sábado, febrero 07, 2015

¿JORNADA DE ALEGRÍA COLECTIVA EL 14 DE ABRIL? ¡A OTRO PERRO CON ESE HUESO!

La figura del monarca depuesto –que encontró refugio hasta el final de sus días nota bene en la Italia de Mussolini (y del rey Víctor Manuel)- se yergue un tanto espectral (como se insinúa en la portada) de convidado de piedra de la célebre novela de Agustín de Foxá –algo que tienen que reconocer sus lectores y admiradores, falangistas o sin serlo-, de alguien que fue miembro de la Corte literaria, e íntimo de los íntimos del Fundador. Del 14 de abril a la guerra civil. El axioma irrebatible. Por eso, ni los que no vivimos en persona ni en vida aquello podemos creernos que aquella alegría (sic) fuera otra cosa que una fiebre colectiva, preñada de malos agüeros
¿Izquierda Unida en trance de implosión por culpa del ascenso de Podemos? Todo parece indicarlo. El ultimo signo o indicio es el portazo que acaba de dar la ex - novia de Pablo Iglesias, que les deja plantados para unirse -o acabar haciéndolo por lo que da a entender- a la formación de su ex compañero –del que se dice en cambio que anda a todas horas con una belga marroquí, su asistenta euro parlamentaria. Nada de extrañar en alguien como el mesías de Podemos que despierta tantas pasiones entre el elemento femenino a lo que parece, hasta el punto que una de sus seguidoras en uno de sus mítines meses pasados no pudo contener su entusiasmo –o su fiebre- y le atizó un azote en el trasero (como suena)

Pero volviendo a cosas más serias, no parecen nada triviales desde luego los síntomas de descomposición de las que está dando muestras la formación que a los ojos de muchos entre los que me encuentro pasaba por una simple pantalla electoral del Partido Comunista heredero –horresco referens!- del de la guerra civil (…) Signo de los tiempos sin duda alguna, veinticinco años ya trascurridos de la caída del muro y del desmantelamiento de la Unión Soviética. Y con todo el revuelo mediático montado en torno al resquebrajamiento de la formación izquierdista nos enteramos como quien no quiere la cosa que Alberto Garzón, actual líder de la formación -tras haber sucedido al tío Cayo de una generación anterior-, y al que los medios presentaron hasta hoy como un joven indignado líder del 15-M en Málaga y nacido entonces a la política como flor de asfalto, por generación espontánea -él como los demás líderes y protagonistas de la movida aquella-, procedía en realidad –sin duda por la vía familiar- del PCE, una de los componentes principales –por no decir la principal- de Izquierda Unida.

Y sin duda que en toda esa corriente de transfuguismo de la extrema izquierda hacia la nuevas formación, que corre riesgo de convertirse en aluvión los días y semanas que se avecinan –tras la marcha de la carismática figura femenina de Vaciamadrid- se esconde a todas luces una pulsión (guerra civilista) de memoria histórica de los vencidos del 36, de los que en el fondo siempre vieron en la transición y en los pactos que trajo consigo, una traición o una renuncia a los ideales de la izquierda guerra civilista yen definitiva un arriar de las banderas vencidas en el 39 –a comenzar por la tricolor que los firmantes del lado de la de los pactos de la transición izquierda (Santiago Carrillo incluso) acabaron pretiriendo en favor de la roja y gualda , y que ven ahora en cambio en el tremolar de banderas republicanas que acompañan las manifestaciones y reuniones de Podemos un faro de luz y una señal clara que la vuelta atrás es posible, al 14 de abril me refiero, que el cambio de régimen es posible, que a eso es sin duda a lo que se refieren en el fondo con ese estúpido eslogan de sí se puede, sí se puede!
Esa es la foto fetiche (y aciaga) –de la proclamación de la Republica, en la Cibeles, el 14 de abril del 31- que los de Podemos no consiguieron reproducir en su marcha hasta la puerta del Sol días pasados, en esa guerra de propaganda –mediática y audiovisual en extremo- que tiene lanzada de un reencender la guerra civil del 36 a cualquier precio. Se lo impidieron las banderas (oficiales) rojigualdas -ondeando ufanas y enhiestas y sin complejos- en medio de la plaza, frente a Correos. Como tampoco pudieron reproducir la otra foto fetiche (y nocturna) de la erupción del 15-M (del sábado que se siguió), porque lo hicieron a la luz del día y no bajo la luz del Reloj (de Gobernación) Al final –entre paréntesis- voy a tener que acabar aplaudiendo a la delegada del Gobierno (al tiempo) Sí consiguieron en cambio auténticas fotos de guerra –de guerra civil (en la calle de Alcalá por ejemplo, junto al edificio del Banco Español de Crédito)- que los medios se cuidaron muy mucho de difundir o apenas, como en un viaje por el túnel del tiempo o como si en vez de la calle de Alcalá, estuvieran (ya) en pleno campo de batalla (…)
Eso es lo que vienen a querer decir por detrás del estribillo: el cambio es posible, a saber la instauración de la III república, que es el sueño fetiche que les mueve a todas luces. Y a fe mía que hay que a tomarse en serio la amenaza –dela vuelta de un escenario análogo a aquél- como lo ilustra una foto, una escena que lo medios se cuidaron –por lo general- muy mucho de divulgar a seguir a la manifestación de Podemos en la Puerta del Sol y es la de un manifestante encaramado en lo alto –no se ve bien de qué- enarbolando una bandera tricolor gigante –mucho mayor que él- delante del edificio (emblemático en extremo de un Madrid antiguo y castizo) del Banco Español de Crédito en la calle Alcalá no lejos de la Puerta del Sol, de claras resonancias catorce “abrilescas” hasta el punto que al principio confundí el lugar donde la foto está tomada con la Cibeles, donde les “falló” la foto de grupo) a los de Podemos que sin las banderas rojigualdas bien enhiestas y flameantes en el centro de la plaza hubiera hecho revivir la jornada (aciaga) aquella, lo mismo que les falló la otra foto, la de la Puerta del Sol, que hubiera podido revivir la otra famosa del sábado que siguió a la eclosión del 15-M si en vez de la luz del día lo fuera sido a la del reloj (de Gobernación) Guerra de símbolos y de imágenes -donde juega no poco lo irracional- en este ascenso de Podemos, un movimiento que nos presentan como una mezclado (explosivo) de sueños y de esperanzas que nos suenan a algunos en cambio a cuerno quemado, a gritos de búho o de urraca y a otros pájaros del peor agüero.

