domingo, enero 20, 2019

SORAL Y LA "LIBERTÉ DE PENSÉE"

Alain Soral. Estrella ascendente del firmamento ideológico en lengua francesa. Y es en pleno crepúsculo de otros astros –que lo fueron para el que esto escribe-, (Dominique Venner, Robert Faurisson, Jean Marie Le Pen, y Ernst Nolte) (*), que proyectaron su luz –como todo lo que viene de Francia- entre españoles (y de Alemania también). ¿Será capaz de superar -como yo la superé- la prueba de la cárcel que le aguarda ahora- –como parece haber superado la del extrarradio (musulmán/inmigrante) Si así es, será la señal infalible, para él, que ha llegado su hora, y para nosotros, que era el guía que estábamos esperando (¡Victoria!)
Alain Soral hace hablar de él otra vez (no soy solo yo que conste, ¡eh!) Y es que tal vez era esa mediatización tan intensa y comparable mutatis mutandis a aquella de la que el autor de estas líneas habrá sido objeto desde hace más de treinta y cinco años y que habrá marcado al rojo mi vida y sellado mi destino después, la raíz oculta el lazo misterioso que me liga o que me hace sentirme ligado al destino de este francés fuera de lo común, en la picota de los medios en Francia desde hace ya un buen rato. Y del que discrepo no poco en sus palabras como en sus actos. Discrepo (radicalmente) de su política de reconciliación (sic) con el Islam como aquí ya lo deje repetidamente sentado, y discrepo igualmente de su actitud agresiva –que no duda en hace pasar en actos o en gestos o en textos escrito no poco incendiarios. Y sin embargo (…) Y es que el verle ahora condenado a un año de prisión incondicional (prison ferme, en francés) por sus escritos sobre los judíos (manipuladores, dominadores y rencorosos (sic)- , y sobre la jueza ante la que compareció, pone a los duendes en danza como por aquí dicen, y me aclara a mí (un poco) las ideas y sobre todo me desata los dedos y las manos a la hora de darle a la pluma o a la tecla como ahora hago.

Y no soy solamente yo quien reacciona así, a tenor de la oleada como un tsunami de reacciones y comentarios en la Red y en las rede sociales que la noticia viene suscitando. “Nunca oí tantas mentiras y desvergüenza en la boca de una mujer, yo que conocí tantas golfas (salopes), en mi vida” (…) Palabra de Dios, que me diga de un dios hecho hombre, que no mujer , y que me perdonen (los susceptibles) el exabrupto inocente. Y esas palabras desatan la histeria (faltaría mas) de las feministas de Me Too, eso por si Soral no tuviera ya bastantes enemigos, y que me perdonen los celadore (a) s del lenguaje inclusivo- Botones de muestra a penas de todo lo que remueve el fenómeno de Soral y de su irrupción ascendente en los medios, de hondo y de profundo.
Invasión y ocupación militar francesa (y belga) de la cuenca del Rhur (enero 1923-agosto 1925) por orden del presidente francés Poincaré –de común acuerdo con Alberto I, rey de los belgas-, y so pretexto del incumplimiento alemán de las cláusulas del tratado de Versalles. Momento crucial -y no en el krach (más tarde) de Wall Street (24 de octubre 1929)- del despegue triunfal del movimiento nazi. Y fue por el revulsivo que aquello produjo en la opinión publica alemana, y por la crisis profunda que tradujo entonces en el sistema de las relaciones internacionales. Ocupación del Rhur e invasión de la inmigración en masa en el territorio europeo. La comparación ("odiosa") que nos marca la hora
Y es que su condena en los tribunales (una y otra y otra vez) y su emplazamiento en los medios están poniendo en entredicho, ni mas ni menos la ideología –en nombre de “la liberte de pensèe- en la que se fundamentan el sistema democrático y la ideología de los derechos del Hombre (con perdón, de los derechos humanos. “No estoy de acuerdo, pero me batería en duelo para que puedas decir lo que dices” (Voltaire) y eso otro “Sin la libertad de opinión (o de opinar) no se conciben ni el elogio el halago” (Beaumarchais) Dos citas –de dos autores fuera de toda sospecha, figuras emblemáticas en extremo uno y otro del Siglo de las Luces- que van y vienen sin parar en los comentarios que la condena de Soral está desatando en los medios galos. Convidados de piedra esos dos en verdad en el debate y en el escándalo que Soral viene provocando en los ámbitos académicos y universitarios, en todos ellos y sobre todo en los del sector laicista o laico como es el caso –en el área francófona me refiero- de la Universidad Libre de Bruselas, alto lugar de la “liberte de pensée” como no hay otra tal vez ni en Bélgica ni fuera de ella (doy fe), y sin lugar a dudas el sitio donde esta condena encuentra mas aplauso y aprobación, y la noticia –como una pantalla amplificadora- mas difusión y más eco en toda Europa (…) Y por todo eso y mucho más, me es imposible quedarme al margen de la polémica y del debate que este caso ha desatado, como era mi firme propósito, me curo en salud de inmediato. En sus primeras reacciones a la condena, Soral habrá evocado los casos de Nelson Mandela, y sobre todo –¡válgame dios!- el de Hitler , que salieron uno y otro transformados de su experiencia en la prisión, como sacralizados (o predestinados)

