que a este ultimo se refiere al menos y es que la sangre -en el caso belga- no habra llegado casi nunca al rio..por lo menos por motivos (puramente) linguisticos y pienso en particular en las dos guerras mundiales, que dividieron a los belgas en funcion de una frontera o linea divisoria de tipo linguistico es cierto, lo que no hacian empero mas que camulfar -por detras delpretexto- los envites profundos y los verdaderos motivos. Dicho ello, el lazo de familia (hispanico) hoy como ayer no sigue siendo menos visible, mas aun incluso -a pesar de las apriencias o de las impresiones "a contrario"- del lado flamenco de la frontera linguistica.
La familia del protagonista/Luis -propietarios de una imprenta...- eran profundamente catolicos, en lo que se podria calificar pequeña burguesia (flamenca) pero que en el microcosmos de una ciudad de provincia -Kortrijke o en español (antiguo) Cortrique, en la parte occidental de Flandes, cerca de la frontera francesa- se ve engrandecida e incluso agigantada, no hasta nivel del caciquismo español de pueblos y de provincias pero casi casi...El catolicismo que profesaban no obstante era del tipo nacionalista que en aquellos años treinta se encontraba al borde de la ruptura con su jerarquia, por culpa de un conficto que venia de antiguo y que dividia ireversiblemete a los belgas flamencos, de un catolicismo monoliticamente sociologico (lo que no era el caso enla region valona mas indutrializada) heredado "nota bene" de la presencia española, entre un sector de base y arraigo popular mas fuertes, "flamingante" (o nacionalista), y lo que se dio en llamar entonces "el catolicismo politico" "verbi gratia" democrata (y cristiano) inseparable del estado belga independiente desde el momento de su nacimiento (en 1830), y contra el que tambien se insurgirian no pocos -como Leon Degrelle- del lado francofono, aunque no por la via separatista; y que era solo ademas -frente a los flamingantes (relativamente) sumisos y marginados- en permitirse el mangonear en la politica del estado belga, a traves (y no solo) del nombramiento de los obispos.
Era un microscosmos introvertido y apartado del mundanal/ruido por propia/definicion pero del que llegaban no obstante los ecos, y del que se hacian eco a su vez aquellas monjas flamencas en sus charlas....Como cuando hablaban a sus alumnos de la persecucion religiosa en España o de los voluntarios flamencos en la Guerra civil española del lado de los rojos (casi exclusiamente todos ellos) de vuelta en casa ya con el rabo entre las piernas como quien dice -la guerra mundial se acercaba ya a pasos agigantados- y que aquellas mujeres indefensas imaginaban merodeando alrededor de aquellos muros y aquellas cercas con intenciones hostiles, y es todo menos dificil el imaginar el efecto y la impresion producidas en aquellos (pobres) niños internos de ojos absortos y memoria aun mas despierta, en sus rostros nordicos (ateridos...)
Y el valor de testimonio (o "memorialistico") del relato autobiografico, de solidaridad con la Espana nacional un tanto insolito en aquellas latitudes, no se ve mas que acentuado si se piensa que “los niños de la Guerra” (de zona roja) refugiados aqui en Belgica durante la gerra civil, lo fueran en parte bajo los auspicios del Cardinal Van Roey, que dicho sea de pasada no debio firmar mas que a regañadientes la Pastoral Colectiva (del espicopado epañol), insigne representante de ese catolicsmo politico al que aludi mas arriba, y que se encargo de rapartir y distibuir una buena parte de aquellos (unos dos mil, vascos como por causalidad todos ellos...) entre familias flamencas precisamente, catolicas por definicion y por ende potencialmente simpatizantes de los nacionales en su aplastante mayoria. Tales aguas tales lodos (y ya me explique qui en varias ocasiones abundante sobre el tema)...
La primera parte de la novela del Hugo Claus dedicada a la infancia del autor/protagonista y que se termina a punto ya que Belgica se encontrara immersa en el torbellino de la segunda guera mundial se ve surcada de escenas (escandalosas, de gran violencia) -de inspiracion autobiografica sin duda ninguna- de atentados al pudor contra menores, particularmente crudas y lacerantes, de lectura dificil, penosa e inconfortable, y de las que el propio portagonista fue o bien victima o bien testigo directo, en primera linea. Y en ellas muestra el autor una vez mas cierto paralelismo con los relatos mitad novelescos mitad autobiograficos de Francisco Umbral que vuelve a menudo obsesivamente, sin falta (se diria) sobre el tema, desde sus primeros titulos hasta en "Amado siglo XX", el ultimo de ellos.
