Cartel de anuncio y propaganda en hebreo del I Congreso Mundial judío, en la ciudad (suiza) de Basilea (los 29, 30 y 31 de agosto de 1897) donde se promulgaron los Protocolos de los Sabios de Sión
Trump y los Sabios de Sión, no se me agota el tema, no, me refiero al de las elecciones americanas (como la cronica de una derrota/anunciada). Y me dan ganas al respecto, lo confieso, de darle de nuevo a la tecla tras visionar un vídeo de un análisis y comentario –“on line” de un viejo conocido (en la política belga) del autor de estas líneas-, y es por ser mayormente quien es, léase por ser alguien (del “who is who?”) en la política belga -y eso por muy marginal y encasillado que se vea-, y por su pasado (hasta no hace mucho) de militar en activo, y en fin por tratarse de un francófono (de Bruselas) de ascendencia flamenca lo que sé bien lo mucho que significa, y también –¿por qué lo debería esconder?- por tratarse de un tema, que me diga de un punto de vista como lo es este con el que aquel abordo, rodeado de un espeso tabú en los sectores (castrenses) de los que aquel procede y que (verosímilmente) aún frecuenta. Por lo que deduzco. De lo que leo al menos (…)
Y es que del análisis certero que –“on line”- el referido nos ofrece brilla clamorosamente por su ausencia el aspecto más ruidoso –o en castizo, el más cantoso- de la dictadura global, mundial de los medios, léase del poder mediático –de la Prensa global- que es lo que la derrota (aparente) de Donald Trump -que dos semanas transcuridas (dos) todavía no ha reconocido (no se olvide) la derrota- habrá –en un primer plano – servido a poner en foco o en primera plana (O Félix Culpa!) Más, mucho más que con Francois Fillon. Y que es el tema central –o uno entre ellos- de los celebres Protocolos, léase los de los Sabios de Sión, de aquel congreso mundial (judío) de inicios del pasado siglo (XX) en la ciudad suiza de Basilea, por donde todo empezó (…)
¿La derrota (aparente) de Donald Trump, no nos afecta (en-na-da) como europeos (a secas)? Me temo que no sea así, como él pretende, aunque haya que hacer y actuar y representar –“reinventándose” así en el mejor de los mundos (…)- como si así fuera (…) En los medios (los de él) así, e incluso hasta en nuestro círculo mas estrecho de allegados, que hasta en ellos -ay dolor!- se hace notar este ultimo capitulo o episodio de la guerra civil a todo arder a escala mundial. De la –tan interminable como la del 36- “guerra civil europea” (….) De los españoles como de los belgas (…) Me afecta a mí –como estoy dejando constancia de ello en estas entradas- en primer lugar (y en primera persona). Porque es lo que me habrá hecho leerme los Protocolos famosos -de los que siempre oí hablar- de pe a pa, por vez primera. Lo que dicen por ejemplo en el tema de la Prensa, o en el de la política, de cualquier asunto en la dicha materia, “de cuestiones de la vida práctica, de la organización social y de la relaciones de los hombres entre ellos” Coto (estrictamente) vedado, la política, a los no judíos, a los gentiles (XVI Protocolo) Y así se me cayeron las vendas de los ojos, de la actualidad presente como del pasado, y para comenzar del mío propio.
“Usted Juan -me decía un recluso compañero de cohabitación forzosa en la cárcel portuguesa, con esa retranca y sorna, y esa sabiduría (de bajos fondos) tan proverbial que sólo se oye y escucha (y aprende) del otro lado de las rejas-, usted (vocé) tiene unos propósitos (en portugués “conversas”) que a ellos –léase a los grandes, los que más saben, los Sabios en resumidas cuentas- no les gustan” (en portugués, “nao prestan”), haciendo así inconfundible alusión a mi locuacidad -en privado y por qué no, en publico también (de palabra y por escrito) -y de politica (o politica religiosa) más que otra cosa-, a la que me habitué en la España de entonces, de cuando niño y adolescente- y eso es algo que (dicen) “no procede” en cuanto que se pone el pie fuera (me refiero en Europa) (…)
Lo que algunos –españoles como belgas- tratan desde que aquí llegué, que me diga desde que comenzaron aquí a interesarse los medios en mí, de hacerme ver y comprender. Por las malas o por las buenas (…). Sin éxito, que lo sepan (….) Que la (segunda) guerra mundial, léase la derrota en el 45 (la de nuestros amigos -y aliados- del 36) es algo que no nos afecta o que hay que hacer (otra vez) como así (no) fuera, por la sencilla razón de que no fue la nuestra, como no fue de Petain –Franco díxit- la derrota francesa (la del 39, la de la “Blitz krieg”), aunque –(aviso a los navegantes) parece que así lo ven algunos españoles más (¿o mucho más?) antiguos que yo aquí: el precio o peaje que (según ellos) tenemos que pagar españoles en Bélgica, que es el que a todas luces "ellos" se sintieron en el deber de pagar aquí, por lo que fuera (…). Como dicen los argentinos, milongas (…)
¡Estaría bueno! No me sometí –jugándome la vida a cada minuto (“de encontrarme un cuchillo atravesado en medio de la garganta” como se me informó allí dentro, en el ruedo aquel, a modo de advertencia)- a la ley (quinqui, merchera) que querían imponerme allí, en Vale de Judeus (sic), la cárcel (de máxima seguridad) portuguesa, para acabar acatando o rindiendo o jurando pleitesía a otra ley subterránea, o secreta, aquí en Bélgica? Ley de la cárcel o de la calle o del monte (o de la selva) en Portugal, o Kahal judío o Ley islámica (Charia) aquí en Bélgica. ¿O Ley especial, de excepción (va a ser eso, sí), para vencidos (de la II Guerra Mundial), para ciudadanos de segunda clase (o de tercera) -en Bélgica-, paria/internacionales (españoles) “de la tierra”, con inri de leyenda/negra? Ya digo, milongas.
Aunque me linchen de nuevo en los medios, con la derrota (aparente) de Trump interpuesta. Que lo sepan, los españoles de aquí, como los belgas. ¡Alto al poder de los medios, de los Sabios de Sión, a los que Donald Trump consiguió quitar la careta. “La noticia –como diría Nietzsche de la Muerte de Dios - ¡más terrible y más extraordinaria de nuestra época!" (…)
Y con perdón (ya digo) de los españoles "nacionales" (aquí), y de “los nacionalistas belgas”
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