"Canto frente a los muros de Astorga", de Antonio Colinas, es como una excepción a la regla en poesía española, que me habrá merecido -en todos estos años de escanciar poesía por mi cuenta y riesgo (dentro y fiera de este blog)-, sincera atención e interés. Curiosamente, habrá desaparecido últimamente como por ensalmo casi hasta la menor referencia a aquella en los espacios de la Red. Poesía culta, cultista -de la inmensa minoría (Umbral díxit)-, puramente lírica, la del poeta leonés (tierra de poetas) En una tensión dialéctica (dicha vertiente poética) con la poesía social -abrumadormente mayoritaria (y hegemónica) - en la España de la posguerra, lo que el paso del Tiempo está llamado a resolver
La poesia española y Yo. Por qué esa separación, esa distinción de razón (razonante) como rezaba el lenguaje escolástico -el que aprend íen aquella escuela de poesia, como ya lo escribí fuera de aquí, los años que pasé en el seminario (tradicionalista) de Ecône. Y es por esa opresiva u honda o profunda sensación de quedar o correr el riego de quedar en deuda con los que me leen en este blog, con los que leen -muchos, pocos- mis poemas, los más jóvenes de los que aquí entran, apuesto, a tenor de lo que leí no hace mucho en esa especie de libro de horas que están últimamente siendo para mí "Las palabras de la tribu" de Francisco Umbral. Que el único público (dice él) de la poesía en género a parte, es la juventud. Ojalá que asÍ sea, que le vean ellos un futuro a mi obra escrita, a la que no se lo veo yo. De una obra en poesía o en prosa tan difícil de clasificar (a tenor de lo que apunta la crítica de un amigo), hasta el punto que me es duro y difíCil mismo a mí el reconocerme en ella, en mi afan legítimo y sin reproche de buscarle un sitio o un puesto al sol. Más difícil en poesía (o en verso) que lo que tengo escrito en prosa. "Elegante y combativa" la llama aquél, a mi prosa, culta o cultista o sea, o elitista, y por ende tributario (su autor) de una cultura de una educación hoy en entredicho y que asumo entre amigos y enemigos sin jactancia ni esnobismo, y sin complejos tampoco ni tapujos, una educacion rancia -de colegio de curas- que me acompañó a sol y a sombra en mi ya larga travesía a solas y hasta hoy, en la expatriación (y en la secularización)
Y en poesía, otras tantas de lo mismo. Poesía culta o cultista, intimista, a años luz -por lo que ahora estoy leyendo- de lo que se hace o escribe en poesia española, y no digamos de la que antes de ahora se escribió. Poesia social, y por qué no? Poesia de clase o sea? Sí, de preferencia, aunque la mía -si, va a ser por eso-, se vea destinada o condenada a desaparicion. Poesía de salvación pues, y no beligerante, aunque combativa, sí -como me la describió mi amigo- y a la defensiva, sin complejo de culpa (oh no!) ni odio (de clase), como una puerta abierta al reencuentro y a la reconciliación. Y es todo lo que me viene a la mente a borbotones o a chorros, echando un somero y fugaz vistazo al panorama de la poesía española -de España y no "de lengua española"- como el que el que ofrece por los espacios de la Red o en los catálogos de bibliotecas, actuales y correctas por propia definición. Como tratando de salvar esa distancia (abismal) que sólo ahora alcanzo a calibrar o alcalimetrar, entre la poesia española y la mía, entre los poetas españoles (mis compatriotas) y yo. Menos lejos que de los sociales, de los cultistas, entre los que se siente correr un soplo (fresco) de renovación.
Y cito nombres al tún tún, sin ánimo alguno (mi palabra) de discriminación o de exclusión. El mismo Umbral, Luis Antonio de Villena, o Leopoldo (María) Panero -victimismos y guerracivilismos aparte, por favor!-, y Antonio Colinas, el más lírico y el más o de los más cultos entre todos ellos, digno vástago de una tierra o provincia de poetas, y de su patria chica, la de Astorga (provincia de León) a la que habrá honrado con uno de sus más bellos poemas que parece haber corrido la suerte en la red -y por qué?- de la censura o de la desaparición. Y tributario de una cultura -la italiana -de adopción. Sin olvidar la canción de autor, y unos nombres que obviarlos no tendría perdón, los de Joaquín Sabina, Café Quijano y José Luis Perales (como lo oyen, sí, por qué no?) Cantautores y poetas, de una poesía popular (culta y social) en su más pura expresión.
