Francisco Casal-Ribeiro, un rostro (señero) del Portugal sin/rostro de antes de Abril, el de la Vieja Señora, como lo oí tantas veces recordar -en tono de irrisión y de desprecio- en boca de reclusos durante mis años de detención en las cárceles portuguesas. El rostro -con el que me identifico- de uno de los exponentes más emblemáticos y a la vez más calumniados y estigmatizados antes y después de Abril de los ultras (sic) del salazarismo. Oí y leí mucho de el -siempre en tono invariablemente denigratorio- estando en Portugal -preso- sin conseguir ponerle nunca un rostro (como si le hubiera puesto un máscara de hierro), hasta que muchos anos después caí sobre declaraciones suyas, valientes -de finales de los ochenta, y principios de los noventa- alguna de las cuales ya comenté en una de los primeros entradas de este blog. Donde calificaba de traición (sic) al Veinticinco de Abril. Palabra de dios, te alabamos señorDe un tiempo a esta parte, y mas aún en la últimas semanas -en la perspectiva sin duda de la anunciada visita del papa Francisco a Fatima- noto un aumento considerable de afluencia en mi blog por parte de visitantes del país vecino (y hermano) En lo que sin duda se deja traslucir un interés hacia mí o hacia mi blog, alg reciproco como los lectores de mi blog habrán podido percatarse de antiguo, desde los inicios de la singladura (digital) de ese blog incluso, como lo ilustra el artículo que dediqué a Portugal y a su historia contemporánea en uno de sus primeros numero de este blog, va a hacer ahora doce años.
Recientemente uno de los visitantes portugueses de estas paginas me hizo un cumplido que me llegó al alma, lo confieso, diciendo que sentía o veía algo de muy portugués en mí. Y no me lo tomen a mal mis lectores de otras regiones, y en particular los de la otra vertiente (mediterránea) de la Península, pero siempre, por razón de mi lugar de nacimiento -en Madrid-, de mi ascendencia familiar y de mi trayectoria me sentí un español atlántico. “Los Leger somos atlánticos de padres a hijos » leí en alguna ocasión a Alexis Leger (de Saint-Leger), más conocido por su nombre literario de Saint-John Perse (premio nobel de literatura), que fue longevo secretario del Quai d'Orsay (ministro francés de Extranjeros) en el periodo de entre-guerras -y en su calidad de tal, dicho sea entre paréntesis, ejemplo emblemático de neutralidad diplomática (auténtica) durante la guerra civil española-, nacido en la isla de Guadalupe (Antillas francesas) y repatriado de niño con toda su familia en un mercante español en el 98 como lo leí en una de sus reseñas biográficas.
Y yo me sentí siempre atlántico también como él, conocí el mar en Santander por primera vez de adolescente, y habré vivido junto al mar (atlántico) del Norte -en Bélgica (y no sólo)- una buena parte de mi vida. Y de pequeño ademas crecí en un ático con una terraza enorme que daba vistas hacia la sierra de Guadarrama y hacia la Casa de Campo madrileña, y mirando en esa dirección, oi decir siempre en casa, “allí al fondo está Portugal” Pais de lejanías. Tan lejos y tan cerca, como titulé un articulo -relato viajero- que dediqué al país vecino hace ya muchos años, tras mi salida de la cárcel portuguesa, publicado en el Heraldo de Aragón (bajo seudónimo)
Y digo y evoco todo esto no con propósito expreso de halagar a mis lectores portugueses sino porque es la pura verdad, que no sé por qué tendría que esconder o poner en sordina en vísperas de la visita papal a Fátima. ¿Vocación luso/portuguesa la mía? No lo excluyo como no lo excluí nunca. Y la prueba el que la actualidad portuguesa en mis años jóvenes -coincidente con uno de los periodos mas críticos de la historia de Portugal- me dejara todo menos indiferente, hasta el punto que puedo decir que la viví en propia carne, desde fuera. Lo que es de aplicación sobre todo a la revolución del 25 de abril y a la gran crisis que abrió en la sociedad portuguesa, y en sus antiguas colonias.
La revolución de los claveles fue aplaudida urbi et orbe, y no digamos a nivel de los medios (periodísticos) El que esto escribe en cambio lo vivió (confiteor) como una gran tragedia, tanto personal -propia e intransferible- como colectiva. Estaba en cuerpo y alma con el Estado Nuovo -pese a todo- y lo seguí estando después, particularmente en los años que pasé allí encarcelado (mayo del 82-noviembre del 85) y hoy tantos años transcurridos -ya mas de cuarenta- de aquella fecha (infausta) sigo fiel a la memoria del Portugal de antes de Abril (el de “la Vieja Señora”)
Lo digo con absoluta franqueza y no menos curándome (un poco) en salud, lo confieso, lo que no escapará sin duda a alguno lectores de este blog. y que se piense de mi lo que se quiera
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