miércoles, enero 08, 2020

INSTITUCIÓN LIBRE DE ENSEÑANZA Y RAMIRO LEDESMA

Figura iconográfica mayor –entre jóvenes sobre todo- del siglo XX español, Ramiro Ledesma Ramos. ¿Ramiro masón? La leyenda –tenaz- tiene bases verosímiles, como lo es por ejemplo, la dedicatoria de una de sus obras –“La Filosofía Imperial”- a Julián Sanz del Río, filósofo krausista y prohombre -no judío- de la ILE (Institución Libre de Enseñanza) Digamos (en su descargo) que en su apuesta por la modernidad de su época –la Europa de entreguerras, del auge de los movimientos fascistas- Ramiro, hijo (nota bene) de uno de los primeros maestros/nacionales –en medio rural- de nuestra historia española, debía fatalmente cruzarse con los que encarnaban la modernidad y el europeismo –de signo liberal y democrático- en la sociedad y en la universidad españolas desde las honduras del siglo anterior, pero eso no autoriza a nadie a poner en entredicho el patriotismo y de la independencia y de la libertad de criterios del líder español, fundador del nacionalsindicalismo. Libre de ataduras masónicas cualesquiera, como se vería rubricado por su muerte heroica Y como glosa de esta breve semblanza se puede decir que Ramiro era culturalmente católico aunque se viese y sintiese libre del corsé ahogadizo de los interdictos morales y de los dogmas (judeocristianos). Y es en la medida que era fiel –como lo probó con creces- a la memoria histórica de la España imperial y de su protagonismo (mayor) en la Guerra de los Treinta Años, la ultima de las guerras de religión -entre católicos y protestantes- en suelo europeo. Tal y como se ve reflejado en uno de los párrafos mas resonantes y memorables de su Discurso a la Juventudes de España” “Fue gracias a España que el catolicismo sobrevivió en Occidente”. Y fue esa memoria católica española la que calumniaron y ridiculizaron –en nombre de la modernidad democrática- los institucionistas (filo protestantes) Y en esa misma medida fueron ellos los principales responsables –o instigadores o autores intelectuales- de la guerra civil española –en lo que tuvieron de guerras de religión los diferentes capítulos o episodios (tales que nuestra guerra civil) de la “guerra civil europea”-, como lo prueba e ilustra el que sellaran su implosión al estallar aquella. Y es ese sello guerra civilista –de la guerra civil española del 36- lo que se siente y se huele ya de lejos en la que es considerada como la matriz y modelo de la Institución, la ULB (Universidad Libre de Bruselas) (Augusta Señora) de la que me lleve como a hurtadillas –un decir- un titulo o diploma, después de dos años de estudio tras mi salida de la cárcel portuguesa
Una figura sobresaliente del panorama de la filosofía universitaria española en la actualidad que pasó por la misma universidad –la Universidad Libre de Bruselas (ULB)- y siguió los mismos estudios (Historia del cristianismo y de la laicidad”) que los que yo allí cursé, (1987-89), seis o siete años después que yo, deja sentado en su tesis doctoral que la ULB -de lo que doy fe- fue la matriz o modelo de la Institución Libre de Enseñanza (un respeto) Y eso nos da la clave o nos abre una visión estelar –en mi opinión- tanto de la actualidad española más rabiosa –en Cataluña- como de los episodios mas cruciales de nuestra historia reciente a comenzar por la guerra civil de 1936 (interminable) , que tuvo en Bélgica –como lo expliqué y desarrollé en uno de mis libros (“Guerra del 36 e Indignación callejera”)- uno de sus escenarios principales en los largos años de posguerra (en su fase “asimétrica), y en la ULB, la mayor caja de resonancia de aquella en el plano de la guerra de propaganda (o de la propaganda de guerra)


"La pulsión al Este". (“marca ULB”) El librito –como un manual o vademecum o biblia de bolsillo de jóvenes investigadores (e investigadoras) de la dicha universidad, entre los que despierta auténtico furor-, por el que viene el escándalo ahora y que atiza o reenciende de nuevo a la vez la querella lingüística (y territorial) en Bélgica. Y a la vez, la guerra (interminable) de memorias. Botón de muestra de lo que el historiador alemán Ernst Nolte –que fue mi amigo- llamaba Literaturdenonziation, con nombres y apellidos (conocidos…) y a base (nota bene) de atestados judiciales, de la justicia de los vencedores en el 45 (…) De esos testimonios (temoignage) –sobre la actuación de los belgas (walones y sobre todo, flamencos) de las Waffen-SS- (y no propiamente pruebas o documentos), de los que dieron sobrada -y "correcta"- cuenta historiadores fuera de toda sospecha sobre la Gran Guerra. Y se trataba con ellos además de simples testimonios –como las mentiras de Ulises (…)- y no de confesiones (sic) de prisioneros de guerra, como ahora (…) ¿Cometieron crímenes de guerra –“crimen asiático” lo llama Ernst Nolte- y en el marco de una guerra total (Totale Krieg"), los belgas en el Frente del Este? El que este libre de pecado que tire la primera piedra. Aunque eso no justifique –y aunque sí en cambio explique- el chantaje al separatismo del que se aprovechan ahora artificieros y aprendices de brujo –y protegidos y apadrinados de los Nacionalistas flamencos- en Cataluña. (…)

