Gracias Cayetana, por tus errores y tus torpezas y tus ingenuidades en politica, de creer que la Pepa era igual que tú. O que España era igual a ella, porque si España no es igual a la Monarquia, tampoco es igual a su Constitucion. Todo eso te lo perdonamos, marquesa, cuando tantos te abandonan. Por esa vacuna -de encanto y de belleza, de gancho (femenino) de distincion y de refinamiento en las costumbres (dixit Jose Antonio Primo de Rivera)- que aportaste a la política y a la sociedad española. ¡Por eso besamos la punta -y el tacón- de tus zapatos, Cayetana intrépida!, hoy ayer y siempre ¡Por Rubia, por Patricia y por Marquesa!
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