viernes, marzo 18, 2016

ARDERÉIS COMO EN EL TREINTA SEIS ¿DE VERDAD, RITA?

Escena de persecución religiosa en la guerra civil (zona roja) ¿Ahí es donde querían volver Rita Maestre y sus amigas con aquello de arderéis como en el treinta seis”? Creo honestamente que a estas alturas del partido se les pueda acordar el beneficio de la duda. La he visto en mil fotos, la he oído en vídeos que circulan la red y no consigo ni de broma asociarla ni a los iconoclastas y homicidas aquellos ni a las milicianas aquellas tan horribles y agresoras (y tan feministas ellas) Los pueblos que no aprenden de la historia están condenados a repetirla. Quiere decir, aprender lo que cabe aprender y olvidar lo que cabe olvidar de ella, a saber la violencia homicida e iconoclasta como también el fondo de superstición judeocristiana -obsoleto y anacrónico- que arrastrábamos desde las honduras de nuestra historia. Que dimita o no es cosa suya, una retractación o disculpa no obstante de las palabras aquellas que todavía arden, ayudaría mucho en aras de la vuelta al sosiego y a la concordia. Arderéis como en el treinta y seis. ¿De verdad, Rita?
"Arderéis como en el treinta y seis” Verban volant (exempla trahunt) “Las palabras vuelan” rezan los clásicos. Vuelan y ardeen también algunas de ellas. Y el alcance de su vuelo -y de su fuego- es imprevisible. Y así, esas palabras -pesadas como losas para muchos, me lo reconocerá la interesada (o como bombarderos)- están pasando ahora factura sin duda alguna a Rita Maestre a tenor de los comentarios que su caso, y el juicio al que dio lugar que habrá venido ahora a desenlace, están suscitando en foros de discusión a ese tema dedicados.

No la condeno, vaya dicho de entrada, como ya lo dejé sentado en un artículo que le dediqué en este blog no hace mucho. Por un argumento ad hominem aunque sólo sea y es que una de las asociaciones que la habrán sentado en el banquillo, el circulo o centro Toma Moro -de tufo u olor a carlistas (de los de derechas) innegable- hace algunos años cuando empezaba yo a entrar en foros de discusión españoles en la red con mi nombre y apellidos, me veto a mi en los suyos sin que se me diera ni a mí ni a los demás foristas explicación alguna.

 No la condeno, ya digo. Ya se disculpó ante el juez -sincera o no, es cosa suya- y adoptó una actitud en un segundo plano en este escabroso asunto que la honra, aunque recientes declaraciones suya tras su condena de hoy parezcan estropearlo un poco.
No importa. Lo esencial en su caso pienso que fuera su abandono de la actitud insurreccional a raíz de aquello que muchos con razón o sin ella les endosaron a partir de entonces, y que tanto ella como otros (antiguos) indignados aceptaran entrar dentro de las instituciones. No creo -ni yo ni muchos otros- que su protesta aquel día fuera pacífica (como no lo es escrache alguno, por propia definición) aunque solo fuera por la violencia gestual además de verbal de la que dieron muestra en aquel trance ella y las demás asaltantes.

Y si no fue violento per se incitaba a la violencia como se hizo patente unas semanas mas tarde apenas con la revuelta del 15-M uno de los fenómenos de alteración del orden publico -y de amenaza al ordenmiento institucional y de conmoción de la paz ciudadana y de trastorno del buen funcianamiento del cuerpo social más grave sino el que más desde los tiempos de la transición si se exceptúa el terrorismo de la ETA. No creí en su pacifismo como no creí un poco después en la transversalidad (sic) de los suyos, de Podemos, aunque tras la investidura fallida de hace unos días suspendo prudentemente mi juicio al respecto (de momento al menos)

El 15-M incendió toda España de la mecha simbólica y emocional (y no menos efectiva) que encendieron ellas. El asalto a la capilla de la Complutense -lo previeran ellas o no- fue el disco rojo que anuncio la eclosión de la indignación callejera, hoy ya -deo gratias- bajo control y (salvo prueba en contrario) apagada y extinta. Y por eso proceda tal vez en aras de de la paz social dar muestras de clemencia y mansedumbre con ella

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