"El enredo de la Plaza de San Pedro" ("Wojtyla víctima de tres conjuras") Portada de una revista italiana digital (Attualita.it) de la mayor difusión sobre el atentado -del turco Ali Agca- en la plaza de San Pedro. En la que mi nombre y mi persona salen repetidamente (directa o indirectamente) a relucir, por cuenta de la segunda o la tercera de las (tres) conjuras -de las que habría sido víctima el papa Wojtyla-, que en ese reportaje -de autoría de una historiadora y de Carlo Palermo, un juez brillante (y cesante) anti-Mafia- se denuncian. El terrorismo islmàico, la criminalidad mafiosa y tertio, "la componente integrista catolica" -léase la del "fanatismo catolico politizado"-, en particular "la ligada a una interpretación historica -en exclusiva de la historia de España?- que niega o desconoce la autoridad del Papa". "Caritativa" y "piadosa" -e irreprochablemente hipócrita y clerical- amalgama (no menos grosera) que da idea del desafio e-nor-me que a la Santa Sede España hoy por hoy le plantea. Y explica con creces las palabras sobre España del papa Francisco y las reticencias en su proyectado y una y otra vez aplazado viaje a España
El papa Francisco en el ojo del ciclón, de nuevo entre españoles. Los españoles "tienen que reconciliarse con su propia historia", acaba (enfáticamente) de declarar el pontifice ítaloargentino en entrevista a la emisora de la COPE. Y si las ponemos en relacion, estas últimas declaraciones, con otras anteriores en las que afirmó -ante el estupor de muchos (entre los que me incluyo) de sus oyentes-, que no viajaría a España mientras estén en guerra (sic), forzoso pues es el concluir que esta no es más que una nueva advertencia o admonicion pontificia (como aquellas, tan agrias y tan acrimoniosas y numerosas de su predecesor, el papa Montini, Pablo VI) que se puede traducir o resumir o mas bien concluir o completar así: si los Españoles siguen queriendo -que cabe suponer que si, en su aplastante mayoría al menos- que les visite.
En otros términos (asi por
lo menos lo interpreto yo), que no irá a España mientras, primo, dure la guerra
de memorias o lo que es lo mismo mientras no se termine la guerra civil
española interminable. Y secundo -last but not least- mientras dure la marcha de Cataluña y de los catalanes (con su beneplácito) hacia la independencia. Así habrán sido desde luego acogidas sus palabras entre catalanes. Agravado ello -para más inri- por una comparación con el Kosovo, si cabe todavía más odiosa (...) Y con el anuncio -por presión de Núñez Feijoo?- de su visita a Santiago. "A Santiago, pero no a España, que quede claro" (...)
Lo que no deja de estar por otra parte dentro de los limites (cuidadosamente) delimitados desde lo alto, del lenguaje vaticano y pontificio, a saber -en román paladino- el decir digo donde dije Diego, y que así nadie se enfade ni se sienta obligado a darse por aludido (...) Y muy acorde sobre todo con el perfil o mejor dicho la puesta (escandalosamente) de perfil de la Iglesia -en España y en el Vaticano- en el tema de la Memoria, que me diga de la ley -o de las leyes- de memoria histórica, y en el de la independencia de Cataluña y de las pulsiones separatistas en otras regiones españolas (como en Galicia)
Caben otras interpretaciones como las que están floreciendo en la Red las últimas horas (o en la prensa digamos patriota), como la de los que piensan que ese llamamiento papal a la reconciliación pasa -a través de la vía de los sobreentendidos- por la exhumacion de Franco no del Valle sino de las cabezas o de las mentes de los españoles (y extranjeros) que aún -en público como en privado- le profesan un mayor o menor grado de reverencia (....) Pero esto ya sinceramente nos parece un poco rizar el rizo. No es un manifiesto antifranquista, la declaracion del pontifice, sino un pelín separatista, y a lo sumo, una puesta en guardia ante esa realidad tan sobrecogedora -la desafección de los españoles- que el papa de Roma solo parece registrar ahora. Solamente eso?
Pues bien, y a riesgo de que se me tome (otra vez) por engreído -pero éste quién se cree?- no puedo por menos de poner en relacion (estrecha) sus declaraciones con el reportaje reciente en una revista italiana de gran difusion (Attualita.it) sobre el atentado de la Plaza de San Pedro en la que mi nombre y mi persona -lagarto, lagarto!- salen a relucir una y otra vez, y en la que -por cuenta de mi actuación en Fátima- se deja sentada una tradicion historica anti papal en la España tan católica (y romana), con lo que se viene a poner clamorosamente de manifiesto asi uno de los tabúes más grandes tanto de la Historia de los españoles, de su pasado (que no pasa) como de su convulso presente (....)
Y es que me siento en el pleno derecho de concluir que ese despertar de la memoria que parece traducir un (insólito) resurgir de esa tradicion española anti-papal o imperial (para dejarnos de eufemismos), es o parece ser perfectamente impensable sin mi actuación en Fatima y el innegable impacto mundial en los medios -y en las mentes y conciencias de los paises católicos sobre todo- que aquello trajo consigo. De lo que la revista digital -italiana -de la mayor difusion- parece hacerse eco ahora entre circunloquios y sobreentendidos.
Dicho todo con el mas exigente realismo y sin la menor dosis de acrimonia, ya digo. Y en espiritu de reconciliacion como la que predica ahora el papa Francisco. Y es que, haciendo un esfuerzo de empatia y de comprension, hay que reconocer que el desafio que a todas luces España entera y el conjunto o la gran mayoria de los espanoles , parece que ahora le plantean -hasta el punto de postergar sine die, una vez y otra la (obligada) visita a España de un papa casi tan viajero como su predecesor- tiene pocos precedentes en la Historia de la Iglesia -desde la época del Renacimiento al menos-, acostumbrados como estaban en el Vaticano y sus altas esferas -en contraste con otros países catolicos como Francia o de importantes minorías católicas como los Estados Unidos- a poder contar siempre con nosotros, léase a la fidelidad sin falla y a la obediecia ciega en proveniencia de la Península, y a aprovecharse de ellas (...) (como lo denunció en su tiempo Pedro Sáinz Rodriguez, gran vaticanista si los hubo en la política española) Y por eso sólo aunque sea, lejos de irritarnos como a algunos, las recientes palabras del pontifice nos inspiran compasion (sic) más que otra cosa (...)
Aunque como gatos escaldados, echemos raudos el freno de mano en todo lo que con la Santa Sede se relaciona.
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