La diferencia (grande) entre los dos no obstante es que en el belga flamenco son relatos escandalosos cierto, pero no menos cargados de un valor confesional , de testimonio (autentico y no mas o menos de pega...), y de significacion religiosa incluso -en un sentido “chamanico” cuando menos- y de un efecto social de catarsis indiscutible a la vez en una epoca, en un momento en la evolucion colectiva de las mentalidades como lo fueron los años de aparicion y primera difusion del libro, ya mucho despues de la terminacion del concilio, en el que la funcion social de la confesion que habia desempeñado siempre la iglesia/institucion habia si no desparecido por completo si en cambio disminuido consderablemet en importancia social y en influencia; en Francisco Umbral son siempre en cambio acusaciones de intencionalidad colectiva y por ende de una carga difamatoria indiscutible. En su ultimo libro, en sus ultimas paginas incluso, vuelve a la carga como digo sobre el tema, y al leerlo –y tras recobrar la sangre fria tan solo- se me ocurrio que una cmparacion se imponia -por una cuestion de elementar justicia (poetica) al menos-...con el caso Garcia Lorca...
Francisco Umbral, de todos es sabido, habra sido uno de los grandes turiferarios de la memoria del poeta granadino con sus libros como sus columnas periodisticas y demas articulos y colaboraciones en la presa, y ello habra hecho de el -junto con algunos otros- uno de los principales propagandistas o difusores de la religion –“poetica” si se quiere pero no menos religiosa- que se habra erigido en las ultimas decadas en torno a la figura del poeta. Y Umbral, en su ultimo libro -como broche o punto final- , a pesar del tono conciliador y a la vez testamentario que parece por momentos querer imprimirle vuelve a reincidir en ello, y para ello no duda en servirse de una comparacion (odiosa) con Jose Antonio Primo de Rivera...
Lo de Jose Antonio (vene a decir Umbral) fue tal vez un crimen (sic), pero fue un crimen/politico en definitiva, “verbi gratia” se encontro al final lo que iba buscando: en otros terminos la muerte (por España) -una idea segun Umbral "perfectamente superada" y que defienden ya solo hoy los integristas islamicos...-, que era lo que en el fondo queria....Lo de Lorca en cambio -viene a decir tambien- fue el asesinato de un poeta por el hecho de serlo, "veerbi gratia" un crimen "puro" sin atenuantes: en otros terminos de un valor (sacrificial, iconoclastico) perfectamente injustificable e inexplicable (e incomparable por supuesto)....
Pero a comparaciones que no quede....Y es que Francisco Umbral no habra perdonado ni al final de su vida siquiera -y su ultimo libro asi lo corrobora- los supuestos atentados contra el pudor -o tentativas al menos- de los que dio siempre a entender (y en su ultimo libro lo confiesa sin tapujos) haber sido victima de parte de miembros del clero en su infancia vallisoletana, en la guerra civil o en la immediata posguerra.
Deja pasar "pari passu" en silencio en cambio, en sus apologias encendidas de Federico Garcia Lorca, las insinuaciones que acompañaron siempre la evocacion del poeta grandino -en voz baja al menos, omnipresentes sin duda en el fuero de las conciencias o en el de las memorias- que su suerte tragica la habria sellado en definitiva un ajuste de cuentas -despues de que le formaran una especie de tribunal de honor miembros de su propia familia…- y de resultas de un asunto oscuro de atentado al pudor precisamente (contra menores), en los que el poeta se habria visto implicado. Lo que habran corroborado por lo demas, de manera impicita al menos, revelaciones que vieron la luz con ocasion del setenta aniversario de su muerte
Umbral que confiesa en su libro/testamento un doble leit/motif en su vida, el del amor y el del honor (calderoniano), hubiera tenido un final (mucho) mas honroso -u honorable- si hubiera guardado, al final al menos, un silencio pudico (o prudente o discreto por lo menos) sobre tan escabroso tema.
Y es que en un asunto de honor como el que estamos tratando, la figura del belga Hugo Claus, rescatada por su muerte tragica, habra salido a salvo en cambio...(Continua)
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