Vista de la Flota rusa del Mar Báltico acuartelada en el enclave ruso de Kaliningrado (antigua Könisberg) En simultaneo de la noticia del ataque de F-16 belgas en la región de Alepo y de la protesta rusa, se ha sabido que la flota rusa del Mar del Norte -con bases en el Ártico- y una parte de su flota báltica emprendían rumbo hacia el Mediterráneo, visiblemente con vistas a apoyar la ofensiva final ruso/siria sobre Alepo, en la mayor movilización naval desde el final de la guerra fría (y el desmantelamiento de la Unión Soviética) ¿Vientos de guerra (winds of war) -de Tercera Guerra Mundial- que de nuevo soplan?
Llevo treinta años en Bélgica. Y mentiría si no dijera que ese espectáculo de seguidismo -tras las grandes potencias- que ofreció siempre desde que aquí resido la diplomacia belga -no mayor tal vez pero no menor que el de la diplomacia española (desde el 45 sin duda alguna pero mucho más acentuado tras la transición democrática)- fue un fenómeno que me llamaría poderosamente la atención. Y ese seguidismo alcanzó sin duda su más altos niveles desde los inicios de la presidencia Obama y el estallido de las primaveras árabes, y en particular con la intervención aliada en Libia en la que a la aviación de combate belga cupo un protagonismo ofensivo del primer plano -a partir de una base griega de la OTAN en el mar Egeo-, en la implantación de una zona de exclusión sobre el espacio aéreo libio, de preludio a la intervención propiamente dicha y también durante esta misma, en la que le cupo a la aviación belga un papel primordial en misiones de bombardeos sobre territorio libio, estratégicos como de atrición, que contribuyeron poderosamente al derrocamiento del coronel Gadafi y al final trágico (de todos sabido) que le seria reservado.
Y hoy nos llega la noticia que habrá caído como una bomba en los ambientes oficiales belgas y en sus círculos diplomáticos tal como cabe suponer, que Rusia acaba de acusar a cazas F-16 belgas (de fabricación norteamericano) de haber bombardeado en las ultimas horas la región de Alepo, habiendo causado victimas civiles (en numero de seis) lo que tanto el ministerio belga de Defensa como su homólogo de Asuntos Exteriores habrán desmentido de inmediato contraatacando con la convocatoria inmediata del embajador ruso en Bruselas para mostrarle el enfado por parte belga, y para que se explique sobre esas acusaciones (como acaba de notificar la radio belga estatal francófona mientras escribo estas líneas) Bélgica como España pero sin duda de una forma aun mas beligerante tomó desde el principio descaradamente partido en la guerra civil en Siria -marcando así el paso detrás de las Casa Blanca y de la diplomacia británica y francesa- en favor de la rebelión (“moderada) en contra del régimen de Bachar al Assad.
Su embajador en Bruselas fue rápidamente expulso -de lo que testimonia el caserón vacío de la embajada siria (no lejos de donde reside el autor de estas líneas) y los exiliados sirios -¿cuántos yihadistas entre ellos?- empezaron a pulular y revolotear (como moscas cojoneras) en ciertos ambientes de Bruselas por mas que tras el cambio en la dirección de los vientos en el conflicto de un tiempo a esta parte se hagan mucho menos ubicuos y visibles de que lo eran (horresco referens!) hace tres o cuatro años El entonces rector de la Universidad Libre de Bruselas, Didier Viviers, llegó hasta el extremo -sin duda siguiendo instrucciones de lo alto- de ordenar (en el 2012) el retiro de la misión arqueológica belga a su cargo en Siria, la mas antigua misión arqueológica belga en el extranjero, en las ruinas de Apamée, lunto a la villa de Hama, epicentro nota bene de la rebelión anti-Assad (2011) que degeró en la guerra civil en curso.en lo que parecdía un signo equívoco de solidaridad con la rebelión (islamista), lo que confirmaban declaraciones a la prensa del interesado por sus alusiones polémicas al pasado reciente en Siri(*)
¿Construcción artificial Bélgica, protectorado de las grandes potencias desde el momento de su creación y que como tal no podía por propia definición disponer de una política exterior independiente que no fuera una postura de neutralidad de los mas estricta y rigurosa, como así lo intentaron sucesivamente con mayor o menor fortuna dos de sus monarcas -Alberto I y Leopoldo III- en las dos guerras mundiales de pasado siglo? Un clisé o estereotipo, como sea, muy extendido entre españoles y del que sin duda que fui -hasta mi llegada aquí- fui deudor como tantos de mis compatriotas.
Y repasando ahora la historia del estado belga independiente desde sus orígenes, leo que esa idea de “creación artificial” -del estado belga independiente-, por más que no fuera nunca asumida (del todo) por ninguna corriente historiográfica propiamente dicha en Bélgica, se vio siempre muy extendida también entre la población belga lo mismo que entre su clase política y en su estamento periodístico. Y noticias como la de ahora -que viene a confirmar esa impresión de seguidismo a la que aludí mas arriba- lo prueben e ilustran de forma no cabe mas gráfica y apodíctica
(*) Didier Viviers, en su calidad todavía entonces de decano de la facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Libre de Bruselas (ULB), me prohibió a mí en el 2010 reinscribirme por tercer año consecutivo -tras dos años de dedicación y de esfuerzo, y debidamente inscrito en dicha universidad- a fin de poder proseguir mi trabajo de doctorado sobre Francisco Umbral (y la guerra civil española) -que al final acabé publicando en libro en España-, porque mi proyecto “no respondía a los criterios en vigor en la ULB” Punto. ¿Querías arroz, español indefenso (en Bélgica)? ¡Tres tazas!
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