viernes, marzo 20, 2015

ALCALDESA DE CÁCERES Y EL YUGO Y LAS FLECHAS

Este libro de una profesora de la Universidad Libre de Bruselas de ascendencia italiana –de notoria filiación comunista e hija de un comunista italiano refugiado en Bélgica (no sé exactamente cuándo)- habrá durado muy poco en el escaparate de la librería universitaria a la entrada de esa universidad. La presentación de la obra –al contrario que su versión en neerlandés (de mucha menor difusión en Bruselas) que cae en la caricatura- no tiene nada de iconoclasta. ¿Hartos los belgas de anti-franquismo y de iconoclasia? Es lo que se me antoja que anuncia ese librito (mal que le pese a su autora) ¿Cundirá el ejemplo entre españoles?
El yugo y las flechas. Otra de memoria histórica, y que no decaiga. La alcaldesa de Cáceres (del PP) ha instado (sic) a su vecinos a que retiren las placas franquistas (sic) que en su ciudad aún pululan, y se trata mayormente de las placas inscritas en casas protegidas del (antiguo) ministerio de la Vivienda, del que uno de sus titulares más tardíos lo fue José de Luis de Arrese (y Magra, como a creer a Umbral le añadía maliciosamente Serrano Suñer, por el que era en realidad el segundo apellido de aquél destacado falangista) El yugo y las flechas fueron –por propuesta e inspiración jonsista de Ramiro Ledesma y de Juan Aparicio (que se lo habría oído sugerir a Fernando de los Ríos en la universidad de Granada)- el escudo de la Falange, pero anteriormente fue el emblema de la Monarquía española de los Reyes Católicos.

Doble motivo de legitimidad. Y botón de muestra de la deslegitimación –ilegitima- que trae consigo esta ley funesta. A los que no decidiéndose a abrogarla se ven condenados a aplicarla, contra viento y marea. En el libro la Corte Literaria de José Antonio leí no obstante el detalle que la idea se la habría traído Rafael Sánchez Mazas amigo personal de José Antonio de un viaje a Italia,  donde se habría topado con aquel escudo luciendo en un caserón semi derruido –vestigio del pasado español por aquellas tierras- de la localidad de Castellammare del Gofo en Sicilia, cerca de Palermo. La única vez que vi la insignia del yugo y las flechas aquí en Bélgica fue en una pared andando por la calle cerca de la estación del Midi (del Sur) de Bruselas, horriblemente pintarrajeada y tachada (como con furor) de pintadas hostiles con toda clase de obscenidades. Un símbolo muerto, ero puede resucitar en cualquier momento, cuando más se le daba por muerto, como podría ocurrir ahora.

Llaman la atención desde luego los paños calientes con las que se anda ahora la alcaldesa (del PP) en el tema instando (sic) a sus paisanos a retirar los escudos de la discordia y no en plan de bando municipal o de ordeno y mando. Sin duda porque sabe que se tiene que andar con pies de plomo en el tema, que Extremadura está muy cerca de Andalucía y por ahí el domingo próximo les podría venir la mala sorpresa o el chasco de un voto sorpresa por motivos de descontento varios, entre ellos el de la ley dichosa de la memoria. La ley de la memoria desentierra el hacha de la guerra civil, ya lo tengo aquí suficientemente explicado, y lo hago aún más en un libro que tengo a punto de publicación, como ya lo tengo aquí anunciado.
La placa por la que viene el escandalo ahora, que me diga por la que vuelve ahora armar escandalo ahora la ley (funesta) de la memoria. Con lo que viene a ilustrarse y a probarse por el nueve una vez más la falta de consenso de la que adolece esa ley funesta en el seno de la sociedad española. El yugo y las flechas es un escudo señero de nuestra historia muy anterior al movimiento falangista, y como tal volverá renacer de sus cenizas cuando menos se piense. ¡Vivir para ver fantasmas míos!
El ministerio de la Vivienda fue uno de los vestigios del sueño de la revolución pendiente de la Falange, que en ese punto concreto se puede decir que el régimen anterior puso en aplicación o en práctica haciendo de los españoles para bien o para mal un país de propietarios –de sus viviendas- cuando los países europeos por regla general lo son mayormente de inquilinos locatarios, como ocurre en Bélgica. Tales aguas tales lodos, que se dirá alguno. No importa, no fue Franco ni fue la Falange los culpable de lo que habrá pasado en estos cuatro años en materia de hipotecas inmobiliarias por más que muchos hayan adquirido la costumbre de tirarles la piedra y acusarles de causantes de todos nuestros males.

