martes, julio 16, 2019

BATALLA DE KURSK Y LOS T-34


T-34 (ruso/soviético). Principal protagonista –con el Panzer “Tiger II” alemán- de la batalla de Kursk (Ucrania) -10, 13 febrero 1943, seis meses después de la rendición de Stalingrado, 2 de feb., y a los pocos dias (10 de febrero) de la batalla de Krasni- Bor-, de la más grande batalla de carros de la Segunda Guerra Mundial y de toda la Historia: un modelo de equilibrio entre potencia de fuego, movilidad del vehículo y protección de sus tripulantes. Su aparición, creación y producción en masa fueron en cierto sentido una secuela más de la derrota ruso/soviética en la guerra civil española, y fue en la medida que en ésta se evidenció la pobreza y el fracaso en suma de la aportación soviética en fuerzas blindadas al campo republicano, incapaces de contrarrestar –como se puso sobre todo en la batalla del Ebro de manifiesto- la ayuda alemana al bando nacional, sustancialmente en aviación y en artillería y armamento pesado. Cayeron sin embargo, los T-34, en Kursk como ratones, en su propia trampa, y fue en el cepo de la gran zanja rusa anti-tanque, una especialidad (se diría), esos fiascos grandiosos, de las grandes ofensivas de cuño ruso soviético, como lo recoge el episodio que clausura la célebre novela de Hemingway “¿Por quien doblan las campanas?", donde un error de calculo, de “fuego amigo”, desbarata –en el marco de la batalla de Brunete- la contraofensiva rojo republicana, supervisada en directo por la misma Pasionaria, en la zona de Segovia (sierra de Guadarrama). Y ese secreto (de derrota táctica) de la batalla de Kursk –una grande y decisiva victoria soviética es cierto, en el plano de la estrategia (y de la guerra de propaganda)- es precisamente lo que han revelado ahora periodistas e historiadores británicos, ante el escándalo y desconcierto de los altos mandos militares en la Rusia de Putin, que por lo que se ve (y por motivos que se nos escapan a occidentales) siguen empeñados –el mismo mandatario recién nombrado a la cabeza- en “pelear” la batalla de Kursk como los vencidos del 36 siguen (mutatis mutandis) emperrados ochenta años después en “ganar” la guerra civil. Y como el propio Stalin en definitiva, tras el fracaso de la incursión del maquis en el valle de Aran, se empeñó en ganar, “por otros medios” (Clausewitz díxit) la guerra civil española 
(Continúa)

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