Me alegré con todo el alma
y no sé por qué, campeón,
que salieras del paso aquel
la frente alta, sin tacha
Y por el momento, libre.
No sé por qué, no sé nada
ni de ti ni de tu mundo
tan cerca y tan lejos
de mí como de los míos
Pero algo me dijo, no sé,
que no me era indiferente
tu triste suerte, tu sino,
el tuyo y el de los tuyos
Porque lloré (sí) a solas
de contento y de emoción
de verte a salvo, campeón
del entredicho y del deshonor
Que tu caso tu suceso
No era como los otros
y que había todo un pueblo
y todo un mundo tu lado
haciendo frente en el banquillo
¡Dios que alegrón te lo juro!
Tras verte en aquel trance allí
firme, aguantando el tipo
En el pandemónium aquel
de gritos y de rugidos
En aquel oscuro rincón
¡Infierno de alta/tensión!
donde os arrojó el destino
¡Oh blancos del África austral
tan lejanos…tan queridos!
Plantando cara a la suerte
por tí como por los tuyos
Cuando todo lo que tú eras
lo que tú arrastras y encarnas
lo daba ya por perdido,
sin remedio y sin futuro:
el mundo de dónde vienes,
la memoria tuya y mía,
de los tuyos, de los míos,
la identidad colectiva
que nos liga que nos salva
solos en medio del siglo
Y colgados del vacío
Lo que pensé, lo que sentí
lo que me salió del alma
viéndote como yo me vi
en un flash de luz interior
¡Maldito entre los malditos!
¡Gracias de verdad, campeón
por reforzarme la fe
en mí mismo, en mi destino!
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