Noticia del entierro de Juanita Rico -verdulera madrileña del barrio de Chamberí, y socialista, del PSOE-, “la meona que encendió la guerra civil”. La memoria es el campo de batalla ineludible en la hora actual para los auténticos patriotas, digan lo que digan los profesionales del patriotismo y de su propaganda en los medios y en la red. Y en la medida que la despertamos y la recordamos, desactivamos la carga mortífera, letal, de la ley funesta de la Memoria. Y no a la inversa (algo en lo que caemos en la cuenta sólo ahora) A cada batalla pues de guerra de propaganda –de Juanita Rico a las Trece Rosas- oponerles como un solo hombre el mentís rotundo que les lanza nuestra memoria (la nuestra, la de los “nuestros”, una memoria de guerra y de victoria): esa es la consigna urgente de la hora. Los inmigrantes, la amenaza del Gran Remplazo (Remplacement), esa es otra historia, francesa y europea más que española (…)
Obras son amores –reza el refrán- y no buenas razones. O puesto igualmente en román paladino, por sus obras les conoceréis. Y es ocioso e inútil y contraproducente el disertar a toro pasado –"epilogar" lo llaman en Francia (los eruditos) –, sin tasa y sin fin sobre análisis y estrategias. Y más en terreno electoral, de la actualidad (¡ay dolor!) electoral española. Porque la estrategia es necesaria, pero no suficiente si no están presentes otras cosas. “Hábil estratega, pero pobre y triste condotiero” (léase comandante o jefe de guerra) Es lo que le oí un vez a un antiguo mercenario en África aquí en Bruselas, participante en la operación aerotransportada –con lanzamiento de paracaidistas, de liberación de rehenes a manos de rebeldes (simbas)- de la toma de Kisangani (24 de noviembre 1964) en el Congo belga, (algo inolvidable para mi interlocutor en donde él también tomó parte), y era evocando las palabras que le dijo a él, el antiguo jefe de mercenarios belgas, Jan Schramme (de Brujas), por cuenta de otro mercenario también presente y operacionalmente activo en aquella guerra, Bob Denard, francés, que dio mucho que hablar hace años con ocasión de sus ultimas andanzas justo en vísperas de su muerte, en la prensa aquí que saludaba y veía en él el último de los mercenarios y el fin de toda una época. Y viene a cuento de la polémica áspera y cruda y desagradable desatada en los medios patriotas –quién lo diría- por cuenta de las palabras de Ortega Smith
–de VOX- sobre las Trece Rosas, en las páginas de un diario digital patriota –y no nombro (porque no se necesita)- que lleva ya tiempo –¡años!- comiéndonos la moral con sus análisis lúgubres, macabros más que realistas y sombríos de la actualidad y de la actual realidad española y por sus predicciones agoreras, y empeñado en asestarnos lecciones de estrategia ahora con el respaldo económico y financiero y el patrocinio y la autoridad moral (si se puede hablar así) de la derecha (de la derecha) USA de mentalidad (¡ay dolor!) irremediablemente anglosajona. Y así atacan ahora a Ortega Smith por sus declaraciones, en tiro por elevación contra la estrategia electoral que su partido (VOX) acaba de poner en marcha que acusan de torpe y contraproducente y es por hacer de una vez lo que ellos –o sus comanditarios y compinches o aliados- no se atrevieron nunca hasta hoy a hacer en resumidas cuentas, a saber entrar al trapo, resueltos, sin distingos ni complejos ni miramientos, de la polémica –de fin del mundo- desatada en la opinión publica y en la sociedad española por la ley (funesta) de la Memoria.
¿Y por qué esos reparos y remilgos? cabe fatalmente preguntar- ¿por qué en esos medios (patriotas) le tienen ese miedo (cerval) a la Historia o a la manipulación (de fines electoralistas) –lo mismo me da que me da lo mismo- que de aquella puedan hacer, y de los réditos electorales que de ella pueda sacar la izquierda guerra civilista? Pregunta del millón cuya respuesta más que de politólogos cabe esperarla mas bien de psicólogos o psicoanalistas. Spain is different. Lo mismo que ese diario digital –nos lleva predicando en español/castellano- todo el tiempo y que ahora sin embargo por las razones que sea, hacen como que se olvidan: España es distinta, sí señor y las soluciones que puedan servir de panacea en otros países (europeos) –la democracia liberal (o democracia inorgánica o democracia a secas) y la transversalidad, panacea mágica ante la que ponen los ojos en blanco tantos jóvenes españoles o españolas)- parece como que no funcionan.
