viernes, junio 02, 2017

ELIÁN DIECISIETE AÑOS DESPUÉS

Elián, de la mano de su prima Marisleisis González, que se ocupó de él los meses que el niño balsero pasó con su familia de Miami, antes de verse entregado manu militari por agentes federales en manos de su padre, agente de la policía secreta del régimen cubano. El documental de estreno reciente sobre el caso habrá puesto de manifiesto lo unidos que siguen mostrándose los cubanos de de Miami – en una actitud unámine sin fisuras aparentes como lo fue la de exilio cubano en su conjunto entonces en ese caso. El desenlace del caso Elián salvó probablemente del colapso al régimen de Fidel Castro, al que confirió legitimidad -léase apariencia de ello- innegablemente. Y puso al mismo al tiempo al descubierto el filo castrismo de la administración demócrata -bajo la presidencia Clinton- y de su fiscal supremo, la señora Reno, que dio personalmente la orden de arrebatar el niño a sus familiares de Miami. Con el drama aún reciente entonces, de telón de fondo -es cierto- del desenlace sangriento del asalto a la comunidad evangélica de Waco en Texas, que se saldó con numerosas victimas (niños muchos de ellos)
Elián, el balserito cubano que protagonizó un drama de impacto mundial a finales del milenio, ya no es un niño. Con veintitrés anos de edad, polemizo públicamente hace unos meses con el nuevo presidente norteamericano Donald Trump sobre la figura de Fidel Castro, y se le ve aparecer en un film reciente sobre el caso que le hizo mundialmente famoso y que dividió en profundidad -hasta hoy- la opinión publica en muchos países del planeta, como ocurrió en particular ente cubanos y también entre españoles.

Cualquier parecido cn la realidad pura coincidencia, léase con aquel niño/prodigio salvado de puro milagro por guardas costas de la Marina de los Estados Unidos mientras flotaba a la deriva en un bote salvavidas por las aguas infestadas de tiburones de los estrechos de Florida tras el naufragio de la balsa en la que viajaban su madre con otros fugitivos de la isla, algo en lo que los cubanos del exilio en Miami vieron un milagro o un regalo del cielo, coincidente con el día de Acción de Gracias (Thanksgiving) , la principal festividad religiosa inter/confesional de Norteamérica.

Hoy, Elián González es un joven de veintitrés años -de semblante melancólico- que cursa estudios de ingeniería y que sigue mostrándose ardiente devoto de la figura del Líder Máximo, y en el film acabado de estrenar se recogen declaraciones suyas de hace unos años en las que confiesa no tener ideas religiosas pero que de profesar una religión (sic) su dios seria Fidel Castro. El autor de estas lineas vivió todo aquello como si le fuera la vida en ello un poco, Por tomarme todo a pecho tal vez, como siempre me dijeron en casa (desde niño) y también sin duda por mi ascendencia familiar, de descendiente de españoles de Cuba por la rama materna retornados a la Península en el 98.
Y confieso que fue entonces, con el caso Elián, cuando tomé (dolorosamente) conciencia de la fractura (enorme) que me separaba en lo sucesivo de un sector mayoritario de la opinión publica española -debidameente aleccionada, es cierto, por los obispos y un sector de la prensa de opinión (a izquierdas como a derechas)- partidarios del regreso del niño a la Cuba castrista, por cuenta de la patria potestad (y por todos los medios), y de mi alejamiento irreversible (pari passu) de la doctrina moral católica plasmada en el principio del matrimonio indisoluble.

Un sector minoritario -puestos a dar una estimación, diría que un tercio apenas- de la opinión publica española y del prensa española de opinión enjuició como yo el caso, solidarizándome y dando la razón post portem a una madre que había dado la vida por su hijo, cualquiera que fuera su situación en el plano conyugal, y sin culpabilizarla tampoco como así hacían muchos por su pretendida imprudencia en escoger la vía aquella de huida de un régimen que nunca aprobé, ni yo ni muchos cubanos y españoles.

El caso Elián le costó nada menos que la presidencia al candidato demócrata Al Gore en las elecciones que tuvieron lugar pocos meses después del desenlace de aquel caso, y que se decidieron -al cabo de los recuentos (...)- precisamente en aquel estado (...) Tras el regreso del niño Elián a la isla custodiado por su padre tras la intervención manu militari -y de madrugada- de agentes federales en el domicilio en que se encontraba alojado de los familiares suyos que lo habían acogido en Miami tras su naufragio.

Algo en lo que algunos vimos la mano de la diosa Némesis de las venganzas como si se hubiera hecho oír su risa estruendosa en los estrechos de Florida (así lo conté en un sentido poema, con el alma aún por los suelos, que escribí entonces, hoy irrremesiblemente perdido) En sus recientes declaraciones Elián González -signo de los tiempos- se muestra de talante conciliador con su familia de Miami, en lo que se asemeja a un mensaje a todos los cubanos del exilio.

Y rinde homenaje a la memoria de su madre de la que se acuerda perfectamente, hasta del último instante en que la vio en su vida antes de desaparecer de su vista (para siempre) Hoy Cuba es un país rendido a los Estados Unidos -por mediación vaticana- y de futuro incierto tras la llegada a la Casa Blanca de Donald Trump mucho más cercano del exilio y mucho menos contemporizador con el régimen cubano de lo que fue su predecesor Barak Obama, aunque de momento no haya tomado iniciativa alguna, pese a sus advertencias.

Soy partidario en Cuba de una transición a la española -en mejor por cierto-, en Cuba como en Venezuela. Al fin y al cabo, si Franco no se decidió nunca a romper relaciones con la isla, -sin duda un error histórico garrafal de su parte- no seré yo pese a mi anticastrismo tan notorio -que asumo- quien le tiré post mortem la primera piedra. Desde luego no le deseo a Raúl Castro un final como el del coronel Gadafi, eso sí que lo tengo claro. Y que se piense de mí lo que se quiera

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