El ministerio de la Vivienda (franquista o franco/falangista) acabó con el chabolismo de décadas de posguerra, y dio viviendas digas a una cuantía considerable de la población española. De ahí a decir que les lego a muchos también el gusto de la especulación inmobiliaria hay un paso, no es óbice que el problema tan atípico con el que se habrá visto confrontado en los últimos años la sociedad española en el sector de la construcción y de la vivienda exige un bucear en sus raíces –en busca de explicación y de diagnóstico-, a saber, en nuestro pasado ms o menso reciente. Sin tirar la piedra a nadie, insisto. Y sin que nos la tiren tampoco a los que pretendimoso guardar lalcabeza fría en esste tema (tan enfadoso)

La alcaldesa de Cáceres no quiere ahora placas comprometedoras, pero el presidente de su autonomía, su colega pacense (también del PP) parce no verlo así porque da la impresión de llamarse a andana en el tema. ¿La hora cercana de que la clase política dirigente o un sector mayoritario de la misma acabe comprendiendo que esa ley les condena a más o menos corto plazo? ¿Como un caballo de troya? Una ley guerracivilista, y como tal republicana.

Y algunos a la lectura de estas líneas se sentirán tentados de poner de nuevo sobre el tapete el viejo debate de las formas y las ideas. La iconoclasia no es tradición española, como tampoco lo era en estas tierras de los paísesajos donde resido0 hasta la eclosión del protestantismo. Los mitos –o ideas solares- que tienen no poco de forma (visible), de material y de sensible, no son cosa que se pueda matar o hacer desparecer a antojo de algunos, nacen y mueren cuando les llega la hora y cuando cumplen su ciclo, como ya le expliqué sobradamente en entrada anterior por cuenta del mito joseantoniano (del Ausente) Y todo lo demás es sembrar vientos de guerra, como ocurrió con la Tormenta de las Imágenes en los Países Bajos–Beeldenstorm (en lengua flamenca)-, en lo que sería el preludio de las guerras de Flandes.

Hay una guerra civil en curso desde hace ochenta años (y más) entre españoles como ya lo tengo denunciado que se habrá prolongado entre tormentas y bonazas, entre treguas y escaladas de violencia a través de los años y de los decenios, y el resucitar de la agresión iconoclasta que propicia la ley funesta de la memoria no augura nada bueno, de un resucitar o un reencender me refiero de esa guerra civil interminable. Ayer caía ante mis ojos una librito aparecido recientemente, de una profesora de ascendencia italiana de la ULB Universidad Libre de Bruselas figura emblemática de una izquierda ítalo/belga a la izquierda de la izquierda y descendiente –de notoriedad pública por figurar en su curriculum de antiguo- de un progenitor comunista, que destapa ahora esa pasión/española de la izquierda internacional –y en particular en los países occidentales- que denuncio el historiador (ex-marxista) francés François Furet en una obra tardía poco antes de su muere.

Se trata este de ahora de un librito –de escasas páginas, pero densamente documentado a base de fuentes de los más varias (¡hasta de los archivos de la Fundación Francisco Franco!)- sobre la reina de los belgas Fabiola, la historia de su vida, de su ascensión al trono de Bélgica y de sus lazos y conexiones con el régimen de Franco. El librito habrá durado uno o dos días apenas en el escaparte de la librería universitaria a la entrada de la –mencionada universidad. Pese a todo, la presentación de esa obra polémica se me antoja todo un singo de los tiempos.

Una foto de la reina de los belgas muy favorecida en la portada y de en segundo plano una efigie de Franco digamos al natural y no la caricatura de rigor infamante u oprobiosa. ¿Hartos de anti-franquismo y de iconoclasia los belgas? se me antoja que sí. ¿Buenos vientos pues por estas tierras belgas en relación con España y los españoles de cara a los tiempos inciertos que se avecinan? Esa es mi apuesta

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