lunes, septiembre 08, 2014

"GUERRA DE TETUÁN" ENTRE OKUPAS Y OCUPANTES

Telón de los caidos en un mitin de la Falange en Sevilla -con intervención de José Antonio- organizado por Sancho Dávila, en el que figuraban todos los caidos de la falange sevillana -en la capital y en su provincia- hasta diciembre de 1935. La Falange pagó un tributo de sangre particularmente elevado en la región andaluza que venia a poner de manifiesto la situación completamente atípica -en el plano político y en la ralidad social y economica (y agraria) (...)- de Andalucía aquellos años y también la escasa implantación social del movimiento falangista en la region andaluza antes de la guerra, salvedad hecha de casos atípicos y excepcionales como los que configuraban la capital sevillana y la bahia de Cadiz. Fuera de allí, el protagonismo de la Falange fue escaso por no decir nulo e insignificante, en el resto de Andalucía. ¿Carencias fatales -tras aquel fracaso innegable- en el diagnóstico y en el análisis de la situación tan dramática -de polarización y de enfrentamiento en medio rural- que se vivía por debajo de Despeñaperros? (...)
Tetuán a todo arder, a tenor de lo que traen hoy los medios. El populoso barrio madrileño se ve teatro los últimos días, y en particular las últimas horas de una escalada en la tensión entre grupos (mayormente) de jóvenes de tendencia opuesta en torno al llamado hogar social Ramiro Ledesma, un caserón vacío situado en medio del mencionado barrio que tienen ocupado desde hace ya varias semanas un grupo (más o menos organizado) de jóvenes de ideología nacionalsindicalista, o patriotas o de extrema derecha, como se quiera llamarles. No condeno a esos ocupantes ultras (que no okupas), lo dije ya en un artículo reciente sobre el tema y lo reitero.

Están operando un revulsivo (tremendo) con su actuación en ese barrio y en el conjunto de la opinión pública y eso ya -que no es poco- tiene su mérito, y hace que nos quitemos el sombrero algunos sin reservas. Y tal vez precisamente por eso, la problemática de fondo que subyace en su acción se reviste de tanta actualidad y tanta urgencia y dramatismo al mismo tiempo. Mi  articulo anterior sobre el tema lo titulé -a toda prisa- de "okupas (con “k”) de extrema derecha" Puntualizando

 Porque lo mismo que las cuestiones gramaticales esconden no pocas veces problemas irresueltos que escapan a los límites y barreras de la gramática estricta, en el caso que nos ocupa cabe decir que la grave cuestión ideológica -y de principios- que se ventila en esta guerra de ocupaciones -entre "neonazis" y "antifascistas" (“la guerra de Tetuán” la habrán bautizado ya los medios)- corre el riesgo de verse reducido a una cuestión de pura ortografía a pesar de lo cargado que se ve en el plano de la semántica.
En este libro de un abogado y agricultor brasileño de la TFP se denunciaba en vísperas de la ascension de Salvador Allende la experiencia demócrata/cristiana de Eduardo Frei -un antiguo falangista/chileno- y en particular su Reforma Agraria inspirada en la letra (y en el espíritu) de los textos del concilio vaticano segundo y que tenia de telon de fondo las ocupaciones en masa de fincas y predios rurales por la izquierda y la extrema izquierda (ya durante el mandato de aquél) En España, donde el socialismo aquel de "rostro humano" emebelesó a tantos, pocos compartieron esa postura crítica de la TFP, sin duda por culpa del postulado joseantoniano (como un dogma o una verdad de fe) de la reforma agraria. Los ocupadores rurales del pasado -en Andalucía durante la II República, en el Chile pre/marxista y en el Alentejo portugués tras el 25 de abril- no dejan de ser no obstante los antepasados ideológicos en línea directa de los okupas urbanos (antifascistas) de nuestros dias
El de okupa (con “k”), no es más que un neologismo que la academia que fija y da esplendor se habrá apresurado a cobijar en sus edición más recientes para referirse a un fenómeno de marginalidad rayano en lo subversivo que se habrá extendido -como una lacra- en la España de las últimas décadas, al socaire o al amparo de los trastornos y (hondas) transformaciones de todo tipo que trajeron consigo la Transición política y las sacudidas de violencia social de las que se vería fatalmente acompañada. Edificios abandonados y jóvenes asociales o en camino de serlo. El huevo y la gallina.