Me hace daño la foto (tricolor) de la calle Alcalá, lo confieso. Hasta el punto que me habrá movido a dedicarle esta entrada. Una foto de guerrra, de guerra civil (interminable) Y bienvenida sea en la medida que me galvaniza fatalmente -por supuesto en contra-, y porque me habrá ayudado a examinarme introspectivamente un poco más todavía por entre ese mar de emociones que encrespa y solivianta en mí el tema que aquí a bordo, del ascenso de Podemos y en un sentido más amplio aun toda esa movida de los indignados que me persigue como un espectro desazonante –aquí todos ya lo saben- desde su erupción hace ahora cuatro años.

Aquí ya mostré también mi desacuerdo (radical) con aquella frase de José Antonio –una frase canónica de las suyas (un respeto) recogida en sus Obras Completas- de “la jornada de alegría colectiva del 14 de abril. Una alegría/colectiva –que no fue tal en muchos sectores de la población madrileña y en España entera-, que se consiguió conjurar durante más de setenta años al precio –en sangre- que todos sabemos, y que ahora se diría que emerge de nuevo irresistible en apariencia sin que nadie o muy pocos se empeñen en exorcizarla.

La frase de José Antonio –setenta años después- se cae por su propio pie en la medida que con ella su autor venía a engañarse a sí mismo en cierta forma, cuando se sabe –por múltiples testimonios concordantes- cómo vivió José Antonio la efemérides aquella: como una jornada de luto y de llanto y crujir de dientes más que otra cosa, acompañando –a la altura de Galapagar- a la reina depuesta camino del exilio.

Sin duda era más difícil a la larga -en las circunstancias de la época aquella- asumir esa soledad trágica –en una situación de inferioridad numérica y de indefensión que lo era mas aun, por lo menos en apariencia- que el acabar revisando su visión personal de aquellas jornadas tan decisivas –y no menos aciaga- de nuestra historia contemporánea. ¿Como te atreves a corregir –y a revisar- a José Antonio? Estoy oyendo ya a alguno. Aquí ya me ha explayado repetidas veces sobre su figura, su vida como su muerte, lo mismo que sobre sus escritos y sus ideas y la hipoteca –no poco pesada- que nos dejaron para la posteridad alguna de ellas, entre ellas esa visión optimista en rosa del 14 del Abril del 31.

Y ese optimismo “rosáceo” es lo que trasluce a lo que parece en gente muy joven que se ven presas pese a su juventud y precisamente por culpa de ella tal vez –como yo mismo me he envuelto de muy joven- en los sortilegios de la superstición joseantoniana y del mito erigido –desde los tiempos de la guerra civil- en torno a su figura. Son muy jóvenes (algunos de ellos) y tendrán tiempo de verse libres de ellos, pero España –y por vía de consecuencia el resto de Europa- tal vez no, de no acabar viéndose victimas de esos mismos sortilegios.

Mis antiguos amigos y camaradas de la España en Marcha convocan para mañana una marcha o concentración –¡lagarto, lagarto!- con los mismos motivos o el mismo leitmotiv que los de Podemos, y con lo que se diría que ya dan de entrada -a tantos meses de las elecciones generales del diciembre próximo-, perdida la partida y ya casi desde la primera jugada (…) Contra la corrupción (sic), por la justicia social (sic) y contra la casta política (sic) Para un viaje así no necesitábamos alforjas, querido Sancho.

Y me sale de dentro de repente un pronto umbraliano, desconcertante, provocador y es el de aconsejarles un poco de injusticia, léase de severidad o lo que es lo mismo de justicia (ejemplar) reparatoria de tanta demagogia de la que se viene haciendo alarde en la política española, de hablar menos de corrupción y de corruptos, aunque sólo sea porque otros ya lo hacen –y cómo-en lugar de ellos, y apuesto que una actitud así de combate de la demagogia les cosecharía más votos de los que esperan arañar marcando el paso detrás de sus enemigos ideológicos, a menos que ellos también estén pensando en el transbordo, como los tránsfugas de Izquierda Unida.

Y sinceramente que no puedo creérmelo. Está claro como sea, que algunos ya cambiaron la camisa azul por la bandera tricolor, por aquello que qué importan la banderas. Aunque por las trazas parecen importarles más unas que otras (...)

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