Ramón Fernández (1894-1944), un mejicano fuera de toda sospecha. Nacido en Paris, hijo de Ramón Fernández de Arteaga, diplomático. Critico literario y cinematográfico del mayor realce en el París de años treinta y destacada figura de “la Collaboration” ( ¡un mejicano partidario del bando nacional en durante nuestra guerra civil, curiosa excepción!) En Francia pasaba –y pasa (post mortem)- por un español, que hace pensar –a las pruebas me remito- en todo menos en la rebelión mestiza antiespañola (de la Emancipación) Clave del enigma (de su nombre y de su trayectoria), que su hijo y heredero Dominique Fernandez (de la Academia francesa) oculta cuidadosamente de él: el padre de Ramón Fernández –y abuelo del anterior- formaba parte del sequito que acompañó a Porfirio Díaz en su exilio (francés), figura destacada pues, como todos sus acompañantes, del “Porfiriato”, una (larga) era de paz, de prosperidad y de Orden, que mancilló todo lo que pudo con chismes y bulos y calumnias –de Porfirio y del porfiriato-Valle Inclán en su novela panfleto “Tirano Banderas” a mayor gloria de la Revolución Mejicana, fenómeno histórico de una cargazón racial (racista) innegable, mezcla a la vez de protesta indígena y de rebelión mestiza, y la última de cuyas secuelas lo es el actual fenómeno migratorio en los Estados Unidos (en aluvión) ¿Cuento de buenos y malos –de pérfidos anglosajones y buenos y sufridos hispanos (que me diga ex hispanos)- en la matanza del Paso? ¡A otro perro con ese hueso, por favor! ¡¡¡LARGA VIDA A LA RAZA BLANCA ( Y PAYA) QUE NO SE APAGUE NUESTRA MEMORIA. Y QUE NO SE NOS OSCUREZCA EL SOL!!!
Doninique Venner escribió que una de los grandes lastres o hándicaps si no la gran tragedia (sic) del hombre después de la Segunda Guerra Mundial fue el que “la guerra desapareciera de su horizonte", lo que invita –al hilo de los recientes acontecimientos- a una urgente matización o puntualización. Y era que donde él decía guerra, habría que trascribir, no por la guerra cruenta que llegó a su apogeo en las formas de “guerra total” que culminaron a su vez en la Segunda Guerra Mundial, sino por guerras “asimétricas” con el componente importante en todas o casi todas ellas de guerra psicológica de propaganda con el reto dominante gravitando en todas o casi todas ellas, de ganarse a la opinión publica de uno o varios países o a escala mundial, lo que no habrá hecho más que acentuar e intensificar el fenómeno de la globalización. Y esas, lejos de desperecer se diría que tienden a invadir nuestro panorama de actualidad como nuestros horizontes de expectativas de futuro, cada día que pasa más y más. Y es algo a lo que estamos sin duda asistiendo tras el atentado o matanza del Paso que se estaría tentado de decir que tiene su principal blanco u objetivo no en las (pobres) victimas de la matanza, sino del otro lado del Atlántico, en el publico español., protagonistas principales por activa y por pasiva, no nos engañemos –aunque los medios lo silencien (sibilinamente) o cuidadosamente lo disimulen- del reto escondido tras el álgido debate que le matanza habrá desencadenado y que tiene como telón de fondo el órdago a la grande de Donald Trump en su política anti-emigración.