(continuación).../...No es esto –vaya dicho de entrada- una venganza o un ajuste de cuentas. Guardo buenos recuerdos de esa Universidad hasta el punto que me siento retratado en lo que dice el escritor y novelista de expresión francesa Michel Houellebecq conrespecto a su tesis doctoral –en su novela (best-seller en Francia el pasado año) de “Soumission”- que tras la defensa (feliz o lograda) de aquella se dio cuenta que una fase importante de su vida llegaba a su fin, probablemente –como él se daría cuenta mas tarde- “la mejor de todas”. Y mutatis mutandis puedo yo decir que el tiempo de mi paso por aquella universidad belga donde con motivo o sin el, por simple tramite o `pura trivialidad se me abrieron unas puertas que tenía cerradas a cal y canto en otros países, en España sin ir mas lejos, por no decir en todo el planeta, fue el de los años finales de mi juventud que se fue precisamente aquí, en Bélgica. Lo mismo mtatis mtandis –dicho sea de pasada- que cuando evoco en mis recuerdos mi paso por el seminario suizo tradicionalista (e “integrista”) de Ecòne. Y por ello no puedo recordar o echar la vista atrás hacia aquellos años no poco azarosos y que tan intensamente viví sin que un tufo de nostalgia irreprimible me embargue aún sin darme cuenta. Iba –aún joven, con treinta y tantos años apenas- a comerme el mundo, libre de corsés y de ataduras tras tres años y medio no poco traumáticos de mi estancia en las cárceles portuguesas, cuando cruce (alegremente) los Pirineos sin pensar y sin darme cuenta (del todo) que lleva ya todo un pasado –como ahora dicen- a rastras o a cuestas, e iba adelante con una marca –o estigma (de infamia, un decir)- en la frente, la que me infligieron mayormente los medios –del planeta- que me iba a seguir fiel y silenciosamente sin irse ni a sol ni a sombra a lo largo de mi existencia (hasta ahora) Y en aquello tenia poco o nada que ver esa Universidad belga librepensadora (y filo masónica), cualesquiera que fueran después todos los sinsabores –mucho decir- que se me reservaban allí, porque insisto que no fue mi paso por aquella universidad –o institución- la raiz o fuente de mis problemas (….) Carta pues boca arriba, sobre la mesa (…) La ULB –Universidad Libre de Bruselas- fue -y sigue asiendo- testigo preferencial de nuestra historia contemporánea española como de nuestra actualidad mas rabiosa.

“Ni quito ni pongo rey pero ayudo a mi señor”, dijo o dicen que dijo el mercenario francés Bertrand Duguesclin en el drama de los campos de Montiel, resolviendo por su cuenta -y decidiendo asi nuestro destino al precio de mancharse las manos en el (regio) fratricidio que se siguió, por lo siglos a venir- el litigio sangriento entre Enrique de Trastámara y Pedro el Cruel. Y un sueño o ilusión tenaz nos persigue desde hace siglos y es el de ser absolutamente soberanos y dueños de nuestro destino, y lo que tal vez pudo se verdad en otras épocas no lo es hoy y desde hace mucho también, como no lo fuimos en aquella encrucijada decisiva que acabo xe mencionar –entre el Atlántico y el Mediterráneo entre Portugal y Aragón (o Cataluña)- y que nos deparo el destino y como no lo fuimos en el memento o instante del estallido de nuestra guerra civil (del 36) –ni tampoco en la incubación o gestación de aquella- y como no lo seguimos siendo en la larga travesía en solitario –en el concierto de las naciones- que depuse se siguió consciente que soy en lo qu afirmo de estar transgrediendo asi uno de los postulados sacrosantos, intocables, que esgrimió sin falta la propaganda oficial durante el franquismo, (incluso en el franquismo tardío) Y me habrán hecho falta tal vez treinta y dos años de residencia qui –en este balcón o belvedere u observatorio sin igual, privilegiado, de Bruselas, la capital de la UE- para calibrar o alcalimetrar de cerca el peso y la influencia –subterránea, enigmática y no poco misteriosa - de este pais pequeño (petit pays) en nuestros asuntos internos(casi tan fuerte e imponderable como la del aún mas pequeño Luxemburgo (….), aun n los asuntos más dolorosamente desgarradores como lo fue nuestra guerra civil. Y ello por paradójico que parecer pueda, y aunque las mas ruidosas evidencias contradigan o invaliden lo que aquí decir estoy queriendo. Que es cierto que la ULB por mor de sus posturas oficiales de tolerancia y de liberalismo, mantuvo una rigurosa y escrupulosa –y no poco azarosa también (al precio de disensiones y de desgarros internos)- postura de neutralidad en nuestra guerra del 36.