¿Hay hoy realmente un problema (acuciante) de viviendas en España como lo pretende la corriente indignada y todos lo que la sirven o habrán servido de portavoces en los medios, hasta el punto de esgrimir la Constitución de pretexto o coartada de todo tipo se vandalismos, de okupaciones, de escraches y de actuaciones asociales (y subversivas)? ¿Estamos acaso no en los inicios (ya bien avanzados) del III Milenio sinoo en plena década de los sesenta cuando empezó la demolición -que se acabaría consumando unos años más tarde- de los barrios de chabolas que habían proliferado en el extrarradio de las grandes aglomeraciones urbanas españoles -a comenzar por Madrid y Barcelona- en años de posguerra?

Obvio es que no, que cualquier parecido con la realidad (de entonces) es pura coincidencia, y que se ha venido montando una ficción monstruosa con el solo objetivo de alimentar o servir de combustible a la guerra de propaganda a todo arder desde ya hace una rato, exactamente desde que hizo eclosión en el 2011 la movida de los indignados (y otras movidas y movimientos afines, como la que venían impulsando de antes la llamada plataforma anti-desahucios) Siriviéndose así, es cierto, sus artifices e instigadores, de una psicosis de crisis e incertidumbre más aguda y acentuada en ciertos sectores sociales -innegablemente posicionados "a la izquierda"-, no precisamente más desfavorecidos que otros aunque sí más (directamente) afectados por la crisis, por razones de orden político esencialmente derivadas de la historia de Espana de la ultimas décadas desde los tiempos de la transicion,  del compromiso históricos que se selló entonces que trajo innegablemente una erupción de de sectores sociales emergentes (por así llamarlos), y el declive irreversible de otros hegemonicos hasta entonces (...)

El (grave) trasfondo jurídico y moral de la problemática que este asunto tan polémico trae a colación urgente no se le escapa a nadie. Y la resaca que aquella arrastra en el plano histórico entre españoles no se nos escapa a algunos tampoco. "Si vuestra señoría sigue escudándose tras los padres de la Iglesia en sus ataques a la propiedad privada, sólo va a conseguir que nos hagamos cismáticos griegos" Esas fueron las palabra memorables -por mucho que les sonasen a exabrupto entonces a muchos-de Lamié de Clairac, un diputado tradicionalista de las Cortes republicanas por Salamanca, emparentado con la CEDA a efectos electorales, aun ministro de ese partido que asomaba el plumero en aquel debate y se destapaba –judío cristianismo obliga- más rojo que los rojos en materia de política agraria.
Reforma Agraria violenta y confiscatoria en el Alentejo portugués (1974-1976) Punta de la lanza de una revolución (marxista) de los claveles que algunos falangistas españoles siguen admirando abiertamente o en secreto. Perdónales porque no saben lo que dicen ni de lo que hablan (...) Un infierno en la tierra, el triunfo de aquellas masas rurales de un Portugal "sui generis" al Sur del Tajo, insolidarias del destino de su propio país y enfermas de odio de clase. Espectros envueltos en velos y en sudarios (y escafandras) -como calaveras maquilladas (sobre todo las mujeres)- que tuve ocasión de ver (y soportar) de cerca en mis años preso en las cárceles portuguesas. Judeo cristianismo y teologia de liberacion a todo arder, con una santa roja, Catarina Eufemia, de icono (martirial) y de bandera (roja) ¡Cuanto odié todo aquello (y lo sigo odiando)!
La ley de reforma agraria de la Republica que el proyecto de reforma del bienio derechista pretendía suavizar un poco ma non troppo era de natura esencialmente confiscatoria y revolucionaria y subversiva -del orden social y no político sólo- y de potencialidades explosivas en extremecomo tan cumplidamente así se manifestaría en sus efectos en los años que precedieron al estallido de la guerra civil en la España del Sur (la Mancha, Extremadura y Andalucía y Murcia) José Antonio y la Falange izaron la bandera (republicana en su origen) de la Reforma Agraria -junto con la de la nacionalización de la banca (...)- durante bienio “negro” (derechista), un hito de la historia española contemporánea y de sus principales movimientos políticos propiamente insoslayable, y a fe mía que no cabe esconder o escamotear de manera ninguna al dificultad histórica (e ideológica) que palntea fatalmente  de pasado o de ascendencia política joseantoniana como el que esto escribe desde muy joven.