“Falsa bandera” se coja por donde se coja, el atentado del Paso como ya lo tenemos expuesto en la Red: Y una bandera además de un innegable sello español, léase antiespañol. Y para explicarlo lo mas breve y someramente posible en esta entrada hago uso de la obra célebre y tan celebrada sobre el choque de culturas de Samuel Hungtington, en la que se esboza una sutil distinción entre el Occidente y el mundo (o submundo) latinoamericano, o hispano, ex hispano (con perdón) Lo que en la actual crisis migratoria en la frontera mejicana de los Estados Unidos parece obtener cabal confirmación. Un análisis que a fuer de simplista ofrece todos los visos de esconder una (sutil y sibilina) maniobra de intoxicación, por no decir qe nos encontramos, aún los observadores más confiados e inadvertidos, frente a una crasa e insólita provocación. Con un blanco u objetivo principal –insisto- no en los directos protagonistas de la crisis migratoria en los Estados Unidos –los emigrantes mejicanos y de otros países (ex) hispanos por un lado y por el otro la Administración Norteamérica (y republicana) y el propio presidente Donald Trump- sino los destinatarios primeros y directos de lo que ofrece a la vez todos los visos de una maniobra en tiro por elevación, a saber el publico español
Y a un primer golpe de vista las piezas o elementos no nos faltan de lo que aquí decir estoy queriendo. Por la personalidad del autor de la matanza para comenzar. Un blanco (de raza), pero un blanco un poco sui generis o atípico o especial para lo que es la norma o la media en la sociedad norteamericana en el plano racial. Ni hispano ni tampoco WHASP, lo que parece ya de entrada invalidar de golpe la responsabilidad o la culpabilidad anglosajona en este asunto y en el debate en torno suyo en general con lo que algunos –movidos sin duda (y eso es lo mas trágico)- de las mejores intenciones y de una mística y patriotismo fuera de toda sospecha nos llevan ya un rato dando la vara, por cuenta de ese y de otros asuntos de la actualidad reciente –como la matanza de Paso- o de la historia dela Segunda Guerra Mundial y de sus capítulos más trágicos y dolorosos referidos a su desenlace final y a al suerte trágica y cruel (Vae victis!) de los vencidos, y en particular del pueblo alemán. Los anglosajones fueron culpables de todo aquello, y de lo que tienen que pagar aunque se hunda el mundo y desaparezca de la faz de la tierra – a favor del aluvión migratorio- el menor vestigio de la raza blanca en particular. Léase, aunque tengamos que pagar por aquello todos los demás, ese es el reto que nos plantean algunos por cuenta de la tragedia del Paso o por expresarlo en lenguaje (pedante) académico e universitario, el estado de la cuestión (…)
El otro gran argumento a la disposición de los manipuladores (de opinión) lo es un manifiesto un tanto fantasma que circula en las ultimas horas en la red dando fatalmente pie a la comparación (odiosa) con el atentado antimusulmán de Nueva Zelanda (Christ Church) Hispanos ahora, "el enemigo a abatir". Como anillo al dedo, no me digan, en la maniobra de manipulación (o de “intoxicación”), dedicada –en destinatario predilecto- (nota bene) , vuelvo a insistir, al publico español. Lo que nos zambulle, como estos últimos días (a través de las redes) viene sucediendo, en la enojosa (y melindrosa) polémica histórica sobre la Conquista de America y la verdadera interpretación –¿problema social y político, o guerra de razas?- que nos merece el fenómeno de la Emancipación
Aquí ya todos saben mi postura en este tema que algunos dan por zanjado aunque otros mucho nos tememos que no (…) Un debate crucial del que depende no obstante el diagnóstico y el tratamiento al asunto de actualidad que estamos abordando aquí. ¿Hispanos maltratados o discriminados –por su lengua y su cultura-, o ex hispanos que nos dieron la patada hace mas de un siglo, obnubilados por el brillo y el prestigio de lo anglosajón? Hablan nuestra lengua nos dicen y nos repiten (y machacan) , como si las estadísticas lingüísticas o demográficas –que tienen los corifeos aquellos permanentemente en mano- fueran a hacernos ganar una guerra, como un partido de fútbol o de baseball o que se yo. Una lengua adulterada oralmente o por escrito, que oculta difícilmente –digan lo que digan o piensen o que piensen (¡oh manes de Francisco Umbral!) los prebostes de la RAE- una voluntad firme y un claro designio de apropiación. En la gramática –en sintaxis como en prosodia u ortografía- como en el acento (ay dolor!), y me duele y nos duele (o escuece) a veces es verdad ese elemento –el acento- de diferenciación, ¿o es que no les duele a ellos si no?
Y a la mente nos vienen los casos de discriminación flagrante –no uno ni dos- del español, léase de Español de España hablado y escrito, como lo ilustra el caso relativamente reciente de una (cándida e) inocente profesora (norteamericana) de Español en una Universidad de los Estados Unidos que se vio (escandalosamente) vetada y privada de su puesto de trabajo (docente) el pasado año por presiones de otra profesora (rival) “latina” –que se quejaba de haber sido (racialmente) discriminada en España-, que le reprochaba su acento. –el de un pueblo de opresores (sic)- hablando el español. Un acento español (de España) que a todas luces no podía soportar. Un aspecto o vertiente histórica y cultural del asunto que aquí abordamos, y que nos debe hacer obviar o pasar por alto su aspecto sociológico, común es cierto a otros fenómenos migratorios –en Europa m refiero- de criminalidad y de lo que en francés hoy se denomina el Gran Reemplazo (Remplacement)
¿Racistas? Una evidencia en Europa como en America -esa Gran/Sustitución-, y no vemos por qué en el análisis que se permiten algunos –que esgrimen sin reparos ni complejos, lenguaje racial- sea algo que aquí en cambio quepa obviar. Algo que hay fatalmente en cambio que concluir, si se parte de la base –la que sustento en mis análisis- que la Emancipación americana no fue otra cosa que una rebelión mestiza ant-española. ¿Que de extraño pues que esos mismos pueblos (ex) hispanos estén por detrás de esta nueva maniobra de Gran Remplazo (Remplacement)?
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