Sin duda –y es por mi cuenta y riesgo lo que aquí afirmo- por razón no tanto de su ideología o de su background ideológico como religioso como por los lazos de sangre (sic) –innegables por lejanos que ellos fueran- que nos ligan a los dos países, a España con Bélgica, el más hispano de los demás países europeos (pese a las apariencias) Tal y como lo leí, negro sobre blanco, en un libro –“Pour le Roi et la Patrie”-de la pluma (y la firma) de una hermana de la actual reina –Matilde- de los belgas donde se ilustraban esos lazos de afinidad, de por la unanimidad absoluta (con un una sola e ilustre excepción *) –a favor del bando nacional- de la que dieron muestras durante nuestra guerra civil el conjunto de la realeza belga (…) No es óbice que después del 45 nuestra guerra continuaría –como lo vengo sosteniendo contra viento y marea- en la medida que después de haber sido la primera batalla o el primer capitulo –como una “repetición general”- de la Segunda Guerra Mundial, la (interminable) guerra civil española, no dejaría de volver fatalmente (hasta hoy) al primer plano de la actualidad, como si no fuera más que una prolongación o la ultima secuela o estertor de aquella (y que me perdone Pio Moa) Y en ese marco o contexto es precisamente donde hay que enjuiciar y analizar la postura de aquella universidad y es que todo transcurre (“tout se passe comme si”) –en el consabido cliché de los textos académicos y universitarios, de investigación, aquí- como si quisiesen subsanar así o hacer olvidar (o perdonar) su actitud de neutralidad de entonces y como si viniese a hacerse realidad otra vez el famoso compromiso/histórico “a la belga”, de la manera tan barata o fácil de la que habrán dado muestras a través de siglos e historia, a saber a costa nuestra (…)

Me explico, a costa de España, de nuestro pasado como de nuestro presente, y de nuestros asuntos internos de preferencia. Y siempre a gusto por cierto de unos y de otros a uno y a otro lado de la barrera lingüística, de francófonos walones y de neerlandófonos (flamencos) Y así solo se explica el veto que se me opuso allí a mi proyecto de tesis doctoral sobre Francisco Umbral y sus novelas guerra civilistas (léase, versantes sobre la guerra civil) Y fue, oficialmente, porque no me distanciaba (sic) lo bastante de la actitud –de distancia o distanciamiento (sutil) hacia uno y otro bando- del autor que yo estudiaba. En claro y en crudo, porque no tomaba –“correctamente”- partido (por los “buenos”) en la guerra civil interminable (….) Y eso explica en gran parte también la polémica a todo arder las horas que corren –y que a todas luces trae (y la que traerá) cola (y mucha cola), y es por cuenta de la actuación de los belgas –flamencos como walones pero sobre todo de los primeros- en el frente del Este durante la Segunda Guerra Mundial encuadrados en las Waffen-SS. Una polémica envenenada como me autoriza a afirmarlo los años vividos aquí. Y es en la medida que irrumpen fatalmente como telón de fondo omnipresentes y como convidados ce piedra en ella, dos fenómenos de signo opuesto, e incompatibles entre sí, llamados a ahondar un poco más aquí la (odiosa) división lingüística. De un lado, el (odioso e insidioso) chantaje del separatismo, el de los vencidos de aquí (en el 45)-¿cualquier parecido con la realidad española pura coincidencia?-, léase el de los nacionalistas flamencos. Y del otro, la instrumentalización partisana –a cargo (un primor o una estricta novedad) de una camada de jóvenes investigadores (chercheurs) o investigadoras, del lado francófono, y de la ULB (…)- de la guerra de memorias sobre la Segunda Guerra Mundial, a la que asistimos (un tanto absortos) los últimos días, las ultimas horas. Y en medio sin comerlo ni beberlo, siempre España, de chivo expiatorio hoy como ayer, léase, por cuenta de la independencia de Cataluña, tema fetiche de los nacionalistas flamencos y ultimísimo capitulo entre los francófonos de la (interminable) guerra civil española. ¿Mucho esperar que los políticos españoles –constitucionalistas o españolistas, quiero decir- se enteren y tomen nota?

(^): Y no fue otra -como se hace observar en la obra referida-, que la de Paul Nothomb barón de su titulo de nobleza, compañero -como copiloto del caza aéreo en el que volaban los dos- de André Malraux en la guerra civil española, de una ilustre familia del Luxemburgo belga, e hijo de Pierre Nothomb, líder del lobby favorable a los nacionales en el Parlamento belga durante la guerra civil española, y fundador de una dinastía, activa aún de nuestros días en la política belga



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