La problemática que habrá planteado el surgimiento -en España mucho más que en otros países- del fenómeno okupa (con “k”) en las últimas décadas es sustancialmente distinta de la de la reforma agraria de los años de la Republica, incluso en sus resurgencias intermitentes prácticamente hasta hoy en la España de la posguerra. Okupación de fincas (grandes) y okupación de viviendas abandonadas o vacías o en estado de abandono son cosas radicalmente distinta, pero no cabe duda que se encuentran estrechamente emparentadas, en la medida que los bienes atacados o amenazados directa o más o menos remotamente o indirectamente protegidos no dejan de ser en uno y otro supuesto grosso modo los mismos.

A saber, el derecho de propiedad privada (el "no robarás", en atención a sensiblidades judeo/cristianas) -que tiene sin duda sus límites (ya les estoy oyendo a algunos)- y otros tal vez más gravemente amenazados y que no tienen (ellos) más limites que los que marca en "última ratio"(o instancia) el estado soberano, saber la seguridad jurídica ciudadana -tanto en al plano civil como en el comercial, y el de la actividad económica en general- y otros de mayor importancia y trascendencia aun como el Orden público la Paz Social (y ciudadana)

El moviente okupa viene a producir fatalmente per se, por su propia natura no poca conmoción social de por el simple hecho de existir como lo ilustra el carácter de siniestro/total que imprimiría a zonas o barrios de las geografía urbana de las grandes urbes españolas y me viene a la mente de inmediato la imagen –de cochambre y de anarquía- que ofrecieron los años (ya lejanos del felipismo el barrio madrileño de Malasaña -distrito de Chamberi-, y como lo confirman las grves alteraciones del orden cada vez que la autoridad -mandato judicial al canto- pretende poner fin legitimaente a cualquiera de sus manifestaciones como ocurrió recientemente en Madrid y en Barcelona. Un fenómeno de cariz cancerígeno además en la medida que tiende a proliferar (en rizomas) y a extenderse y a ramificarse como lo ilustra el fenómeno del 15-M, en su su incubación y en su eclosión que corrió a cargo de un grupo de okupas de la Plaza del Dos de Mayo en Madrid (del citado barrio de Malasaña)

