sábado, julio 18, 2020

18 DE JULIO Y II GUERRA MUNDIAL

Franco y el Mariscal Pétain en Montpellier (7 de febrero de 1941) Un botón de muestra –uno más-de lo que la guerra civil española en realidad fue, la primera batalla de la II Guerra Mundial. A aplicarse el cuento tocan. Pétain –que hoy rehabilita en el terreno de la Memoria el mismo presidente de la República, Emmanuel Macron-, juzgó –cargado de razones- que la invasión y ocupación de Francia por las tropas alemanas, era un derrota política antes que militar, y en esa lógica se advino a firmar el Armisticio. ¿Sabrán los políticos españoles ver lo que tuvo de derrota militar y no solo política para España el desenlace de la II Guerra Mundiial? ¿Al punto que acepten en pedir un (honorable) armisticio –a falta de un acta de capitulación tan siquiera- en las oportunas instancias del concierto internacional? Con vistas a poner fin –o un punto final- a la guerra civil española interminable (ochenta y tantos años después). Guerra asimétrica y de memorias en la fase actual, que puede degenerar (de nuevo) en cualquier momento en guerra total
Estaba dispuesto, ,–en animo de concordia, palabra de honor - a dejar pasar la fecha, y confieso que lo que me habrá movido a darle de nuevo en el tema a la tecla, lo habrá sido un comentario –lapidario en extremo- que a fe mío no me esperaba, de un representante oficial u oficioso –y no digo nombres ex profeso- de la corriente llamada patriota, que a mi mensaje de felicitación –de la fiesta patria- le devuelve un escueto mensaje –en plan aguafiestas- donde alude a la fecha “fratricida”. Y en un video reciente abordando estema –melindroso y a la vez candente- de Jose Antonio y el 18 de Julio, el autor, exhumador de la memoria/azul,
llega a la conclusión, basándose en documentos creíbles y en el consenso (aparente) de los historiadores, que José Antonio (sic) quiso parar la guerra, lo que le merece un silencio aprobador y en extremo elocuente, exento de comentarios. Ello después de haber reconocido que en la efemérides aquella el jefe de la Falange estuvo todo menos claro, apoyándose en testimonios fuera de toda sospecha como el de Luys Santamarina, de la Falange catalana, quejándose de la falta de órdenes y de instrucciones por mínimas y mínimamente claras que fueran. Y confieso que en el reportaje minuto a minuto -casi cronometrado- que vertí sobre el Alzamiento en Barcelona en mi libro “Cataluña en guerra” obvié el asunto, de forma subliminal o inconsciente se me antoja, por lo irresuelta sin duda y por lo embarazosa (…) Trágica -y a la vez calamitosa- indecisión joseantoniana, sobre todo allí, porque fue allí en Barcelona y en Madrid, pero sobre todo en la capital catalana, donde quedó sellado (y bien sellado) el destino de los españoles –y el suyo propio-, y es porque el fracaso aquel hizo que el golpe o sublevación militar desembocase fatalmente en guerra civil, como lo indiqué en mi libro, provincia por provincia del Levante –y del Mediterráneo- español. Se puede efectivamente plantear como lo habrá hecho en voz baja o en privado el autor de estas líneas si a la espiral de violencia que dio inicio con las muertes casi en simultaneo del falangista Juan Cuellar y de Juanita Rico, o en otros ejemplos casi en simultaneo, como la muerte del teniente Castillo  –¿su pareja?-, no debiera haberla sustituido un cambio drástico –en la mente y en los actos de José Antonio- de la estrategia paramilitar (sic) que llevó al movimiento falangista a  aquella (trágica) encrucijada. La madre del cordero, como la de quien empezó: pregunta del millón y permanentemente irresuelta en todas o en casi todas las guerras. “Amor Fati” –amor del Fatum (en traducción personal), del Destino, y de la fatalidad, - un aforismo de la pluma de Nietszsche que me parece la mejor glosa de lo que entonce pasó, y nos traza a la vez una vía de recordación de cara al futuro, y de cara a la encrucijada en la que nos encontramos, donde parecen esbozarse –¿me estoy equivocando?- nuevos rumbos en lo sectores patriotas, al socaire de nuevos vientos, en temas y asuntos de Historia y de Memoria (…)
“El golpe de Estado ¿dentro de lo posible ?”, una obrita muy difundida –y que nunca leí- de Charles Maurras. En la que se daba por sobreentendida y a la vez resuelta –en el titulo mismo- la cuestión de su legitimidad. 18 de Julio y 23-F cualquier parecido con la realidad pura coincidencia. Legitimidad histórica, lo que a Tejero le faltó, la pura verdad
En una obra –o librito- de Maurras que oí siempre mencionar estando en Francia pero que nunca leí, se planteaba la cuestión -en el título de la obra misma-, si “el golpe de Estado –“coup de force” en francés- es posible”, lo que presuponía o daba por resuelta o respondida la cuestión subyacente, si era legítimo, sí o no -de Legitimidad con mayúsculas, no de legitimidad/democrática (de izquierdas por definición, por lo menos en lo referente a España) Y lo que más me hace recordar la obra aquella va asociado en mis recuerdos con el comentario que oí –en los círculos católicos tradicionalistas (de Monseñor Lefebvre) que eran los míos allí y entonces- de boca de una señora ya de edad, madre de familia –y abuela quizás-, y de una solvencia moral a toda prueba, y a la que añadía, de su breve y escueto comentario, la solvencia ideológica, y era comentando un hecho no recuerdo cual de violencia política en la actualidad de aquellas fechas, y ante la (sucia) amalgama que uno de los contertulios esbozaba con una sublevación de corte militar, le cortó en seco diciendo ¡ah no, que el golpe (sic) –coup de force- eso es algo muy distinto! Un respeto. Doctores tiene o tenia (que me diga) la Santa Madre Iglesia que resolvió esa cuestión –la legitimidad del golpe de Estado y del Alzamiento y de la guerra civil-, en su debido momento, de un forma perentoria, como lo hizo siglos atrás con la cuestión del regicidio, que el que luego en uno y otro asunto diera marcha atrás , eso es otra historia, (…) El fracaso del golpe ¿no desembocó en guerra civil?. O puesta la cuestión en otros términos, ¿hubiera habido golpe o tentativa de golpe sin la revolución social rampante en marcha, de signo bolchevique? Y la respuesta nos la da la guerra civil rusa. No hay fascismo sin la provocación del bolchevismo (la cita es de mi amigo el historiador Ernest Nolte, que en paz descanse) ¿Los Falangistas jugaron a militares, como se lo reprochó Francisco Umbral –una vez y otra y otra- en sus novelas guerra civilistas?

