martes, abril 22, 2014

¿HACIA UN NUEVO EJE?

Rommel pasando revista a unidades del Ejército Nacional Indio fundado por Subhas Chandra Bose, icono del nacionalismo hindú contemporáneo, que fue compañero de Ghandi. El Eje no era solo una visión y una opción geostratégica sino que arrastraba subyacente una visión universal o universalista de alianza de civilizaciones, entre el Occidente y el Oriente milenario de la Tradición hindú. En busca de la Otra Modernidad. Y de alternativa a la Democracia y a la religión (judeo/cristiana) de los Derechos del Hombre
¿Existe el azar? La polémica está servida desde hace dos mil años y más, y se recrudece según las épocas y las latitudes. ¿Simple azar el toparme días pasados con un obra de la que aquí hablé en extenso sobre el Renacimiento del Oriente que trajo en la cultura occidental –a finales del siglo XIVIII la descubierta del sánscrito o en otros términos sus claves de traducción e interpretación en lenguas occidentales

¿Nada que ver con ese fenómeno de nuestro tiempo que son los países y culturas emergentes y en particular uno de ellos, la India milenaria, en plena efervescencia los días que corren por hallarse en plena cita electoral que dura allí no un día ni dos sino más de un mes, desde el pasado siete de abril hasta el próximo día doce de mayo ? El desenlace de la crisis de armas químicas en Siria el pasado mes de septiembre que llevaron al mundo casi tan cerca de una nueva deflagración como la crisis de los miles de Cuba en el 61, habrá sido como un anuncio estelar del principio del fin de la hegemonía americana que duraba desde la caída del Muro y la irrupción de un nuevo orden multipolar abriendo así las puertas (y ventanas) a un protagonismo inédito y de destaque en la palestra de la política internacional de los llamados países emergentes.

Como lo pone ahora de manifiesto a la luz del día en sus últimos acontecimientos la evolución de la crisis en Ucrania donde se enfrentan de nuevo como en Siria el pasado mes de septiembre dos grandes potencias del antiguo orden (de Yalta) a saber una Rusia post/soviética y los Estados Unidos. Y en esa tesitura cabe decir que contra lo que vienen vendiéndonos los medios occidentales, Rusia no está sola, sino tal vez más y mejor acompañada de lo que lo puedan estar los Estados Unidos con la UE -e Israel (y red de satélites o aliados en el mundo árabe)- grosso modo de sola compañía.

Como se pone (clamorosamente) ahora tmbién de manifiesto en la crisis ucrania, donde la diplomacia rusa y la actuación de Vladimir Putin se habrán visto respaldadas por otra grandes potencias emergentes, como la China y la India, y también con mayor o menor grado de adhesión por el África del Sur, y el Brasil, el país líder entre los emergentes del mundo luso/hispano, por donde parece diseñarse una alternativa a la alianza de civilizaciones -que en realidad no era más que una cortada hipócrita y traidora cómplice de la expansión del islamismo en el mundo árabe/islámico y en particular en el Oriente Próximo y en los países de la ribera mediterránea. Como se pondría harto de manifiesto en las relaciones internacionales destaca por las primaveras árabes.
Narendra Modi, gobernador del estado indio de Gujarat y candidato del partido nacionalista hindú en las elecciones en curso en las que se perfila vencedor previsible. Los enfoques geostratégicos de los nacionalistas hindúes vienen desmarcándose de la diplomacia mundial marca USA como se pone manifiesto con la actual crisis en Ucrania
La alternativa al orden mundial en curso desde el desenlace de la segunda guerra mundial se vuelve a presentar ahora mutatis mutandis de forma análoga y en perfiles y modalidades parecidas o comparables con las que se dejaba traslucir -en visión histórica retrospectiva al menos- en la estrategia de lucha por el poder mundial que se vio materializada durante la segunda guerra mundial, en lo que se dio en llamar el eje tripartito Berlín-Roma-Tokio que adquirió por un momento un cuarto eslabón, -el de Teherán- y podía haber acabado en función de la marcha de la guerra cobrándose un último eslabón (el quinto) que hubiera a definir y un nuevo eje de poder entre las grandes potencias y a sentar las bases de un nuevo orden mundial -u Orden nuevo- en resumidas cuentas.

Y me estoy refiriendo a la India milenaria cuna de la Civilización con mayúsculas y de la Tradición Primordial que resucitaron o re-exhumaron los románticos y que inspiro a los nazi fascismos de los años treinta sin discusión alguna.

