sábado, marzo 29, 2014

A SORAYA VICEPRESIDENTA ¿POR QUÉ EN BÉLGICA NO Y AQUÍ SÍ?

Setenta y Cinco Aniversario de la Liberación de Madrid. Todo Madrid se vería cubierto de los camiones de Auxilio Social de las chicas de la Sección Femenina de la Falange, repartiendo alimentos a la población famélica madrileña, a todos y especialmente a los más pobres. Una alegría colectiva que se prolongaría durante meses. Religión de la Memoria, la mía. Y de una Fe ciega en la Victoria
28 de marzo de 1939. Se cumplió ayer el setenta y cinco aniversario de la liberación de Madrid, tres días antes del final oficial de la guerra, el Primero de Abril, día de la Victoria. He estado leyendo un texto histórico narrativo sobre las circunstancias que acompañaron aquella fecha tan decisiva de nuestra historia contemporánea, y como la vivieron los madrileños. ¿"Jornada de alegría colectiva" el 14 de Abril del 31? La de la liberación de Madrid del 28 de marzo y las jornadas que le sucedieron lo fueron mucho más, porque no se limitó a los manifestódromos de Cibeles o de la Puerta del Sol sino que se extiendo por toda la geografía urbana madrileña, y durante meses y no unos días siquiera.

Por todas partes, en todos lo barios desde el centro hasta el extrarradio muchedumbres sin cuento recorrían las calles y las plazas en un ambiente de alboroto entusiasta y en un estado de euforia indescriptibles coreando la mismos gritos, las mismas consignas todos ellos y ellas "¡han pasado, han pasado, han pasado! Y todos, jóvenes, viejos, niños o ancianos, hombres y mujeres repitiendo mil vece el gesto unánime, del saludo brazo en alto.

Por encima de los Pirineos ese saludo se vio prohibido y criminalizado desde el 45 hasta hoy en una desnazificación a la que nada ni nadie escaparían, particularmente en el terreno legislativo, así en mis primeros años de estancia en Bélgica fui testigo directo, presente en la sala de la audiencia -hasta que me puse a dar gritos de protestas por el espectáculo aquel de acoso tan vergonzoso inaudito y fui expulsado "manu militari" por policías presentes en la sala- contra un cargo público concejal electo por la "commune" de Anderlecht en Bruselas, por una formación de extrema derecha, que había tenido la osadía, en el momento de prestar juramento en sesión pública y solemne, de levantar el brazo.
¡Han pasado, han pasado, han pasado! Estampa de la Puerta del Sol, el día de la liberación de Madrid. Una alegría colectiva como no se había conocido antes en la capital de España y no se conocería después. En Sol y por todas partes en todos y cada uno de sus barrios (de clase alta o de clase obrera) Y eso es en el fondo lo que busca exorcizar y conjurar y hacer olvidar y borrar desesperadamente de la memoria colectiva como sea, consciente o inconscientemente esa fijación tan obsesiva con la Puerta del Sol como si fuera un fetiche, de los indignados del 15-M y de sus herederos de la izquierda radical anti-sistema
Y aún no se me fue de la memoria la imagen de pobre chivo expiatorio del acusado, sentado cabizbajo en el banquillo de los acusados en una sala llena a reventar de curiosos que venían a verle y a mirarle de cerca como una atracción de feria, y a lincharle verbalmente -y no sé si más- llegado el caso como ya se había visito en los medios. Entre ellos españoles nota bene que yo conocía de vista (...)

En España sin que exista una legislación explícitamente prohibicionista de ese gesto (ancestral), también acabaría viéndose criminalizado en la práctica, por la vía judicial y a través también de una discrecionalidad en vigor en la clase política desde la transición política que pecaría de flagrante asimetría. De escoramiento a la izquierda para expresarlo crudo y claro. "Si reprimes lo espontáneo y lo que es natural lo acabareis viendo de vuelta al galope", reza un proverbio francés. Y es lo que a todas luces está sucediendo hoy en algunos países occidentales. Saludo ancestral milenario, el saludo brazo en alto, en suelo europeo.

Aquí ya me referí en mi entrada anterior al argumento tan manido, y tras la muerte de Adolfo Suarez en la boca o en la pluma tanto de sus partidarios más ardientes como en los más enconados de sus partidarios. Y es el de la amnesia que supo imponer en relación con nuestro pasado relativamente reciente, para los unos enterró o volvió a enterrar así la memoria de los vencidos, para los otros en cambio propició la reconciliación al precio (sobreentendido) de enterrar oficialmente la memoria de los vencedores. La historia no se reescribe a toro pasado no obstante. Y la Victoria del Primero de Abril inmortalizada en escenas como las que acabo de evocar al principio de estas líneas, hondo ancladas en la memoria colectiva, no puede dejar de ser lo que fue setenta y cinco años después.