El que esté libre de pecado que tire la primera piedra. La realidad (tozuda) no obstante se impone, y es la de la interminable guerra civil que aún dura, aunque sea de forma asimétrica (…) Y la respuesta a ese dilema o esa encrucijada en la que nos encontramos hoy por hoy, no es la de “parar la guerra”, sino el de hacerla o decidirse a hacerla -y ga-nar-la- de la forma mas científica y racional posible, asumiéndola como lo que es, guerra asimétrica y a la vez –en considerable grado y medida- una guerra de memorias. Primero hacer la guerra pues, y sólo después la hora de la autocrítica (sin arrepentimientos judeocristianos, ni mea culpas) Se pueden (y debe) no obstante formular de entrada las líneas maestras de aquella. Y la primera y principal es que a una guerra social, de clases, de lo que se revistió a pasos agigantados y desde los primeros momentos la guerra civil española, se debía responder no por la negativa, me explico, no negando u obviando la evidencia misma, y era del fondo aquel de lucha social, de lucha –y de odio- de clases, de "pobres contra ricos", y de "ricos contra pobres", que tuvo la guerra civil española, como lo denunciaron proféticamente algunas voces aisladas del bando nacional –y con escaso eco- durante la guerra misma. Sino asumiendo el desafío aquel, de clase, de parte o del lado de las clases medias (altas y bajas), que fueron –recogiendo en si el alma o espíritu nacional- (sustancialmente) las que ganaron la guerra. Y secundo, asumiendo la guerra civil española -como lo hizo en Francia, con "su" “guerra” el general De Gaulle y fue negándose a ver en la ocupación alemana de su propio país, como lo hacían otro de sus compañeros de armas- no más, como digo, que el enésimo capitulo o episodio del sempiterno conflicto franco/alemán- , y era como lo que en realidad fue, a saber, la primera batalla de la Segunda Guerra Mundial, que no fue en definitiva- en la expresión (otra vez) de mi amigo Ernst Nolte- más que una "guerra civil europea".

Y a aplicarse el cuento tocan. Dejarnos pues de tancredismos y de puestas de perfil –como fue hasta ahora la tónica- en lo tocante a la Segunda Guerra Mundial y no solamente a la guerra civil española. Y el paso primero –como lo hizo igualmente el general De Gaulle- lo es asumiendo sin aceptarla en modo alguno al mismo tempo, el peso –en el 45- de la Derrota. Derrota política y militar a la vez. Lo que alguien debería tener el coraje cívico y patriótico de plantear en el concierto internacional, y es proponiendo un armisticio –como lo hizo el mariscal Pétain- a falta de firma de paz -o de de acta de capitulación siquiera- sobre la guerra civil española. A buen entendedor pocas palabras sobran. 18 de julio, la hora de la reivindicación. Fuente de legitimidad, y clave de comprensión y de resolución de nuestra encrucijada histórica

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