23 de Octubre de 1940. Heinrich Himmler presente en el monasterio de Montserrat en su segunda visita a Cataluña. La primera, a poco de terminar la guerra civil (junio de 1939) cuando fue recibido en olor de multitudes y en medio de un entusiasmo y delirio indescriptibles a su paso por la Diagonal en Barcelona. En la foto, el jerarca nazi saluda a uno de los monjes –no al abad (ausente del encuentro)-, Ripoll, que hacia de intérprete. Al fondo, el general Ordaz (*). A cierta distancia, en el margen izquierdo de la foto (1), un sonriente -y complaciente- Aurelio Escarré (futuro prior hasta que Franco lo mandó al exilio). Según una de las versiones que se han transmitido del evento hasta hoy, Himmler denunció los abusos sexuales de menores a manos de eclesiásticos, que era uno de los principales agravios que enfrentaba al régimen nazi con la iglesia católica en Alemania. Lo que fue rotundamente negado (cual vestales indignadas) por los monjes catalanes. Y cualesquiera que sean los chascarrillos y chismes y leyendas que se perpetuaron hasta hoy del paso del jerarca nazi por Cataluña, hay que rendirse a la evidencia ochenta años después que la Historia y la crónica de actualidad de los últimos días ha dado la razón (más que de sobra) a los nazis en aquel contencioso ideológico -y espiritual- tan crucial y trascendental –y tan doloroso y desgarrador- con el catolicismo romano. La moraleja de esa historia nos la ofrece Nietzsche en "El Anticristo", en su cuarto mandamiento (sic) de la ley contra el cristianismo (en el epilogo de la obra) Como un convidado de piedra : “Predicar la castidad es una incitación a obrar contra natura. Despreciar la vida sexual, mancharla con la noción de lo impuro, ese es el verdadero pecado contra el Espíritu Santo. El de la Vida” (Palabra de Dios, te alabamos señor) O eso otro de la peste sexual (sic) que denunciaba Goebbels –igual que un leit motif primero y principal en todo lo referente a la sexualidad de la propaganda nazi- como una lacra judeo-cristiana-
(1): En su version original, me refiero, publicada junto con otro artículo de este blog, en la reproduccion que adjunto a esta entrada en cambio, no aparece su rostro, aunque si cabe distinguir (en el margen izquierdo de la foto) el resto de su fisonomía
Los grupos scouts que con el plácet eclesiásticos hacían el boicot y rivalizaban con el Frente de Juventudes en Cataluña, como testimoniaba uno de los falangistas catalanes (de cuyo nombre prefiero no acordarme) que los llevaba (o eso decía él) -él y sus camaradas- por el camino de la amargura, salen ahora a relucir otra vez, no por el plumero de separatistas que se lo tenían bien ganado y adjudicado desde entonces –aunque fuesen entonces mayormente de victimas de aquellos- sino por encontrase ahora en el ojo del ciclón o en el vértice del torbellino que acaba de estallar y saltar a los grandes titulares de los medios de los abusos sexuales a manos de eclesizasticos –vieja historia que sale solo ahora a la luz que se remonta a hace mas de cuarenta años-, que tiene de epicentro nada menos que a los grupos scouts de la abadía de Montserrat, ciudad santa del nacionalismo catalán (separatista), por un lado, y por otro, al Arzobispo de Tarragona, de principal protagonista, sucesor de Vidal y Barraquer (un respeto) que iba entonces de Primado de España durante la Republica, -porque la sede primada no era para ellos Toledo sino Tarragona, la Primada (como ellos decían y escribïan) Pujol de su nombre (y no miento) y con él, otros casos de ese tipo de escándalos sexuales desperdigados por toda la geografía catalana. Y el escándalo estalla precisamente al borde del estallido de la actual situación en Cataluña,
y pone fatalmente en la picota a toda la Iglesia catalana en bloque, principal culpable –y lo digo por mi cuentas y riesgo- de la agravaron de la situación a los extremos a los que se habrá llegado en las últimas horas.