Las palabras se la lleva el viento (verba volant) pero si se las recoge por escrito, se perpetúan en la memoria, y la evocación del encarcelamiento del Führer a fe mía, nos refresca a algunos aquella. De mi experiencia en las cárceles (de Portugal y de Bélgica) Soral se habrá a menudo jactado de estar por encima de la melé, en esa tierra sin ley que son las extrarradios de las grandes ciudades francesas en los que se mueve –a creerle a él- como Pedro por su casa o como pez en el agua, acorde o gracias sin duda a su política de reconciliación (sic) con el Islam, léase con ese Islam del extrarradio (francés) que él afirma lo da a entender conocer a fondo (y mejor que nadie) A esa ley de “la banlieue” –que se confunda o no con la Charia o ley islámica esa ya es otra cuestión-, parece pues que Soral sobrevivió. Otra prueba, la ley de la cárcel, de las cárceles por dentro –de comunes, me refiero-, dominadas bien y vigiladas y observadas desde fuera, por esa gran mirilla o mirador “panóptico” –(Foucault díxit) en su “Historia de la locura”-, que es el estado democrático. Eso es lo que le espera ahora. El autor de estas líneas sobrevivió a esa prueba, la de la cárcel me refiero- y lo digo por mor de la Verdad nuda y sin jactancia alguna. Memoria de lo vivido pues, o de las antiguas o recientes lecturas, como la una de las obras más difundidas de Dominique Venner “Historia de un fascismo alemán” que se viene vendiendo (solamente) como una historia o monografía del fenómeno (alemán) de los Cuerpos Franco (Frei Korps), cuando es mucho más que eso, que se trata en realidad de una extensa y profunda genealogía, de una prehistoria no cabe más completa del movimiento nacionalsocialista y de la Alemania nazi.

En uno de los capítulos del inicio se aborda el atentado que costó la vida a Walter Rathenau, el político (judío) más influyente tal vez de la República de Weimar, negociador de la Deuda (de guerra) alemana y firmante (16 abril 1922) –junto con el ministro de Exteriores de la Unión Soviética-del tratado de Rapallo Y se vierten en él las palabras de uno de los autores del atentado (oficial, teniente del ejército), quien tras la firma del acuerdo germano-soviético, escribe a otro de los coautores del atentado, “si Hitler comprende que ha llegado su hora, esa es la señal, que es él a quien estábamos esperando. Y todo eso me da fuerza moral lo bastante para embarcarme por la vía (arriesgada) de lasa comparaciones odiosas. Tras sus pasos.

Y es que si a Hitler le llegó su hora -lo que se vería confirmado con su putsch malogrado de la cervecería de Munich (8 - 9 noviembre 1923) y su posterior encarcelamiento-, a Alain Soral la crisis que la inmigración en masa viene produciendo, sumada al crepúsculo misterioso en que antiguo faros de luz –o de luz y sombras- van eclipsándose uno tras otro –Venner, Faurisson, Nolte, Jean Marie Le Pen (*)- le están haciendo guiños potentes, y que si sabe responderles presente -o presto sum-, en esa prueba crucial de la cárcel que se le avecina, será la señal infalible de que es el nuevo Guía. Para mi me refiero y los que –por la red o como sea- en esta larga (y azarosa) travesía le están siguiendo

(*): y de otros astros de igual o mayor fuerza de irradiación en mí quizás -¿por razón de mi edad?-, como monseñor Lefebvre o el profesor Pinio o como el otro mayor aún que todos, más que astro, un mito, el de la cárcel de Alicante, que hizo al final implosión como lo explico en mi libro sobre la "guerra de los Ochenta Años" (que algunos no me perdonaron aún)

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