Cuanto sufrí, cuanto pené
cuanto lloré por dentro, sí ¡Y qué!
Entre risas y entre llantos
siempre sufrí y lloré
lo que mi alma segregaba
como la saliva o el sudor
¿Lagrimas de sangre? No sé
Toda una vida, sin saber
sin ver la raíz de ese mal
sin saber claro el por qué!
De una honda melancolía
que mamé ¡dios! Que heredé
¿De los míos? No, del mundo,
de un país que me vio crecer
a rastras con un pasado
que me pesó a mí más -¿por qué?-
que a los que me rodeaban
que a los que me vieron crecer
¿Nací para ver acaso
y gritar alto y fuerte -¡Oé!-
lo que otros no veían
porque no lo podían ver?
¡El lastre de un gran fracaso!
¡El peso de la Derrota!
Que no era algo ineluctable
que no era el fin de esta vida
ni del tiempo o de la Historia
sino un punto de partida
y el borrón y cuenta nueva
de un alma pura e idealista
que se estrelló. De alas rotas.
Lamento fúnebre este canto
de Bizancio ciudad Muerta
de la Derrota Invisible
de la Derrota Desnuda
la que nadie quiso ver
¡Misterio de profecía!
Del pasado que no pasa
(de la Alemania vencida
que se llevó en su colapso
la clave de nuestras runas)
Con musica del cantautor
de otra/memoria (vencida)
Del renacer del Sueño,
y de una Fe reccobrada
-y de la esperanza al morir-
en una Victoria sin alas
Transfigurado de pronto
en medio de la velada,
de las cuitas y zozobras
de un alma apesadumbrada
luchando a brazo partido
contra sombras y fantasmas,
luchando contra reloj
contra el dios Tiempo que pasa
como pájaro volador
como esa sombra (en la barra) (…)
En un canto de puro amor
de amor de ti (y de tu raza)
Himno a la Mujer Fragante,
y a mariposas que vuelan
entre moscas y vampiros
¡Sin tocarlas ni mancharlas!
¡E himno de guerra -Sieg Heil!-
a la Victoria con alas!
Largo y cruel aprendizaje
-¡años, toda una vida!-
del arte raro y difícil
de otear las lejanías
a cuerpo limpio (y cielo raso)
perdido (¡amor!) en la llanura
de ese desierto de tártaros
de una existencia -¡la mía!-
sin más alivio u oasis
que el soñarte a ti mi vida
y que se acabe esta espera
angustiosa ¡qué tortura!
y aparezcas por los aires
o entre sombras ¡vida mía!
abriéndote paso, mujer,
en esta noche ¡qué oscura!
en la que tú me arrojaste
(sin culpa tuya ninguna)
Que supe comprender tu gesto
que te sentí ¡qué energía!
cuando me sacaste de allí
de aquel trance a toda prisa
como una fiel amazona
o como mi hada madrina
Y al final me aparté yo
pero te llevaste, mi amor,
mi pobre alma malherida
que gime ahora por ti
de noche como de día
dispuesto a todo por ti,
hasta embestir entre risas
por ti contra todo y todos
los que se me echen encima
Y hasta aceptar y hasta asumir
esta triste pantomima
de ser tu plantón, tu guiñol
(sólo el Tonto de tu vida)
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