Porque si como decía Heidegger hasta lo que no fue tiene identidad metafísica, la de lo posible, léase del pasado que fue posible, o de lo que no fue de un tris, lo que fue no puede verse en cambio reducido a la nada ni metafísica ni históricamente hablando. Fue. Punto. Y la victoria de Primero de Abril militar, completa, irreversible no la empaña ni la invalida en modo ninguno todo lo que pudo pasar a partir del dos de abril como quien dice.
Alexandre Gabriac disidente del Frente Nacional francés. Este gesto, seguido de una campaña de linchamiento en los medios franceses le valió su expulsión del FN dirigido ya entonces por Marine Le Pen. El interesado no dejó de asumir después ese gesto que calificó -con razón- de un saludo europeo ancestral. Hay cosas que hay asumir por razón de fuerza mayor, y el que esto escribe saludó así una y mil veces en su adolescencia y primera juventud. Los de mi generación no saludaban ya así es cierto -las anteriores sí-, pero precisamente el que se pusieran -en masa- a saludar de "la otra forma" me sirvió de acicate a mí para saludar así. Un saludo ancestral como sea que tampoco yo reniego
También me referí anteayer en este blog en respuesta al comentario de uno de mis lectores a la operación de rescate -sutil, inteligente- de memoria histórica que traslucen las novelas guerracivilistas de Francisco Umbral en lo referente al desenlace de la guerra civil, y a la Victoria del Primero de abril. Francisco Umbral en sus novelas ambientadas de cerca o de lejos en la guerra civil descabeza por asi decir aquella, quiero decir que se la arrebata por las buenas a Franco y a los jerarcas políticos y militares -y a los figurones y mascarones de proa- que la encarnarían en los primeros momentos, devolviéndosela así por la vía del anonimato de lo impersonal a las masas ingentes de la retaguardia y de los frentes -en zona nacional-, y acertando así a redimirla y a perpetuarla y recuperarla (aunque el término se haya vuelto a los oídos de algunos tan odioso) , revisada y a la vez purificada.

Y me venía a la mente a la vista de testimonios gráficos de las manifestaciones de protesta (y de vandalismo) al final de las marchas de la dignidad el sábado de la semana pasada, en la zona de Colón y del Paseo de Recoletos. En uno de ellos y en una instantánea de lo más emblemática de los momentos más álgidos de la violencia callejera que se siguió al final de la manifestación, se ve a un grupo de protestatarios, encapuchados casi todos ellos, desplegando una pancarta a la luz de las bengalas con el eslogan -guerra civilista en extremo- del ¡No pasarán! Más elocuente que todos los análisis y comentarios que se seguirían en los medios.

Y la prensa de hoy -por ejemplo el diario el País- recoge en grandes titulares el debate que habrá hecho estragos a lo largo de la semana de resultas de las violencias del pasado sábado en materia del derecho de manifestación, que habrá obligado a pronunciarse a una de las figuras más punteras del gobierno, la vicepresidenta Soraya, dando el asunto por zanjado. ¿Manifestódromos? No. ¿Vedar el acceso a ciertas zonas, ciertos lugares, ciertos barrios de la geografía urbana madrileña? No. En claro y en crudo, porque es por ahí por dónde van los tiros, y por donde les duele a algunos mayormente el zapato: ¿Prohibir el libre acceso de manifestaciones o de manifestantes más o menos incontrolados a la Puerta del Sol, no y mil veces no. ¿Y por qué? Lo que cabe de inmediato preguntarse.
Primera imágenes de las manifestación, convocada por "la España en Marcha" hoy en Madrid, entre la calle Ferraz (junto a la sede del PSOE) y el Arco del Triunfo contra las avalanchas masiva de inmigrantes en Ceuta y Melilla. Inmigración, cuestión de conciencia, y de ser o no ser para españoles y europeos. De recordar, que la primera convocatoria, en la glorieta de Lavapiés, fue prohibida por la Delegación de Gobierno, conforme al principio del amparo constitucional y democrático sin duda alguna, que ampara por lo que se ve a unos más que a otros. Lo de siempre
¿Por qué en Bélgica no, -doy fe de ello en los casi treinta años que llevo ya aquí residiendo- y en España sí? ¿Por qué aquí en Bélgica hay sitios donde está vedado el manifestarse y en España y en Madrid en cambio se ven convertidos hasta los lugares más inviolables y dignos del respeto de la ciudadanía en punto de paso obligado y de encuentro o de meta de llegada de todo tipo de manifestaciones y actos de protesta hasta los de un cariz claramente insurreccional y subversivo e inconstitucional por añadidura? Mi respuesta aquí todos ya la saben.

Spain is different. El único país que siguió viviendo y soportando hasta hoy secuelas de la derrota de los nazi fascismos en el 45. Lo que se traduce entre otros muchos aspectos y detalles y pormenores en un problema de orden público (¡problemazo!) que amenaza con salirse de madre desde hace ya un buen rato, como si nuevas generaciones herederas o legatarias de una memoria de los vencidos del 36 vieron llegada la hora otra vez de hacer realidad el sueño -de la ruptura- que no consiguieron ver realizado sus predecesores en los años de la transición política. ¿Ruptura, cambio de régimen? ¿Abolición de la monarquía? Molinos de viento, Preguntas en el aire, como sea, está claro que la respuesta no puede en modo alguno traducirse en lo que no sería más que una repetición en la práctica -e incluso por la via de la declaración de principios (como lo ilustran también los eslóganes de estos últimos días)- del 14 de abril del 31.

Y está claro que en ese plano la clase política lleva ya más de tres años jugando con el fuego. Los pueblos que no aprenden de la historia están condenados a repetirla. y la Falange se puso de lado del orden (republicano cierto) -como si hubiera puesto a fortiori si ese orden hubiera sido del signo monárquico- en la revolución asturiana del octubre del 34 y en sus chispazos y salpicaduras en otras partes de la Península como en Barcelona.

Esa es mi postura. ¿Defensiva? Es posible, no lo niego. Ya llegaran tiempos mejores, en verano o en otoño o en primavera, de cruzar el Rubicón y de pasar al ataque. Tiempo de dar respuesta a las preguntas en el aire y a los enigmas de nuestro pasado y de resolver los grandes dilemas de nuestro presente y de nuestro futuro. Y en espera de ver llegado ese momento, seguimos con el mismo grito en los labios (y en la mente) Sieg Heil! ¡Viva la Victoria!

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