Cuadro de la surrealista belga Jane Graverol de la exposición « Surrealismo en Bėlgica » con motivo del centenario de dicha corriente artística, profusamente anunciada en el centro de Bruselas. Con el telón de fondo de la Primera Guerra mundial de clave de explicación de una pintura -a fuer de abstracta y surrealista (y sobrecogedora) (,,,)- enigmática y propiamente incomprensible. Algo obviado, por partida doble. Y es por razón del tabú que gravita en el tema en un país de arraigada tradición de neutralidad como lo fue Bélgica, casus belli número uno a seguír en la I y en la II guerra mundiales. También ahora?
Una exposición anunciada en el centro de Bruselas en unos posters tan cantosos -cabezas cortadas, sexos a la vista y cuerpos descuartizados (y no sigo)- que me mueven a reflexión y darle aquí a la tecla con el pie cambiado y al mismo tiempo sobre la marcha. Surrealismo y política, en unas consabidas alusiones a sus lazos con la izquierda y a la étiqueta -comunista- de sus exponentes más destacados (los escritores franceses, Andrė BRETON, Louis ARAGON, Paul ELUARD, a los que cabría quizás añadir el pintor belga René MAGRITTE comunista (sic) de la hora/nona, desde el final de la guerra o sea), como se hace repetidamente resaltar en los comentarios que reservan los medios al acontecimiento y obviando así al mismo tiempo lo que salta a la vista de entrada o tras breve reflexión y es el marco histórico, extraño (se diría) a los Españoles por propia definición, me explicó por razón de fuerza mayor, de lo atipico y singular de nuestra historia el pasado siglo, al margen como lo estuvimos de las dos guerras mundiales, sobre todo (jugando en las tertulias a los barquitos), de la primera.
Surrealismo (como por casualidad, no una pura coincidencia o sea) en el país más marcado (al rojo) de sangre y fuego por la Primera Guerra Mundial. Y así todo o casi todo se explica para mi, sin necesidad de entrar en honduras de la crítica artística. y es lo que me hace ver como al trasluz uno de los cuadros -de la surrealista belga Jane GRAVEROL- el más desconcertante tal vez de todos los que anuncian esa exposición.
Y contemplándolo me viene a la mente una de las novelas de Francisco UMBRAL -« Las Giganteas »- que abordė en el trabajo que dediquė a su obra narrativa en clave de guerra civil española. Y fue en el (espeluznante) episodio del ataque de las águilas enloquecidas por la riada que se relata en esa obra. Lo que explica o aclara (de golpe) a mi juicio el cuadro de la surrealista belga mencionada, a riesgo de serios escalofríos (lo admito) Quė otra explicación si no? A la vista de la mujer (como) enjaulada y del águila gigante fuera de su jaula y allí delante (sobrecogedoramente) dentro de la casa, como refugiada, enloquecida por la deflagración bélica o sea (…)
Conjuro o exorcismo magno de los horrores de la guerra, esas obras maestras del surrealismo belga. De un país como Bélgica y de una tradición, la suya, fuertemente arraigada de neutralidad y no-beligerancia que bruscamente interrumpió la Gran Guerra. De un país, de modelo de neutralidad a casus belli número uno (en la Segunda Guerra Mundial igual que en la Primera -y tambiėnj ahora? (•••) De ahí el espeso tabú al que aquí aludo por cuenta del surrealismo belga? Cualquier parecido con la realidad -de feroz actualidad- pura coincidencia?
Coraje de la bandera blanca », lo que el Papa Francisco ha pedido a Ucrania, ante la escandalera « urbi et orbe » de la prensa mainstream, y el estricto apagón (black out) -inútil de precisar- de la prensa belga. Qué fue de la tradición de neutralidad inscrita en la Constitución belga desde los tiempos de la Independencia?
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