La esencia metafísica de lo posible que dijo el maestro Heidegger, de lo que no fue y estuvo en cambio en un tris de ser. Y me estoy refiriendo al curso tan diferente que hubiera tomado la Segunda Guerra Mundial si la India hubiera cambiado de bando como estuvo a punto de suceder. Si el imperio inglés de la India se hubiere derrumbado ya entonces como estuvo a punto de así haber sido. Lo que hubiera traído fatalmente un resurgir del nacionalismo hindú que tuvo en cambio que esperar décadas hasta finales del pasado siglo para poder levantar cabeza.

El pasado que no pasa sigue rodeado de mil tabúes en Europa como en Asia, en la India como en España, pero no cabe la menor duda que el partido que encarna hoy en el panorama político de actualidad en la India las esencias más hondos y ancestrales del nacionalismo hindú arrastra ese pasado inconfesable anti-inglés y germanófilo en el nombre de la Tradición primordial que ensalzaron y enaltecieron tanto el romanticismo/primero (de un sello germánico indiscutible) como también la Revolución Conservadora del período de entreguerras que prepararía decisivamente los espíritus en los países de lengua y de cultura germana al ascenso del nacionalsocialismo.

¿Hablo en el aire? No del todo, no. Porque tengo en abono de lo que aquí defiendo un nombre a mi disposición, y es del Subhas Chandra Bose, icono venerado incluso entre las nuevas generaciones de nacionalismo hindú, un "maldito" de la Colaboración por tierras del subcontinente asiático que se comprometió a fondo con el III Reich ya en su fase de poniente y lo pagaría con la vida, en una accidente del avión de guerra (alemán) en el que viajaba, justo al final, en el 45.

En las elecciones que están disputándose estos días en la India se repite de nuevo ese choque llamado a perpetuarse (se diría) entre el gran partido nacionalista hindú y el viejo partido del Congreso fundado por el Pandith Nehru al que sucedería su hija Indira Ghandi asesinado por extremistas sijs (o “sikhs”) a mediados de la década de los ochenta.

Los sijs, escribió un escritor hindú (anglófono) fuera de toda sospecha en el tema, V.S. Naipaul, "forman parte del paisaje de la India" Y a fe mía que el resurgir de su combate me interesó no poco en aquellos tiempos ya lejanos que fueron para mí de tanta incertidumbre -y de singladura tan errática- tras mi salida de la cárcel portuguesa, cuando por así decir no tuve muchos testigos -¿uno tan siquiera?- entre cielos y tierra.

Los sijs, puestos a simplificar -de lo que deduje y saqué en limpio entonces en mis lecturas ye indagaciones sobre el tema- eran una forma de sincretismo entre el Islam y la tradición hindú que escondía sin duda una forma de compromiso histórico entre los habitantes autóctonos de la región indostánica donde se ven hyoy más arraigados, el Punjab, y los invasores mongoles que llevaron con ellos la religión islámica al subcontinente indio. Hoy tanto los sikhs como los sindicalistas de Solidarnosc y otros movimientos que emergerían en los tiempos de detente, entre el final de la guerra fría (propiamente hablando) y la caída del Muro se me parecen como lo que en realidad fueron agentes perturbadores perfectamente manipulados por la primera potencia del planeta en aquellos primeros tiempos que anunciaba n ya un hegemonía americana sin rival en las tres décadas que (hasta hoy) se seguirían. Es lo que me inspira dese luego y me hace fatalmente evocar los días que corren el fenómeno de agitación en la calle y en los medios que se habrá vivido los últimos meses en Kiev y que llevaría a la intervención norteamericana que absorto presenciamos.

Los navegantes portugueses y españoles por aguas del Océano Índico iban buscando el Nuevo Mundo o el Reino del Preste Juan que según las tradiciones de su época daban cuenta de la existencia de cristianos y de un cristianismo del otro lado del planeta, en otros términos fuera de la órbita del Islam y de las áreas geográficas donde hizo más sentir en aquellos siglos su dominación y su influencia.

Así, cuentan de Vasco de Gama que a los habitantes de aquellas tierras a las que acaba de acostar en el subcontinente indio –y a las preguntas de qué a qué habían ido hasta allí- respondió que iba “en busca de especias…y de cristianos” Dos siglos más tarde su búsqueda se hubiera visto orientada sin la menor duda a descubrir las huellas del autentica Tradición Universal -de la que los occidentales a su medida eran igualmente participes- presentes en las propias tradiciones hindúes.

La India ancestral o la Tradición perdida de los occidentales. Que el prejuicio democrático nos impide de reencontrar como escribió Nietzsche. Y quien dice democracia dice seudo/religión de los derechos del hombre. Propia de una época. Que durara (y ya no mucho) lo que tiene que dudar, pero que no es eterna. Dijese lo que dijese –a la vejez viruelas- Serrano Suñer en sus memorias (…) Europa y el mundo en marcha hacia un Nuevo Eje? ¡Vivir para ver fantasmas míos!

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