domingo, septiembre 01, 2024

VISITA PAPAL A BÉLGICA. POR SORPRESA


El papa Francisco viene (por sorpresa) a Bélgica, que no a España (…) A qué? A adoctrinar -léase a predicar la castidad (como su predecesor) entre los jóvenes -« contra natura »-, o a refrendar el compromiso político/religioso (« à la belge ») resultante del desenlace de la II Guerra Mundial entre católicos perdedores y vencidos, y protestantes correctos y vencedores? O para echarme a mi de aquí? Mi respuesta querido lector la encontrarás en mi blog

El papa Francisco anunciado a finales de septiembre en Bélgica. Lagarto, lagarto! que diría Garcia Lorca. que no pude a fe mía menos que echar el freno de mano a toda prisa a la lectura de la noticia. Gato escaldado del agua fría huye y no hablo, - más de cuarenta años pasados ya!- de mi gesto de Fátima. No de mi detención aquella -seguido de enjuiciamiento y condena allí- de hace unos cuarenta años (cuarenta)  que para algunos no son más que cuarenta minutos ( o segundos) tan siquiera. Sino de la visita papal -del papa Juan Pablo II- bastantes años después de aquello -en el 2000- que para el pobre e infortunado e indefenso de mí fue -sin las conjuras de Astérix ni las pócimas de Obelix- como si el cielo se echara encima de mi cabeza. Declarada caza y captura (un respeto) en mi contra por la Interpol -de Bélgica, de Portugal?- desde días antes de la llegada papal y con visita domiciliaria de la policía belga a la que tuve derecho sin duda a efectos de confirmar el domicilio donde residía yo en la normalidad absoluta y dentro de la más estricta legalidad desde hacia ańos(casi una década) Aún una historia belga? Síntoma apenas -en francés erudito « prodrome »- de lo que el estrellato mediático del papa polaco y en menor medida del de su sucesor, tienen de la (interminable) guerra de religión que dividió hasta hoy entre Norte y Sur el continente europeo,  prolongándose -como lo señaló Dominique VENNER con clarividencia profética- en la Segunda Mundial. Tan interminables la una como la otra, tanto como lo sigue siendo la guerra civil española (…) 

Algo que se ve con claridad más meridiana si cabe aún desde el observatorio privilegiado en que me encuentro, desde hace tantos años ya en mi lugar belga de residencia. En Bélgica, país de un catolicismo de frontera en la mismísima linea divisoria de la fractura histórica y cultural que nos legaron las guerras aquellas. País católico y por ende hispano, Bélgica (de nuestras culpas y pecados), en una insólita avanzada al Norte de los Pirineos de nuestro empuje (imperial) de hace siglos, especie de reliquia -milagro (sic) lo llaman con acierto algunos sin saber propiamente lo que dicen- de la presencia española por estas latitudes, que explica ese compromiso histórico « a lo belga » -tan celebrado y recordado aquí-, que no es más que un compromiso o una Paz -no otra que la de Westfalia- de natura religiosa o más exactamente político/religiosa en el sentido (maurrasiano) de la expresión que es el que vengo utilizando en estas entradas. 

En otros términos, el papa Francisco no viene sólo a Bélgica redorar o relustrar la imagen de la autoridad y la dignidad pontificias no poco desgastada y deslucida ya con la ristra de escándalos magnos que habrán sacudido la institución al hilo de la crónica de actualidad más rabiosa en las dos o tres últimas décadas. No, sinou también para revalidar una vez más ese compromiso histórico católico/protestante que hizo posible la independencia de Bélgica y su presencia en lugar reservado a seguir, a título vitalicio en el concierto de las naciones. 

Un compromiso -y doy fe en calidad de testimonio inocente (witness) e imparcial de lo que afirmo- que hace hoy ya agua por todas partes poniendo a la luz todo lo que tiene de falaz y engañoso. Como lo muestra la institución faro emblemática en extremo del susodicho compromiso, a saber la ULB (Universidad Libre de Bruselas) Especie de bastión o atalaya en país católico de libre/examen, donde reina (en teoría al menos) la tolerancia (sic) en materia de dogmas y de creencias y en el que la docencia se ve no obstante reservada -con exclusión absoluta de profesores confesadamente católicos’ doy fe- a libre exaministas, ateos incluso algunos -muchos, pocos?- de ellos, y a una minoría de « croyants » todos ellos protestantes como me lo explicó y confesó Robert Joly profesor de la ULB libre examinista e incluso ateo -como así al menos se manifestó a mí-, y tolerante generoso y sincero, con el que me unió una estrecha amistad y al que ya evoqué repetidamente aquí. 

Un botón de muestra a penas la ULB y la correlación de fuerzas y corrientes ideológicas en su seno de lo que tuvo la Segunda GUerra mundial de guerra de religión, y de derrota católica y Victoria protestante en su desenlace. Una confesión -la catolica- perdedora e indefensa (por definición) contra la que todo se permite, en flagrante contraste con la intolerancia intransigente de la que los poderes públicos dan a cada paso aquí muestras en defensa de las demás confesiones presentes en suelo belga, en particular el Islam: la más mínima de las burlas y parodias, chistes y chismes en befa y escarnio que se admiten y toleran libremente aquí contra la Iglesia católica, serían severamente castigadas en los tribunales de aquí, tratándose de signo anti islámico o anti musulmán en aquellas. Parodias del estilo -de la Última Cena a cargo de « drag queens ») de la que habrá salpicado -de escándalo e indignación- la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de París, de la que el menor grito o gesto de protesta en contra, habrá brillado en Bélgica por su ausencia. 

Y todo eso es lo que el estrellato mediático  -en francés « vedettariat », « star power », « rock star » en inglés- mediático de los « papas del Concilio » viene a refrendar y a reforzar con la anunciada visita papal en Bélgica del papa Francisco. Por qué en Bélgica? -y no en España a donde nunca fue hasta hoy? (…)-, y por qué ahora, cuando me encuentro en situación humanamente desesperada, al borde de la expulsión. Tras haber públicamente « urbi et orbe » desafiado en solitario la autoridad y credibilidad de la Santa Sede o del Vaticano puesta en entredicho tras el Concilio Vaticano Segundo. A buen entendedor (…)

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