Un señuelo o espejismo, letal funesto, y más que aciago e irresponsable y suicida, el predicar o el pregonar de solución de futuro la transversalidad –eso de ni izquierdas ni derechas (sino todo lo contrario) – mientras arde a todo arder la guerra interminable –en los campos de batalla antes, de forma asimétrica ahora, en el plano de la memoria-, que como llevo recordando aquí una vez y otra también todavía dura (….) Hurgar en cambio hasta en lo más hondo y profundo –como acaba de hacer VOX por la boca de su secretario Ortega Smith-, la consigna urgente e ineludible de esta hora, que así, quien sabe, puedan brotar como un salto de agua o un surtidor los chorros de la verdad histórica. Como es puede ser el caso de las Trece Rosas. Los patriotas que nos ocupan desmienten y contradicen las palabras de Ortega Smith, pero ellos no aporta prueba o dato nuevo (en contra) que es lo mismo groso modo que ellos reprochan. Que son los mismos que los de la izquierda.
¿Cosas –como esos patriotas ahora dicen- que sucedieron hace ochenta años? Pura historia es verdad, del pasado que no pasa (ni en broma) Y que seguirá sin pasar, si nos empeñamos en seguir metiendo la cabeza debajo del ala o el ponernos de perfil cada vez que nos llama a la puerta. Y empeñándonos en negarnos a mirar de frente lo que tuvo de tragedia la guerra civil española, sin limitarnos –como aficionaban en el PP- a las fórmulas plañidera y declamatorias, mientras se cocía despacito y buena letra ante su mirada impasible y cómplice y aprobatoria, la ley (funesta) de la Memoria: “Fue una tragedia” y punto. Y manos a la obra, y a arreglar la economía y no remover (sic) las cosas del pasado en aras del futuro - que eso es lo que importa. Y así es como nos va ahora (…) Fue una tragedia, si, la guerra civil española, como lo fue la Segunda Guerra Mundial, como lo fueron todas las guerras. En lo que tienen de guerra civil y fratricida -¿sin excepción?-, todas ellas.
Y es lo primero que viene a la mente viendo la foto de las trece –que no eran trece sino catorce a lo que parece- que enarbola ahora en reparación y desagravio la izquierda guerra civilista. ¿Ángeles o demonios, brujas de cuidado y milicianas aviesas, o jóvenes idealistas y madrinas bondadosas, y de encanto y belleza innegable (dicho sea de pasada) –y bien española- alguna de ellas? Y de las fotos es cierto que nos queda la duda, que me diga, de que lo uno y lo otro, todo junto y bien revuelto (va a ser eso) nos pueda dar la solución del enigma. Victimas y verdugos, la clave del dilema y el fondo de la tragedia. De jóvenes arrastradas (y manipuladas) en el torbellino o huracán de la guerra civil española, como lo que presencié absorto yo –mutatis mutandis- entre tanta joven de buenas familias (e incluso de derechas) que el ambiente radioactivo que acabó imperando en la Universitaria madrileña –tardo franquismo tardío, principios de los setenta- convertía en auténticas ferias.
Y si se añada la sed de sangre y el fuego de la guerra civil, la estampa queda completa. ¿Pruebas? ¿Presunción de inocencia? En la guerra como en la guerra. Y hay que abordar y tratar el caso como lo que en fondo y en realidad es. Pura propaganda de guerra. Rosas -y cardos- y espinas. Y hay que saber cortarlas sin dejarnos los dedos de la mano en el empeño. Y sin rasguños ni heridas. Y en un trance así no escaquearse –como decíamos en la mili (IPS)- y salirse de puntillas, y de perfil, que es lo que están haciendo en los medios patriotas (…) Flor de insidia la guerra de propaganda interminable sobre la (interminable) guerra civil española!
En las checas -como una metástasis del Madrid en zona roja- se violaba, se torturaba y se mataba –que la Historia es la que es- , y si ellas no cometieron esas atrocidades, en su calidad de chequistas –léase comunistas de guerra civil (que asumen aun hoy con el mayor descaro y desvergüenza, sus turiferarios y propagandistas por su cuenta)- daban el visto bueno y lo aprobaban y consentían. O sea que un puro mito eso de las flores inocentes. Como Juanita Rico –otro melodrama de la izquierda guerra civilista- “la meona que encendió la guerra civil”, como yo dije (y me suscribo) en una de estas entradas.
¿Mató ella al que fue su novio, joven falangista? Hay que responder que no, pero se meó sobre su cadáver, mientras los otros asaltantes se ensañaban con él y lo profanaban y horrorosamente mutilaban) (...) Más culpable que los otros pues, per se o por aquello de que pague uno –o una- por todos (nosotros), ley de bronce de la Historia (y de la Moral antigua, sin moralina (…)
Guerra a los muertos, entonces como ahora. Y no parece que sea un puro azar, esa coincidencia de polémicas, de la exhumación de los restos de Franco y de las trece (o catorce) rosas chequistas y violadoras (a falta de pruebas) Y es que si quieren aunque se les venga el mundo encima profanar los restos de Franco, como están demostrando ahora, ¿por qué negar o excluir de entrada que esos mitos de mujeres que tanto ensalzan y glorifican, hicieran lo mismo con otros cadáveres (de “fascistas”)?
