(Una puerta se le cerraba
y se le abrían otras cien
al héroe que se ignoraba
cuando empezaba a perder pie)
Y a fuerza de mirar atrás, de ahondar
en la memoria valiente
se me alivió el alma amor
y se despejó mi mente
y me sentí mucho más joven
mucho más libre, créeme,
y se fueron los fantasmas
y ese miedo de perderte
y me dije amor a mí mismo
la tarde de abril sonriente
que no hay mal que no venga a bien
que el mal sólo es diferente
y por eso nos extraña
y nos choca y duele y hiere,
hasta que le vemos el rostro
sin máscaras, amor, de frente,
ese rostro de pobre diablo
que se esconde de la Muerte,
el Fantasma eterno errante
del Mal sin rostro y sin nombre,
que cuando apareces tú amor
se esfuma, desaparece
mientras su sombra se aleja
por los aires, por los montes
y mi pecho se dilata
amor y mi alma renace
hundiéndose en la lectura
de un maestro que marcó el Norte,
en el silencio del aula
en la calma de la tarde
y en la nueva trayectoria
de una vida a la intemperie,
sin agendas ni programas
ni circuitos de alambre
(¡a cada día amor su pena!)
donde dejé tanta sangre
y me pongo amor a soñar
lo increíble, lo imposible
lo que otros sí que pudieron
hijos de una buena suerte
la que amor tú me traes
que es lo que leo en tus dientes
y en esos ojos tan bellos
que brillan (y ríen) al verme
que sólo me enteré amor ahora
de la (gran) dicha del héroe
que supo vencer al destino
en un crepúsculo de dioses,
saltando amor la barrera
(como la que tu amor me pone)
ya a punto de zarpar casi,
él, semper ídem, y ella amor, tan joven (…)
como yo la salté por ti
presto a todo por tenerte
luchando a brazo partido amor
(como un fauno), con los dioses
Las moscas amor me atosigan
en la tarde de buen tiempo
e igual que de ideas negras
a manotazos me desprendo
hundiéndome en la lectura
y soñando contigo, cielo,
que surcas veloz los aires
y llenas el firmamento
de mi alma enamorada
y de mis sueños y anhelos,
de tu astro y de mi estrella
que bailan en torno nuestro
la danza del amor astral
la del retorno eterno
que galvaniza a los vivos
y “resucita” a los muertos
el baile de los malditos,
los malos, los que perdieron
y que murieron bailando
como el Nibelungo (fiero)
así de exaltado me pones
escanciándote estos versos
en la noche de verbena
entre borrachos (contentos)
que atruenan amor el aire
con sus cantos ¡qué tormento!
Mientras me refugio en ti amor,
en la música de tu cuerpo
que me inspira esa canción
que escucho casi en secreto,
que me transporta en volandas
auriculares por medio
en una euforia sagrada
entre mil efluvios poéticos
¡flor rara de antigüedad
mi amor por ti reina! ¡Te quiero!
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