Manuel Aznar Zubigaray, abuelo del ex-presidente del gobierno, fue ministro plenipotenciario de la embajada española en Washington en el año fatídico de 1945. Un puesto que vendría (a todas luces) a no ser más que un disfraz o coartada de la verdadera función de nuestro representante, la de alto/comisionado (a las órdenes del embajador Lequerica) –y pari passu de informador autorizado de la administración USA- del proceso de desnazificación española puesto en marcha tras la rendición de Franco a los aliados por mediación vaticana, en la postrimerías del conflicto. Y esa imagen de hombre de confianza de Washington –y por vía de consecuencia, de Londres- que llevaría pegada a la piel (post/mortem) el abuelo, se vería transmitida (por méritos propios) a su nieto. ¿Marcar el paso en Siria detrás del presidente francés ahora (y del premier británico)? Nadie nos pide tantoFui amigo en mi juventud universitaria de José María Aznar, lo tengo ya aquí no sé cuantas veces declarado. Militamos juntos en un grupo falangista joseantoniano del que yo era –unos tres años mayor que él (de diez y seis años él y aún en el bachillerato cuando yo le conocí)- su jefe de escuadra. No lo digo por incriminarle o con la intención –un tanto remota o irrealista (y pretenciosa) se me reconocerá- de perjudicar en poco o en mucho su carrera política o la imagen de hombre público que es la suya. Lo digo sobre todo para sacudirme inhibiciones yo mismo, a la hora de emitir juicios sobre sus posturas, sus gestos y declaraciones en la política española de la que sigue siendo activo protagonista. Y sobre todo en materia de política internacional como es el caso ahora .
El abuelo de José María Aznar -como lo recuerdo en mi libro a punto de aparición sobre Cataluña-, fue nombrado en el año clave de 1945, el del final de la Segunda Guerra Mundial y de la derrota de Alemania y de los nazi fascismos, ministro plenipotenciario de la embajada española en Washington –un respeto- a las ordenes del nuevo embajador José Félix de Lequerica, hasta entonces ministro de Exteriores, tras haber sucedido al ministro Jordana un año antes en el cargo.
Un puesto aquél que como lo explico en mi nuevo libro venía a ser una especie de disfraz o de coartada de la misión que en realidad incumbía al abuelo de José María Aznar en la capital norteamericana, a saber la de alto/comisionado –por el lado español (y de informador autorizado nota bene de la administración USA)- para el proceso de desnazificacion (léase de desfalangistización o desfascistización) del régimen surgido de la victoria del primero de abril del 39, tras la rendición de Franco a los aliados por mediación vaticana en las postrimerías del conflicto.
Y esa imagen suya se vería reforzada por el puesto que ocuparía mas tarde de director de la Vanguardia de Barcelona tras el desenlace –con la destitución del interesado- del caso Galinsoga, en donde por el simple hecho de su nombramiento, Manuel Aznar, en lo que venía a ser una cesion de talla -la primera en la posguerra- del régimen frente a los catalanistas, venía a caucionar el ascenso imparable en Cataluña del habla catalana desde entonces, en fiel cumplimiento de una de las cláusulas no escritas que le fueron sin duda impuestas al régimen de Franco pro los aliados y a la vez por el Vaticano (y su secretaria de estado)
Y esa imagen de hombre de confianza de los aliados –y de Washington en particular- que se le quedaría pegada a don Manuel Aznar de por vida se vería reforzada por su nombramiento de embajador en la ONU (1964-1967) en la etapa final de su carrera. ¿De tal palo tal astilla? No forzosamente, pero está claro que la tradición familiar, juega un papel preponderante sin duda en la imagen de amigo de los Estados Unidos que arrastra el nieto, por la trayectoria sobre todo tan emblemática del abuelo y en particular, desde los tiempos de la guerra del Irak y del abrazo de las Azores.
Lo que justifica el que nos sintamos en la tesitura de tener que echar irresistiblemente el freno de mano ya de entrada a la hora de reaccionar y de emitir un juicio sobre las recientes declaraciones de aquél en las que viene amonestar -sin nombrar a nadie- al actual gobierno y a su titular por su silencio y su inercia (aparentes) en el tema de la gran coalición internacional que estaría intentando poner en pie –como lo hizo Georges W. Bush contra Saddam Hussein- el presidente francés contra el Estado Islámico tras los atentados de Paris aun bien presentes en las memorias.
Ocurre que lo de la gran coalición tras los últimos acontecimientos y en particular el derribo del avión ruso por la fuerza aérea turca huele ya a pólvora mojada, y que mientras José Maria Aznar se servía de ella de gran coartada en sus recientes declaraciones, la diplomacia francesa la diera ya por arrumbada, como lo ilustra el que el primer ministro Valls estuviera ya hablando casi en, simultáneo de coordinación (sic) internacional, a modo de termino de remplazo, apenas.
La pelota no obstante sigue en el tejado por las declaraciones aún más recientes del premier británico Cameron, que se propone llevar al parlamento británico mañana jueves un proyecto de ataques directos contra el EI, en territorio sirio. ¿Mera coincidencia el proyecto del primer británico –enemigo declarado del régimen del Assad- y las declaraciones del amigo español de Washington (y de Londres)? Nadie puede obligarnos a creerlo. Todo apunta más bien a lo contrario.
El juego diplomático del más alto nivel se complica no obstante con el viaje previsto para hoy del jefe de gobierno francés a Moscú tratando de convencer a Vladimir Putin de entrar en una gran coalición anti-EI lo que habrá tenido ya respuesta del presidente ruso, con antelación a la llegada de su homólogo galo, proponiendo a su vez por su cuenta una gran coalición anti-EI con inclusión de la Turquía.
¿Hasta cuándo seguirán beatamente haciendo el juego de loa anglo/aliados y desempeñando el papel de sus lacayos fieles -leyéndonos la cartilla a los españoles por cuenta de aquellos (cuando se lo mandan), en materia de dilemas (geo) estratégicos y en nombre de la democracia (sic) y del estado de derecho-, los amigos españoles de Washington (y de Londres), en el mundo multipolar –por la emergencia de la Rusia de Putin de gran potencia mundial sobre todo- que el conflicto sirio habrá destapado a la luz del día?
Como diría Umbral –y en eso lleva razón Mariano Rajoy (digan lo que digan los editoriales del diario de Prysa)- no creemos que se nos pida tanto
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