Putsch de Munich (8-9 noviembre 1923) La fracasada tentativa nazi en Munich, de la Cervecería (Burgerbräukeller) lo fue en el marco de una asonada bávaro -separatista, de Gustav Von Kahr, a quien se adelantó Hitler (sobre la marcha) en resumidas cuentas. La historiográfica políticamente correcta hace de la Baviera la cuna del movimiento nazi, obviando por sistema el papel de revulsivo fulminante que jugaron el movimiento separatista y su elemento religioso “diferenciante” (eclesiástico y católico/romano) en aquella región católica de Alemanis y en el auge del movimiento nacional-socialista. El pasado que no pasa, en la buena acogida que tienen hoy allí –en la magistratura como en la opinión publica (y ante el escándalo y la consternación antigermana en los medios patriotas)- Puigdemont y el independentismo en Cataluña. ¿Baviera y Cataluña comparaciones odiosas? Troncalmente clericales ambas, y separatistas,
"En la granja animal –escribe Georges Orwel en su obra sobre nuestra guerra civil. titulada precisamente,”Homenaje a Cataluña”-todos los animales eran iguales, pero unos eran mas iguales que otros", una imagen inevitable en mi espíritu, de unos católicoa –los vascos y los catalanes- que en una religión igualitaria (o universalista) como es la nuestra iban de mas católicos que otros, desde los inicios (al menos) de la posguerra (mundial o europea). Ese era al menos el sentimiento –ahogadizo, sofocante- que me embargaba fatalmente en aquellos encuentros de protestantes (bautistas) catalanes, en los que me vi envuelto. Y fue a mi paso –sin norte ni rumbo fijo- por Barcelona cuando me vi libre hace (casi) treinta y cinco años, de la cárcel portuguesa. El sentimiento (penoso y humillante) de verme visto y -como tal condenado a verme tratado en consonancia- en plan de número de feria, y era por razón de mi pasado conflictivo, y de mi identidad en suma (nombre y apellidos), de lo que estaban (piadosamente) al corriente todos o casi todos –sin mencionarlo por cierto, ni meneallo- en aquella augusta asamblea, de la capilla aquella –un salón de actos más que otra cosa- (…) y con una actitud hacia mí, mezcla de curiosidad y de distancia a la vez, y era la que les daba un elemento diferencial, lingüístico y religioso, por partida doble. Eran españoles como yo, por supuesto (además o después de catalanes), ¿quien podía ponerlo en duda?, tal y como me declaró declamatoriamente alguno, como curándose en salud y con vistas a eliminar las suspicacias que en mí notaba. Pero yo a fe mía no me sentía en casa, más bien con los cinco dedos marcados en la cara, y era de aquellas lecciones (o profesiones) de religiosidad –en clave protestante, catalana- de creerse más religiosos, léase más buenos, más perfectos o espirituales, o en otros términos, como unos cristianos -o ex – católicos- no como los otros, o más católicos que los otros (españoles), que era lo que les había hecho cambiar de religión –o de confesión (cristiana)- en resumidas cuentas. Y me pega que esto último –ese factor religioso (y “diferenciante”)- da la clave del auge en aquel entonces –tan insólito y llamativo- de las sectas o grupos evangélicos en Cataluña Y apuesto lo que sea que aquellos piadosos bautistas catalanes se encuentran ahora en primera fila de la asonada separatista, o si no en primera fila, sí en el grueso del batallón al menos, en perfecta buena/conciencia por cierto- en nombre del Dios del Evangelio -el del Nuevo Testamento- y de Cataluña. Como en la Baviera católica, una sociedad troncalmente clerical, que sirvió de revulsivo imparable –por su separatismo, de cuño eclesiástico, no se olvide (…)- al movimiento nacional-socialista (…) Los pueblos que no aprenden de la Historia están condenados a repetirla (…)
(*): Abuelo de Luis Javier Benavides Ordaz, abogado laboralista y víctima de la (primera) matanza de Atocha
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