FELIPE VI DE RODILLAS ANTE LOS REPUBLICANOS

Umbral otra vez (en la foto con Juan Carlos I) El que mejor rindió justicia al triste papel del exilio intelectual y literario de la guerra civil fue sin duda él que no salvó a ninguno de ellos de la quema de su acidez tan temible y de su estilo inimitable. Y andan ahí para la posterioridad muchas de aquellas semblanzas (al agua fuerte) como la que dedicó a Rosa Chacel que le valió querellas judiciales pero de lo que nunca se retractaría. O aquello que tanto repetía sarcástico, que le dijo en Madrid Eduardo Zamacois vuelto del exilio. “El Rastro no es ya mi Rastro, Umbral, le falta la mierda” Que Umbral comentaría (a su estilo) más tarde. “No pensarían que íbamos a estar soplando todo este tiempo la mierda para que ellos la encontraran fresca” ¿Hasta cuándo van a estar soplándola (para sus descendientes) nuestros supremos representantes?

Felipe VI ha vuelto a rendir -¡ay dolor!- homenaje de pleitesía al exilio español (de la guerra civil) y por su conducto, a los poderes internacionales que aquellos simbolizan y en particular a las potencias vencedoras del 45 firmantes de los acuerdos de Yalta, muy en particular dos de ellas, las potencias angloaliadas- Estados Unidos y la Gran Bretaña a las que el régimen de Franco se rindió en el 45 por mediación vaticana y a las que nos vimos fatalmente ligados desde entonces por los lazos de vasallaje (internacional) -las cosas claras-, como le ocurriría el reino de Marruecos con el Imperio turco otomano (comparaciones odiosas) hasta la Primera Guerra Mundial que trajo el desmantelamiento de aquél, y el desmembramiento de sus territorios.

Comparaciones odiosas, así reza el dicho castellano, pero en el caso que nos ocupa, pertinentes en extremo si se tiene en cuenta además los lazos estrechos que mantiene la dinastía española actualmente reinante y la dinastía alauí como el anterior monarca, Juan Carlos I, padre del actual no dejaría de recordar en cuanto que la ocasión se presentaba a lo largo de su reinado. Cuando evocaba por ejemplo -con su aplomo proverbial, sin el menor rubor o sonrojo- a su primo (sic) el soberano de Marruecos.

Una forma particular de tributo de vasallaje esas menciones (penosas) a las que el monarca anterior se sintió a todas luces obligado siempre a lo largo de su (largo) reinado, en relación por ejemplo -algo de lo que fui por razón de expatriación testigo privilegiado a los “Niños de la guerra”, rindiendo su particular tributo (egregio) al victimismo y silenciando en cambio, el omnímodo poder -de lobby organizado- de aquellos (ya entonces ancianas o ancianos)

Y al diario el País en su edición de hoy le merece un reportaje de gran extensión el gesto egregio al cabo de una serie de ellos que se enumeran escrupulosamente en el reportaje- en favor de los republicanos del exilio, en el tono beligerante (y guerracivilista) que fue siempre sistemáticamente el suyo en materia de historia y de memoria -o de falta de memoria mas bien- s obre la guerra civil española. ¿Simple gesto de Realpolitik el del monarca en Puerto Rico? Acórdemosle el beneficio de la duda, en atención sobre todo al tono de moderación del que viene haciendo uso en el tema, desde los inicios de su reinado (comparado a su predecesor me refiero)

“Los españoles ya no somos rivales los unos de los otros” declaró Felipe VI en uno de sus primeros discursos (octubre del 2014) Un deseo piadoso que contradice flagrantemente el espectáculo estruendoso de división al que venimos asistiendo dese que se abrió la crisis política en curso y el telón de fondo que fatalmente la preside del espectro de las dos Españas -izquierdas y derechas- presto a resurgir al menor paso en falso de los encargados de sacarnos de aquella;

La amenaza inherente a  la Monarquía -pontifica el reeportaje del Pais- son los republicanos. ¿Por eso sigue poniendose de rodillas el monarca ante ellos? Mas le valdría, por él como  por sus súbditos, el coger el toro por los cuernos