En esta antología de textos (Labor, 1971) de la que su autor olímpicamente se desentendería, se recoge el texto (memorable) de Eugenio Montes donde traza una semblanza históricamente creíble –y elogiosa- del rey (Leopoldo II) de los belgas en el (resonante) artículo de ABC (1939) “La vuelta del Duque de Alba”. Jalones insoslayables -e igualmente calumniados y blancos de “la damnatio memoriae”-, el Rey Leopoldo II y el Gran Duque, en el proceso de reconciliación entre españoles y belgas
La Liga de Defensa Negra Africana, organización racista -anti-blancos- hace hablar todavía de ella, y es en Bélgica tras la serie de incidentes en los que se ha visto en Francia envuelta. Y es con ocasión de la convocatoria de una manifestación con objeto de derribar una estatua (mas) -en el centro de Bruselas- de Leopoldo II rey de los belgas y en su momento también rey del Congo belga (….) En un desafío y un amenaza directa a la identidad de los belgas, y por detrás de ello a la de todos los países europeos, léase también la nuestra (….) No discuto no entro al trapo (con ellos) en el tema, y me refiero a la actitud (obcecada) de ciertos sectores patriotas/españoles que parecen haber encontrado una coartada preciosa (y como anillo al dedo) en la historia de los belgas –que me diga en la vulgata que circula por su cuenta- , y en particular en la figura del rey Leopoldo II dándonos por su cuenta y una y otra vez lecciones (sabrosa) de moral y también de Historia (…)Sin darse cuenta que obrando así no hacen mas que tirar piedras sobre el propio tejado, léase su propia historia (que es también la nuestra) Con varios siglos de retraso además, porque si hay algo que llama la atención de historiadores es el silencio –el que calla otorga- tanto de la opinión publica en España como en sus instancias rectoras ante la colonización belga en África (como en todas las otras) Y sirva a penas de mentís frente a aquellos detractores y de ejemplo de lo que aquí decir quiero la Guinea ecuatorial española desde mucho antes que el Congo belga, y que llegó a ser provincia española. “Pelea de negros en un túnel”, ese era la imagen favorita de Monseñor Lefebvre en su conferencias semanales a los seminaristas de Ecône, y en alusión (sin el menor complejo) a cuestiones o asuntos o empresas a las que no se veía luz ni salida ninguna, y es lo que mas se echa en falta sin remedio abordando esta cuestión tan espinosa. Fruto sin duda –en su alusión- de la propia experiencia, de su trayectoria colonial de arzobispo (y delegado apostólico) de Dakar, en el África occidental francesa (en la época que precedió inmediatamente a la descolonización y a la independencia) “Maestro de Flemalle”, así comparaba (elogiosamente) Eugenio Montes en su artículo memorable “La Vuelta del Duque de Alba” –que leí hace ya la friolera de cincuenta años en una especie de incunable como así aparece hoy en visión retrospectiva, el titulo –una antología de textos mas que nada - “Falange y Literatura”.
Y era esa comparación tan acertada del rey de los belgas con aquel célebre primitivo flamenco, “porque (añade aún Eugenio Montes) cuando Sir Stanley (el célebre explorador) volvió del Congo, le mandó llamar para que le contara como era la selva vírgen”. Un artista y un soñador, y un visionario –como lo fue (mutatis mutandis) Enrique el Navegante- eso es lo que fue mas que otra cosa el rey de los belgas (…) Y un gran hombre de estado al que los belgas deben una larga era de paz y prosperidad, y también monumentos y realizaciones urbanísticas de lo más grandioso en su capital. Bruselas. Por eso y mucho más se me quedó atragantada desde el principio esa campaña innoble de prensa en la que la figura del monarca se ve envuelta. ¿Dinastía venida del frío? Milagro de Realpolitik, la independencia belga dando cuerpo y visibilidad –y personalidad- a la última representación del Imperio español en Europa (aunque los belgas o muchos de ellos finjan no darse cuenta) (…) Esa es mi postura –desde que puse el pie aquí- y esa sigue siendo mi apuesta. A favor de un estado soberano (por pequeño que sea) y de un país amenazado en su identidad –y en su memoria- por la inmigración negro/musulmana en masa. Léase por la invasión silenciosa. Y por la tempestad iconoclasta –en flamenco, ”beeldenstorm”- que se esta fraguando de nuevo. Entonces como ahora (…)
Bonifacio Ondó Edu, fundador y líder del MUNGE –Movimiento de Unidad Nacional de Guinea Ecuatorial- con el que concurrió en las primeras elecciones de septiembre de 1968, inmediatamente anteriores a la Independencia, y de dudosa transparencia –y legalidad-, en las que fue declarado vencedor el IPG de Francisco Macias, lo que le costaría a aquél la vida, declarado muerto por suicidio poco después en la cárcel donde se encontraba a cargo de su carcelero, Teodoro Obiang, sucesor más tarde de Macías. La (calamitosa) descolonización de la Guinea Ecuatorial (española) –como la del Sahara occidental (español)- fue una más de las tristes secuelas de nuestra derrota en el 45. Digan lo que digan Stanley Payne y Pío Moa (….) Como lo fue la independencia del Congo para los belgas
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