viernes, marzo 28, 2014

¿SAN ADOLFO SUÁREZ O ESPÍA DE LA CIA?

¿Defensor de la democracia Adolfo Suárez el 23-F? ¿Por qué entonces dejó el camino libre a sus enemigos dimitiendo justo antes? Su actitud hace más bien pensar a la de Michail Gorbachov cuando la tentativa de golpe de estado involucionista en la Unión Sovietica (agosto del 91) que fracasó, y del que se le acusó después de haber estado en él involucrado. Está claro que a uno u otro nivel Adolfo Suarez estuvo él también involucrado en el 23-F. Como lo da a entender Pio Moa
¿San Adolfo Suarez? Algunos como ese padre Angel -de nuestras culpas y pecados- ya lo ven en los altares. Y como decia el poeta de las dos Españas -y ya vuelvo sobre el tema- todo pasa y todo llega, y no tan rápido sin duda como el santo súbito pero no es de extrañar que veamos dentro de relativamente poco tiempo camino de los altares -democracia obliga- al primer presidente de la democracia como asi se le habra incensado ahora tras su muerte.

"Suárez fue como tantos españoles de generaciones cercanas, hijos de cualquier bando, o de matrimonios de rojos y azules (sic), que sobrevivieron bajo el franquismo. Nunca detruyeron su otro yo y finalmente, fundieron las dos Españas para erradicar los traumas que marcaron y destruyeron tantas vidas"

La cita es larga pero se merecía sin duda al verse aquí recogida por completo por venir de quien viene, persona amiga, y porque como elogio o epitafio no habré encontrado nada que ensalze -e inciense- más y mejor la persona del fallecido. Como una glosa dorsiana o más que eso, invocacion del santoral, que si los pronósticos se cumplen, a eso y no a otra cosa es a lo que acabará sonando este juicio a modo de balance -mezcla sin duda a la vez de voto piadoso en la mente y en las intenciones de su autor- tan terminante y tan sumario y que por lo mismo suena sin duda a los ojos de muchos -sin duda lejos de la intención de su autor, mi amigo- a beligerancia o desafio (guerracivilista)

Escribo mis crónicas desde un lugar público a menudo y hoy mientras escribo esta última tengo delante de mi como quien dice una efigie todo menos trivial y es la de un belga -más joven que yo- de origen español asturiano emigrante, hijo o nieto sin duda de un padre o de un abuelo de los que llegaron aqui en la ola migratoria española en Bélgica de finales de los cincuenta y de la década de los sesenta.
Catástrofe de los Angeles de San Rafael (15 de junio de 1969) Cincuenta y ocho muertos y ciento cuarenta y siete heridos. Franco no sólo acabó indultando -al cabo de dos años de encarcelamiento- a Jesús Gil sino que perdonó políticamente al entonces gobernador civil de Segovia, Adolfo Suárez, y si se tiene en cuenta la severidad del caudillo en otros casos de irregularidades de consecuencias mucho menos graves, cabe pensar que el futuro presidente de gobierno tuviera buenas agarraderas. Dentro como fuera de España. Campeón de la sobrevivencia en política Adolfo Suárez, eso es cierto
Como una figura de cera o una estatua de mármol -que preside silenciosa (e inofensiva también, faltaria) mis sesiones de trabajo desde hace ya varios años- porque a fe mia que no lo puedo comparar a otra cosa desde que trabé conocimiento con él y que, tras breves contactos, se produjera como sin duda no podia ser de otra forma -por culpa de los hados del destino o en virtud de un sino fatal que es el que parece guiar desde hace ya casi treinta años mis contactos con emigrantes (primera, segunda o tercera generación) en Bélgica- el malentendido infeliz entre los dos que puso fin hasta hoy a nuestros contactos ¿Reconciliación la que trajo San Adolfo Suárez a los españoles, como nos vende ahora el obispo de su diócesis? ¡A otro perro con ese hueso!

Pío Moa en un articulo necrológico que habrá dedicado al primer presidente de la transición -soprendente como tantos de los suyos- habla, a mi juuicio de lo más certero, de "una operación de bajo nivel con la derrotada oposición rupturista bautizada reconciliacion entre españoles" A cualquier cosa llaman poeta, escribió un castizo, que me diga un "moderno". Y es absolutamente cierto.. Reconciliación, catarsis auténtica, verdadera, son cosas muy distitnas.

Y esta claro que no la hubo en la transicion y mas de setenta años transcurridos desde el final de la Guerra Civil sigue brillando por su ausencia entre españoles. Y no sólo entre los expatriados que sin duda arrastran una ristra (un tanto polvorienta) de excusas y de coartadas, sino dentro mismo de la Península como lo pone de manifiesto la violencia in crescendo callejera.

¿Culpa (sólo) de la crisis? No por cierto. Otros paises se ven más azotados por ella que nosotros y no muestran esos niveles de crispacion social, de encismamiento ciudadano y esas cotas in crescendo de tumulto y de algarada calleras como las que parecen que se van apoderando progresivamente de la actualidad española, y de nuestro futuro inmediato mientras escribo estas lineas. Y los del 22-M a fe mía que habran destapado la caja de los truenos y de los relámpagos de todos los presagios y vaticinios más negros y agoreros y funestos sobre el estado de salud de la convivencia y de la paz y de la armonía ciudadanas.

