"Con la Iglesia hemos topado, querido Sancho", Pedro o Antonio que me diga. Y sé a fe mía -todos aquí estarán de acuerdo, de lo que hablo. Y yo si fuera él, tendría de qué estar preocupado. Por lo imprevisible (sic) de las reacciones -o de las opciones- de una milenaria (y venerable) institución provista a escala mundial (global) de innombrables antenas, ramificaciones y tentáculos y que da muestras desde hace décadas -ya casi un siglo- de sentirse amenazada. De no encontrar su sitio en el mundo, en otras palabras. Y no son simples figuraciones mías, sino la impresión que dio la Iglesia en el Concilio, en su desarrollo y antes de por su convocatoria incluso, que pilló al mundo entero por sorpresa, y a contrapié al menos -que todo hay que decir- a gran parte des sus ovejas (y sus corderos). Españoles y extranjeros. Y no lo digo yo o un grupo de voces mas o menos estridentes y fuera de concierto. Sino la propia voz de la Iglesia y del Magisterio que en aquella augusta asamblea discutió y promulgó entre sus textos una constitución pastoral (sic) -algo teológicamente "novedoso" (o nuevo)- la "Gaudium et Spes" sobre "la Iglesia y el mundo moderno" La que más nos chocó -y escandalizó- a los integristas entonces como lo fui yo (mirándome hoy al espejo) Que qué otra explicación, qué impresión cabría deducir de aquello, sino de una institución que había perdido el camino (y los papeles y no sé más cuantas otras cosas) y se empeñaba en reencontrarlo (por cualquier medio, por cualquier sendero o atajo. A los ojos del mundo entero. Desligándose, soltando amarras -a costa de sus ovejas y corderos tal vez más fieles- de los últimos estados confesionales (con los dedos de la mano) que quedaban en el mundo, España (horror!) primus inter pares (de todos ellos). Pero esa es otra historia de la que habré tratado no poco en estas entradas Y a mis sufridos lectores no se la quiero seguir infligiendo.
¿Y la izquierda, la izquierda española en todo esto? Compañera de viaje (consintiente) de travesía, de aquella Iglesia convaleciente en los años (turbulentos) que precedieron a la muerte de FRANCO, que fueron los de la larga agonía de su régimen. Que es la crónica -y no se asusten ni se escandalicen- de una (horrible) muerte anunciada, lo que aquí les estoy ofreciendo. A regañadientes (un poco) lo confieso, con la muerte (casi) en el alma y venciendo escrúpulos y remordimientos. Pero no tenía más remedio que hacerlo. Un buque fantasma que viene de no sé donde y camino de ninguna parte -como en la canción de Joaquín SABINA-, y de pasajeros, la mayoría de la población católica española, en un navío amenazado de naufragio. Así es como les veo. Y para más INRI a punto de chocar de frente con un bote a la deriva -la izquierda española, el partido socialista PSOE, y su jefe Pedro SANCHEZ- que se escapó de su seno y sin más otras opciones que el volver a su regazo. Lo que explica lo violento del rechazo que le merece -por su antena más autorizada la voz de la Conferencia Episcopal que se hace oír ahora porque no tiene más remedio (insisto) entre la espada y la pared, la pared de sus súbditos más fieles y obedientes. Y la espada de sus enemigos (de siempre, a la izquierda atea, anticlerical y de instintos homicidas -guerra civilistas- me refiero ) Pero estos ¡qué nos importan! mientras las trincheras sigan en pie de la (interminable) guerra civil por lo menos. Son los otros a los que aquí me dirijo (mis lectores interpuestos), con los que arrastramos una vieja cuenta pendiente, desde los tiempos del Concilio por menos.
Que voy a intentar explicar o dar a entender aquí, aunque no estoy seguro que capten lo que aquí decirles estoy queriendo. Con la ayuda de un pasaje del Antiguo Testamento. Y es por la voz del profeta JOAB, que cuando los soldados de Israel lucharon y dieron muerte al hijo de DAVID, ABSALON en rebelión contra su padre, salió al balcón a llorar y lamentarse de su muerte y fue cuando le maldijo y amenazó el profeta (verdadero, auténtico, como "los lores ingleses", al decir de José Antonio PRIMO DE RIVERA "España germano contra bereberes") Y le conminó, diciéndole: AMAS A LOS A LOS QUE TE ABORRECEN, ABORRECES A LOS QUE TE AMAN. Sal ahí fuera y habla bondadosamente a tus siervos, porque te juro por Jehová que si no sales, no quedará ningún hombre contigo esta noche"(*). Parábola de la actitud hipócrita y traidora de apertura y el aggiornamento de la Iglesia en el Concilio, y de olvido y reniego -y puesta de perfil- de la memoria de los héroes y de los mártires de cuando la guerra civil (del 36) en la iglesia española (y en los papas del concilio y pos/concilio, en particular Pablo VI, y el Papa Francisco. Tienen derecho a levantar la voz -como todo el mundo- frente a la izquierda española. Pero ¿de qué se extrañan, de qué se quejan ahora(*)
"Amas a los que te aborrecen, aborreces a los que te aman" (II SAMUEL 19:6) ¿Fatalidad bíblica no sólo de la Iglesia española (del Concilio), sino también de la realeza borbónica, en Francia como en España?
(*): II Libro de SAMUEL 19:6


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