“Hay que ser más cauto en el lenguaje de la violencia cuando no se está” en condiciones de poner en práctica lo que se dice”, dejó escrito Ramiro Ledesma. Y hay que ser mucho más prudente a la hora de definir estrategias, pasando sigilosos y de puntillas junto a cadáveres enterrados ( y a punto de desenterrar, o eso dicen) De un pasado que no pasa, que si le da por ahí –como todos los indicios lo indican- despierta ahora y resucita (…)
https://gaceta.es/opinion/doble-error-de-ortega-smith-asesinatos-en-madrid-de-todos-los-misterios-20191009-1211/
ResponderEliminarHizo bien Ortega Smith en recordar las chekas. Pero sufrió un lapsus al adjudicar a las llamadas «trece rosas» el carácter de asesinas, torturadoras ¡y hasta violadoras! No se las sentenció a muerte por nada de eso, sino por una figura vaga de «solidaridad con el bando rojo y auxilio a la rebelión». Además, no tuvieron nada que ver con el asesinato de Gabaldón, pues estaban ya en la cárcel. Por lo tanto, la sentencia fue desmesurada y brutal, «terrible» como decía una explicación oficiosa de ella. Lo que habían hecho aquellas mujeres fue tratar de reconstruir el partido comunista, y al relacionarlas de forma implícita, pero irreal, con el asesinato de Gabaldón, se justificó la condena en la decisión de impedir que, apenas acabada la guerra, algunos quisieran volver a las andadas. Pero es la justificación de una evidente injusticia por lo desmedido de la sentencia.
A Ortega le faltó señalar algo fundamental, y es que la ley de memoria histórica y los nostálgicos de las chekas celebran como «defensores de la libertad y víctimas del franquismo» a los asesinos y torturadores chekistas y marxistas en general. Y en este caso a las «trece rosas» como mártires de la democracia. De la «democracia soviética» del GULAG y el genocidio, como hoy nadie puede ignorar. Podría haber señalado también que los chekistas torturaron, violaron y asesinaron a muchas más «rosas» sin juicio alguno.
El segundo error, más grave a mi juicio, fue decir que en la guerra «perdimos todos», como si hubiera sido cosa de cuatro locos que obligaron a los demás, según pretende el PP ahora. De acuerdo con eso, la victoria de Franco y los cuarenta años siguientes habrían sido absurdos. Pero en la guerra perdieron los que pretendían disgregar España, arrasar la cultura cristiana e imponer regímenes totalitarios de estilo soviético. Y ganamos casi todos los españoles, incluidos los que por engaños demagógicos defendieron al Frente Popular, se reintegraron y contribuyeron a reconstruir el país y mantener su idependencia. Un frente popular compuesto, debe recordarse siempre y casi nunca se hace, de marxistas totalitarios, racistas separatistas y golpistas. Esta gente destruyó la legalidad republicana y cualquier norma de convivencia en libertad, y con ello provocó la guerra, pensando en ganarla. La perdieron, y eso hemos salido ganando casi todos. La guerra tuvo ese sentido y en vez de lloriqueos ñoños como el de «perdimos todos» habría que destacar el valor y decisión de quienes se rebelaron, corriendo riesgos tremendos, contra la peor tiranía y la vencieron. Porque actualmente nos están volviendo a las mismas: cuarenta años después del franquismo, lo «combaten» unos miserables como cobertura para su ataque real a la democracia, a la ley, a la monarquía y, sí, también a la cultura cristiana, que la propia Iglesia parece empeñada en arruinar. Vivimos en tiempos de fraude y confusión generalizados, y por eso es más necesaria la labor aclaratoria.
---He aclarado este tema en anterior carta. El error de Ortega Smith sirve para que los "progres" acusen de falsario al lider de VOX. Lo honesto e intreligente es decirle a Ortega Smith que se trabucó y se expresó confusamente
Me parece que rizas el rizo un poco, Anónimo, aunque estoy de acuerdo en (casi) todo lo que dices. Y eso de que "perdimos todos", me suena a mi (también) a la retorica -acomplejada- del PP (estarás de acuerdo) Aunque no creo que sea justo ni táctico ni prudente obligarle a que se retracte en publico. Una de las lecciones de lo que me sirvió mi paso por universidades belgas -donde reina (vox populi) el pensamiento único (hegemónico) y judío- es que los lapsus -o lapsos- (de Freud) no se reconocen nunca, como no lo hizo Heidegger en aquella ruidosa polémica con el chileno comunista Victor Farías (finales de los ochenta) -que había sido su alumno- que le acusaba por culpa de un lapso uyo, de negacionismo. Y además que estoy persuadido como ya dije que Ortega Smith, dijo lo que queria decir. He dicho, y gracias Anónimo, por tu mensaje (los unicos, los tuypos, que me llegan)Un abrazo, con Fe en el futuro (del día de mañana)
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