Del "otro yo" habla mi amigo, y no me lo tomara a mal si le confieso que tratándose de quien se trata el homenajeado, la glosa o el elogio suenan mas que nada a un eufemismo. Está claro que no destruyeron su otro yo -por aquello sin duda del evangelio de que tu mano derecha no sepa lo que hace la izquierda (estoy de broma)- y a las pruebas de la trayectoria de algunos me remito (como la del que nos ocupa) pero no está menos claro que no consiguieron "fusión" ninguna entre las dos Españas que siguen ahi mas enhiestas y enfrentadas que nunca.
Boris Yeltsine encabezando la resistencia al putsch involucionista de Moscu que fracasó (agosto del 91) En las cercanias del lugar de esa instantanea debía andar Vladimir Putin que también se opuso al putsch. Michail Gorbachev en cambio fue obligado a explicarse justo a seguir en la Duma por su actitud en los días que precedieron al golpe, que selló el final de su carrera política. Adolfo Suárez y Gorbachev, comparaciones odiosas
Suárez contribuyó no poco, eso si, a resucitar la otra España (de los vencidos) pero no en estado de reconciliacion y de concordia auténticas sino en un espiritu permanente de revancha y de desquite, y que la hipotesis que lancé aqui un poco al tun tun de si su propio padre habría figurado entre los fusilados por Franco era todo menos trivial, me lo confirma no poco el venir a saber ahora -aquí en este blog sin indagacion ninguna de mi parte y sin comerlo como quien dice ni beberlo- que si el padre de Adolfo Suárez no figuró entre los fusilados de Franco sí figuraron en cambio su abuelo materno y un tío carnal suyo, y que su propio padre sólo se salvó del paredón gracias a la intercesión expresa del propio Martínez Anido, ministro de gobernación del bando nacional durante la guerrra.

¿Nada que ver un protagonismo tan excepcional y tan fuera de lo comun y tan históricamente decisivo -hay que reconocerselo- con un pasado familiar tan cargado, o tan marcado por la guerra civil al menos? La duda se admite, todos estarán de acuerdo.

En la glosa necrológica de Adolfo Suárez que aquí me ocupa se le evoca como uno de tantos españoles que "sobrevivieron bajo el franquismo" Eso suena también estara de acuerdo su autor, no poco a eufemismo, por no decir a broma. ¿Se limito a "sobrevivir" el hijo y nieto de rojos en la España de la Victoria nacional? Hizo mucho mas que sobrevivir, y las anécdotas que salen ahora por cuenta suya a relucir en la red cuentan y no acaban de su vista y olfato para estar siempre al sol que más calienta y a la sombra del poder en democracia como en dictadura.

Y así yo ahora me entero -a fe mia no lo sabia o no me acordaba- que fue gobernador civil de Franco, de la provincia de Segovia cuando la catástrofe -con cincuenta y ocho muertos (cincuenta y ocho)- de los Angeles de San Rafael, y director de la primera cadena de televisión igualmente en el tardofranquismo, o detalle más comprometido aún, que su bufete de abogados fuese precisamente el que se adjudicase la compra de los aviones de combate Douglas-F18 a los Estados Unidos (...)

Suárez no solo sabía trepar (politicamente) sino también vivir bien, y asi sacaba alguien recientemente a relucir el dato todo menos anecdótico de una urbanización de la costa alicantina reservada al muy selecto grupo de los escogidos, léase de los jerarcas más encumbrados del régimen anterior  y en la que justo en el mismo edificio nota bene del de Don Camilo Alonso Vega -el don Camulo de los indignado de entonces-, se habia comprado también un apartamento don Adolfo Suárez.

No meras coincidencias desde luego, ni sus dotes de animal politico innato ni su pasado familiar guerracivilista, con el papel tan decisivo y de tan destacado protagonismo que le cupo jugar en la transicion, a las ordenes del rey y tal vez también no de él solo.

¿Agente de la CIA, Adolfo Suárez como lo sugieren aquí algunos, y precisamente por cuenta de ese pasado familiar rojo que para las potencias vencedoras en Yalta -los Estados Unidos entre ellas- no dejaba de ser una baza de futuro y una garantia (democratica)? O si no lo era o si no lo fue, habría que inventárselo como diria el otro, porque entonces quiere decir que Suárez actuó o cumplió su papel mucho mejor que un agente fetén, de los de veras (...)

¿Inquina, bilis, la mia, como algunos acusan ahora a Pío Moa? A fe mía que Adolfo Suárez nunca me quito el sueño, al contrario (una forma de hablar apenas) que otras figuras estelares de la transicón, alguien como Santiago Carrillo. Vivía fuera de España yo ya además los años estelares de su trayectoria y si no puedo decir que fue él quien me echó de España tampoco me animo mucho a volver, eso es igualmente cierto.

No le guardo rencor, no pienso tampoc que me falte empatia para con su drama personal y familiar, pero como dice y dice bien Pío Moa -y que no sirva de precedente- Adolfo Suárez no fue un cualquiera sino una figura de la historia de Espana del pasado siglo.

Y los juicio de la historia no son menos rigurosos que los de los jueces de la democracia. O que el juicio (implacable) que a él le merecieron -borrón y cuenta nueva- cuarenta años de nuestra historia contemporanea, en los que él "sobrevivió" como ahora dicen (¡y de qué manera!)



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