El poeta (sin embargo) no es producto de generación espontánea -me hacía observar mismo ayer un amigo, italiano para más señas- sino que es el fruto de una tierra, de un "humus" literario y cultural, el de su tierra/madre, patria chica, y me daba con ello el ejemplo del Dante, poeta italiano por antonomasia, y vástago insigne de Florencia en su maxima expresión. Y es -como lo habrán observado tal vez algunos- lo que me plantea mi poesía, que el amigo antes aludido en el prólogo a mi (primer) poemario que me dedicó, calificaba (aquella) de poesia trasterrada (sic), con ayuda pues de un neologismo que precisa -por somera que sea- de cierta glosa o explicación. Trasterrado es el que se va o el que se muda de una patria a otra, de su patria chica a su patria de adopción. Pero no sólo eso, sino que -por oposición a desterrado- se ve revestido o acompañado de una (clara) voluntad de remplazo -en francés remplacement- y desafío (a toda la Nación), lo que no es mi caso voto a Dios! y que falto tal vez de cierto énfasis en expresarlo, de ahí sin duda el que mi amigo se prestase a confusión.
Que si llevo tantos años fuera, ello es consecuencia por partes iguales de la fatalidad ciega y de la voluntad propia, libre por definición: de un autoexilio (sic) como yo mismo consiento en calificarlo, al precio no obstante de la mofa y escarnio de algunos que no ven en ello mas que motivo de irrisión. Libre y forzosa pues por partes iguales, mi expatriacion geografica, que habrá tenido también algo de lingüística como ya lo expliqué en mi último libro (y dentro y fuera de este blog) Una expatriación bajo el signo de lo francófono y de la francofonía -y de lo germano en menor medida-, y de cuño, sello o vertiente atlántica, como una marca de origen y destinacion.
Lo que me junta o aproxima a lo luso -o lo luso/galaico, por qué no?- que asumo, y es por el interés que despertó en mí mi estancia forzosa (lisboeta), y el gusto de la nomenclatura -tan musical- en esa lengua que me habrá hecho retenerla con soltura y facilidad. Y ahí van unos cuantos nombres de una memoria hispano/lusa sin igual. Alexandre Herculano, el primer autor que leí allí estando preso -"Eurico, o monge cavaleiro"- tributario de una memoria (común) de Reconquista que no me costó trabajo alguno el compartir, claro que no! Jaime Cortesâo, Ramalho Ortigâo, Camilo Castelo Branco -y su memorable novela de "Amor de perdicâo"-, Mario de Sa Carneiro, y por encima de ellos, Eça de Queirós (su anglomanía aparte, por cierto) Y además, tres nombres de la poesia en lengua portuguesa que relucen (en un país tan nublado) como el sol, Pessoa -del que me interesó más la prosa o la poesía en prosa que el verso (lo confieso), como ya lo apunté en este blog- Almada Negreiros, y Joaquim Teixeira de Pascoaes, flores líricas del Portugal de ayer, del Estado Nuovo (dicho sea con perdón) Una poesia de la saudade, de la tierra y de los muertos, y de la raza ("de civilización")
Una poesia pues trasterrada (sic) la mía, sí, en la medida que acertó a comunicar con la poesía de fuera, de una sensiblidad poética a flor de piel, o abierta en flor. Sin perder por ello el gusto del metro, ni el de la rima -pero qué tienen en contra, que les han hecho, a los poetas españoles de hoy, a los jurados que les galardonan y los institutos (como el Cervantes) que les apadrinan?- o como diria Umbral, de la música (...) . Poesia que promete, y que como diria del amor Octavio Paz, le roba horas al tiempo que nos mata (sic).
Poesía y Amor, sacro -binomio, de la poesia culta y social a la vez, y del Amor profano, o en otros términos, de Eros, el Amor terreno (léase temporal, terrenal y profano, todo en su honor). Que como decía ese otro gran poeta culto -y mártir- que fue Ezra Pound, IN PRINCIPIO ERAT SEXUM. Palabra de dios. (Escanciando poesía, léase, robándole tiempo al tiempo, como reza la canción)
Edición primera (la de la foto) de esta obra de Umbral, que se habrá vuelto al paso de los años -y con el trasfondo de la agonía del papel- un especie de libro de horas para mí, donde se registra entre otras muchas cosas -como desperdigada entre sus páginas (...)- una poética umbraliana de absoluta validez y de la mayor profundidad y vigor y lucidez. Y donde apunta por ejemplo a la tension dialéctica entre literatura culta y literatura popular -léase (en vertiente poética) poesía cultista y poesia social-, condenadas (sic) a entenderse por el paso del tiempo. En lo que Umbral llama aclaracion de los textos por sí mismos, o en otros términos, eucaristía (sic) de la Literatura. Como una revelación
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