Por todo eso y todo lo que precede me resisto a calificar de okupas a los jóvenes que vienen ocupado une edificio vacío del barrio de Tetuán, desde el que viene dispensando ayuda social a los habitantes (españoles) del barrio. Ocupar con “c” no es okupar con “k” Me he estado visionando con sumo detalle y atención los videos de los incidentes que se vienen sucediendo en torno al edificio ocupado por donde desfilan los jvoenes protgonistas de esta ocupación "sui generis" y a fe mía que me parecen –tanto ellos como ellas- jóvenes normales (o fachas normales si se me apura), y que cualquier parecido con la realidad social (tan triste) del fenómeno okupa es pura coincidencia. Otra cosa es que puedan acabar siendo victimas de manipulación o de desviación de sus fines y objetivos primeros y fundacionales. De lo que habrán filtrado los medios se sabe desde luego que se trata de un caso de  edificio vacío o abandonado un tanto limite y atípico, a saber de un caserón  propiedad de un extranjero activo en el mundo del crimen organizado y envuelto actualmente en problemas con la justicia española (…)
Barrio de Malasaña en Madrid (distrito de Chamberí) ¡Aparte de mi ese caliz! Escenario principal de la movida madrileña de los años de la Transicion, de la que solo viví su resaca ya al final, a mediados de los ochenta, obligado a frecuentar el barrio aquel -por cierto tiempo- en un Madrid y una España que me cerraban las puertas. Refugio y bastion de traficantes de droga (en toda las esquinas) -extranjeros (musulmanes sobre todo) muchos de ellos-, e incubadora de una juventud asocial que acabaria traduciéndose en el fenomeno okupa, caldo de cultivo y  detonante a la vez del 15-M y de la movida de los indgnados (qee nacio allí precisamente, en la Plaza del Dos de Mayo) (...) Para mayor tormento y escarnio de la mayor parte de los habitantes -honrados y pacificos- del barrio. ¿Aquellas aguas estos lodos? No es coincidencia trivial desde luego la del simbolismo histórico de ese barrio con su protagonismo social tan destacado (y tan funesto) en las últimas décadas. Dos de Mayo de 1808, Guerra de la Independencia "contra los franceses" ¿Una revisión pendiente?
Algo además de lo que los jóvenes protagonistas de la ocupación se habrán bien informado antes de proceder por la vía de los hechos consumados. No es exactamente pues “la patada en la puerta” como parecía preconizarlo una de las vecinas del barrio interrogadas en unos videos que están circulando sobre ese asunto. Las ocupaciones de tierras fueron nota bene un factor del primero orden en la deterioración de la situación en medio rural de ciertas regiones que acabaría desembocando fatalmente en la guerra civil.

Los pueblos que no aprenden de su historia están condenados a repetirla. La suya propia como la del prójimo, escarmentando así en cabeza ajena si falta hace, como escarmentaron los franceses –que arrastraban un problema social mas agudo si cabe que el de los españoles desde la Revolución francesa- con el estallido de la guerra civil española. La reforma agraria del gobierno democristiano de Eduardo Frei en Chile, en la segunda mitad de la década de los sesenta y en un contexto de ocupaciones en masa instigadas por la izquierda e extrema izquierda marxistas chilenas de entonces (el MMIR y los socialistas y los comunistas) sentó las bases de la llegada al poder (en 1970) del marxista revolucionario Salvador Allende y fue denunciada en una obra difundida entonces por las TFP’s –“Frey el Kerensky chileno”- en el nombre del derecho a la propiedad privada que sus autores justificaban o intentaban justificar en la doctrina más rancia de la iglesia católica a modo de refutación de las corrientes doctrinales de singo progre (léase católico/progresistas) que proliferaron en los países católicos –y más si cabe en el mundo hispano- de resultas del concilio vaticano segundo. No hacía falta tanto trasiego de textos del magisterio.

La reforma agraria marxista confiscatoria chilena como la que se dio justo a seguir en el Alentejo portugués tras la revolución portuguesa de los claveles (del 25 de Abril de 1974) acabó perdiéndose por las alcantarillas de la Historia, que dio la razón en parte a los integristas católicos aquellos. Y en Portugal, la reforma agraria del Alentejo fue la punta de la lanza de un movimiento de extrema izquierda que estuvo a punto de implantar en el país vecino un régimen de estilo soviético, en el llamado “verano caliente” del 75.

El Orden Público y la Paz Social e incluso la salvaguardia de la integridad nacional es lo que está en el juego –más que un derecho estricto a la propiedad privada- en la amenaza que plantea el movimiento okupa en medio urbano de nuestros días, como lo planteaba sus antepasados ideológicos en medio rural entonces, hace cuarenta años Y en los sucesos a los que asistimos en el barrio madrileño de Tetuán está claro que la ocupación de los jóvenes “ultras” (para entendernos) habrá servido a destapar y sacar a la a luz la situación inadmisible de chantaje y de violencia psicológica y también física llegado el caso –como habrá ocurrido ahora- que se vive desde ya hace rato en aquel barrio madrileño, más marcado que otros de la geografía urbana madrileña sin duda alguna –para qué silenciarlo- por la memoria de los vencidos de la guerra civil española (desde los tiempos de la II república), y que por una especie de efecto “boomerang” –setenta y cinco años después- se ve convertido hoy en tierra de promisión de la invasión silenciosa (anti-europea y anti-española)

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